Campo de Gibraltar: del contrabando a la refiner¨ªa
Todo comenz¨® con una operaci¨®n pol¨ªtica. Se trataba de aislar el pe?¨®n de Gibraltar y evitar la terrible desigualdad econ¨®mica existente entre los lados opuestos de la verja. La Roca era un estandarte diplom¨¢tico que ven¨ªa sirviendo, desde hac¨ªa muchos a?os, para ocultar otros problemas internos. El Campo de Gibraltar era una de las zonas m¨¢s deprimidas de Espa?a y con mayor ¨ªndice de analfabetismo. El modo de vida de buena parte de sus habitantes era el contrabando y otras picarescas. En los ¨²ltimos diez a?os, el aspecto ha cambiado casi completamente. A pesar de errores y fraudes, el desarrollo industrial de. la comarca ha seguido adelante. En Algeciras se, encuentra, adem¨¢s, un din¨¢mico puerto que es quiz¨¢ el de mayor porvenir de Espa?a. Ya no se espera que la prosperidad salte del otro lado de la verja: el le¨®n brit¨¢nico ya no es lo que era. A pesar de ello, por razones humanitarias y tambi¨¦n econ¨®micas, la poblaci¨®n espa?ola de la zona sigue pidiendo la apertura de la frontera. Desde all¨ª escribe
Son pocos, pero parecen estar en todos lados: en la plaza principal del pueblo de La L¨ªnea, en la carretera que comunica con la nacional C¨¢diz-M¨¢laga, en la verja que cierra el paso al pe?¨®n de Gibraltar. Los contrabandistas nost¨¢lgicos interpelan a todos los paseantes desconocidos y a los ocupantes de los veh¨ªculos con matr¨ªcula extranjera o de lejanas provincias: ??Quiere usted alguna cosita de Gibraltar? ?Algo para regalo?? Es dif¨ªcil resistirse y el paseo acaba siempre en alguna vivienda de planta baja con los aparadores llenos de cer¨¢mica ornamental de dudoso gusto, pa?uelos de seda, c¨¢maras fotogr¨¢ficas, relojes, radiocasettes, calculadoras de bolsillo...Desde junio de 1969, cualquier comunicaci¨®n directa con la Roca es imposible. S¨®lo hace unos meses se restablecieron las comunicaciones telef¨®nicas. Desde quince a?os atr¨¢s, las restricciones de paso y los minuciosos cacheos de la Guardia Civil a los trabajadores que volv¨ªan de la colonia brit¨¢nica acabaron casi totalmente con el contrabando. Sin embargo, a¨²n hoy, los nost¨¢lgicos de tiempos mejores siguen diciendo que estos radiocassettes y estas calculadoras de bolsilIo vienen de Gibraltar y no de Ceuta o Melilla, como realmente es.
Un pueblo muy especial
La conquista del pe?¨®n por Gran Breta?a, en 1704, influy¨® grandemente en la geograf?a de la zona. El actual pueblo de La L¨ªnea ha sido siempre un pueblo muy especial: lugar de paso para aquellos que, en tiempos de persecuciones, trataban de dar el salto a la colonia brit¨¢nica o buscaban residencia en la ciudad para dedicarse al contrabando.
Los habitantes del Campo de Gibraltar mayores de veinticinco a?os se acuerdan a¨²n de aquellos coches con matr¨ªcula GBZ, de fondo amarillo, que era para ellos, hace a?os, la evidencia de que hab¨ªa un mundo con desahogo econ¨®mico, consumo f¨¢cil y libertades pol¨ªticas. Eran los tiempos en que los llanitos (residentes en la colonia) se paseaban entre el asombro de la poblaci¨®n, mientras iban en busca de playas m¨¢s amplias que las de la Roca, vino fino y putas, o acud¨ªan a su residencia secundaria o al hotel Reina Cristina de Algeciras (que, a¨²n hoy, sigue siendo uno de los hoteles con m¨¢s viejo sabor de toda Eapa?a), para pasar varios d¨ªas de vacaciones. En 1954, despu¨¦s de una visita de la reina Isabel de Inglaterra a la colonia, comenzaron las restricciones: el Gobierno de Madrid no concederla m¨¢s permisos de trabajo a los espa?oles que quisieran ir a trabajar a Gibraltar. S¨®lo los 10.000 autorizados en aquel momento pod¨ªan seguir cruzando la verja todos los d¨ªas. Cuando en junio de 1969 las comunicaciones se cortaron definitivamente, quedaron sin trabajo al menos 5.000 espa?oles de edad madura.
El estreno de Kubala
En respuesta a la ocupaci¨®n brit¨¢nica de una franja de terreno perteneciente a la tierra de nadie para construir un aeropuerto, los espa?oles hicieron lo propio. A este lado de la frontera se levant¨® un estadio que se inaugur¨® con un encuentro internacional, televisado, contra Finlandia. En ¨¦l, Kubala se estrenaba como seleccionador nacional. Muy cerca se edificaron varios bloques de viviendas protegidas, de lujosa fachada, que serv¨ªan un poco de escaparate del cambio econ¨®mico que se ven¨ªa operando en el lado espa?ol del Campo de Gibraltar.
Porque es cierto que, a pesar de sus errores, golpes triunfalistas y experiencias picarescas, los planes de desarrollo han cambiado casi radicalmente el aspecto de lo que era una de las zonas m¨¢s deprimidas de Espa?a. ?Antes, los j¨®venes miraban admirativamente el pe?¨®n; ahora miran a la antorcha de la refiner¨ªa, donde tienen esperanzas de encontrar un puesto de trabajo estable?, dice con orgullo Manuel Natera, gerente del plan de desarrollo para el Campo de Gibraltar, comarca en la que naci¨® y a la que volvi¨® a trabajar en cuanto acab¨® sus estudios.
Hoy los siete municipios que forman el Campo de Gibraltar (Algeciras, La L¨ªnea, San Roque, Los Barrios, Tarifa, Jimena de la Frontera y Castellar de la Frontera) forman casi una sola ciudad con m¨¢s de 200.000 habitantes (unos 40.000 m¨¢s que en 1960). Si bien los ¨ªndices de paro (excepto en La L¨ªnea) son considerablemente menores que en el resto de Andaluc¨ªa, los trasvases internos de poblaci¨®n han creado algunos problemas. La L¨ªnea, Tarifa, Jimena y Castellar han visto disminuir su poblaci¨®n, en beneficio de Algeciras, San Roque o Los Barrios, m¨¢s cercanas a los 6.000 nuevos puestos de trabajo creados en los ¨²ltimos a?os. El chabolismo ha sido una de las consecuencias inmediatas. A pesar de que, sobre el papel, el n¨²mero de escuelas es suficiente, en lo que fue la comarca de mayor nivel de anlfabetismo de Espa?a hay a¨²n ni?os sin colegio: los censos no est¨¢n puestos al d¨ªa.
S¨®lo en la ciudad de Algeciras (m¨¢s de 100.000 habitantes) se calcula que hay un millar de chabolas y un alto n¨²mero de viviendas con escasas condiciones de habitabilidad.
El turismo y el tr¨¢fico del puerto (unos 10.000 pasajeros embarcan o desembarcan, cada d¨ªa, en Algeciras) da a los habitantes del Campo de Gibraltar cierto aire cosmopolita. En cambio, a pesar de que muchos llevan poco tiempo en la zona, existen fuertes sentimientos localistas. ?Adem¨¢s, ¨¦se no es de Algeciras?, se puede o¨ªr en los bares en que se discuten las distintas candidaturas para las pr¨®ximas municipales.
Todos los habitantes de la comarca tienen un gran sentido de identidad entre s¨ª. Aunque viven en la provincia de C¨¢diz, la capital se encuentra a m¨¢s de 120 kil¨®metros. El a?o 1969, el Gobierno de Madrid promovi¨® primero y abort¨® despu¨¦s la idea de crear en la zona una nueva provincia. Al final, todo qued¨® en una comisi¨®n comarcal con representantes de los ministerios econ¨®micos y de Exteriores, que tiene s¨®lo una finalidad promocional y no administrativa. Todos los tr¨¢mites burocr¨¢ticos tienen que ser solventados en la capital.
La vieja idea de la provincia del Campo de Gibraltar sigue teniendo sus seguidores entre la poblaci¨®n de la zona. En cambio, s¨®lo dos grupos la defienden: el Partido Socialista de Andaluc¨ªa y la Coalici¨®n Democr¨¢tica.
La conciencia comarcal tiene ra¨ªces hist¨®ricas claras. Al igual que en Cartagena, la poblaci¨®n civil, administrada por militares, se siente diferente. Hasta 1977, la m¨¢xima autoridad civil ha sido el gobernador militar del Campo de Gibraltar. Habitualmente el cargo lo ha ocupado un general importante. Han sido varios los que despu¨¦s fueron ministros del Ej¨¦rcito: Mu?oz Grandes, Men¨¦ndez Tolosa y Barroso. Los gobernadores militares, ocasionalmente, han mantenido una postura de paternalista tutela de la poblaci¨®n, protegi¨¦ndola incluso del poder central. A¨²n se habla en la zona de las dificultades de algunos inspectores de la Administraci¨®n para poder llevar adelante su trabajo.
Despu¨¦s de a?os de crecimiento r¨¢pido, la crisis industrial y las dificultades del sector pesquero han creado ciertas tensiones sociales que, si bien son inferiores a las de otros lugares de Andaluc¨ªa, no dejan de tener su importancia. Mientras tanto, siguen acudiendo las inversiones: 11.000 millones de pesetas se destinar¨¢n, entre 1978 y ,1980, a la creaci¨®n de nuevas industrias. Lo que comenz¨® siendo una operaci¨®n pol¨ªtica, se ha convertido en una poderosa acci¨®n econ¨®mica, que, a pesar de sus muchos fallos, ha sido todo un experimento para una futura Andaluc¨ªa industrial.
Ma?ana: Dei¨¢ (Mallorca)
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