Un colombiano, superagente mundial en la lucha antidroga
Hace pocos d¨ªas, una informaci¨®n de la agencia France-Press, procedente de Bogot¨¢, daba cuenta de que en los dos primeros meses del a?o 1979, en Colombia, hab¨ªan sido decomisados 447 kilos de coca¨ªna y cerca de 115 toneladas de marihuana, que representan en conjunto un valor, colocada la ?mercanc¨ªa? en los circuitos clandestinos, de catorce millones de d¨®lares (cerca de mil millones de pesetas). La misma informaci¨®n se?alaba que 69 hombres y ocho mujeres, muchos de ellos, ?los traficantes m¨¢s buscados de Colombia y de otros pa¨ªses suramericanos, fueron detenidos durante el mismo per¨ªodo?, al mismo tiempo que fueron desmantelados once laboratorios clandestinos para el tratamiento de la coca y cinco plantaciones de marihuana.
Colombia, por su situaci¨®n geogr¨¢fica estrat¨¦gica, entre el norte y sur de Am¨¦rica, se ha transformado con el correr de los a?os en un puente necesario y obligado para los traficantes de coca, especialmente; mientras que su extensa selva alberga las plantaciones clandestinas de marihuana m¨¢s grandes del mundo.Cuando el problema de la droga y de las plantaciones de cannabis adquirieron una entidad escandalosa en el pa¨ªs (las autoridades constataron que ¨¦ste hab¨ªa dejado de ser un problema penal individual, para convertirse en un asunto de caracter¨ªsticas epid¨¦micas, aproximadamente en 1972), se intensific¨® la pol¨ªtica de lucha contra los narcotraficantes y se cre¨® en 1974 el Estatuto Nacional de Estupefacientes, con vigencia en la actualidad, y que lo constituye el decreto 1.188 por medio del cual se establecen fundamentalmente las pol¨ªticas de prevenci¨®n, represi¨®n y rehabilitaci¨®n en materia de narc¨®ticos. Esta lucha se intensific¨® en los a?os posteriores al decreto, y en 1977, el presidente de la Rep¨²blica se preocup¨® personalmente de este problema, que presentaba, d¨ªa a d¨ªa, caracter¨ªsticas m¨¢s graves. En ese a?o, Rodolfo Garc¨ªa Ord¨®?ez, profesor de Teor¨ªa General del Estado, Derecho Penal y juez superior, en una ¨¦poca, en calidad de procurador delegado para la polic¨ªa judicial, dio el golpe m¨¢s grande en la historia de la lucha contra el tr¨¢fico de la marihuana, como ¨¦l mismo lo califica y es reconocido en los medios policiales internacionales.
De paso por Ginebra, sede del ¨®rgano internacional del control de estupefacientes de las Naciones Unidas, Garc¨ªa Ord¨®fiez, actualmente subsecretario de Asuntos Administrativos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, cont¨® para EL PAIS, por primera vez, los detalles que lo llevaron a descubrir una pista clandestina de aterrizaje en plena selva, un avi¨®n DC-7 cargado de marihuana y otros aspectos de su labor policial, que ¨¦l define como ?una lucha sin cuartel?, en la que directa e indirectamente participan tambi¨¦n la Marina y el Ej¨¦rcito.
?En una ocasi¨®n -cuenta nuestro entrevistado-, ca¨ªmos en el departamento de La Guajira, en una zona ubicada entre dos poblados, P¨¢jaro y Manaure. Entre estas dos poblaciones encontramos una pista clandestina de aterrizajeY capturamos un avi¨®n DC-7 cargado con catorce toneladas de marihuana. Detuvimos a ocho personas, de las cuales, cuatro eran de la tripulaci¨®n del avi¨®n y cuatro colombianos, que despu¨¦s confesaron ser simples cargadores. El avi¨®n era de matr¨ªcula norteamericana; tres de sus tripulantes, de nacionalidad norteamericana, y un europeo. El aparato se aprestaba a iniciar vuelo rumbo a Estados Unidos.?
?El ¨¦xito de la operaci¨®n -nos se?ala Garc¨ªa Ord¨®?ez- fue el punto de partida de todo un hallazgo.? Y contin¨²a su relato: ?Hicimos ese decomiso y procedimos a inspeccionar la zona. En esa inspecci¨®n localizamos cinco dep¨®sitos de marihuana camuflados en una vegetaci¨®n de desierto que crece all¨ª. Es una vegetaci¨®n espinosa, porque la zona es absolutamente arenosa, des¨¦rtica en su totalidad. Entre aquellos espinos, y bajo unas carpas verdes que tienden para intentar mimetizar el producto y hacerlo dif¨ªcil a la observaci¨®n desde el aire, encontramos 647 toneladas de marihuana. Despu¨¦s de practicar las pruebas de narco-test y hacer el pesaje que la ley ordena y cumplir una serie de requisitos para que la acci¨®n tenga estrato legal, procedimos a la incineraci¨®n correspondiente.?
?En una ocasi¨®n tom¨¦ los helic¨®pteros y vol¨¦ sobre la Sierra Nevada de Santa Marta, que se eleva sobre parte de los departamentos Magdalena, C¨¦sar y La Guajira y, al mismo tiempo, sobrevol¨¦ la cordillera oriental de Colombia, en la parte que le corresponde al departamento de La Guajira y conforma el l¨ªmite con Venezuela, pa¨ªs con el cual firmamos un convenio sobre la intensificaci¨®n de la lucha contra el tr¨¢fico clandestino en la frontera com¨²n. Los vuelos, incluyendo los de operaciones, que tambi¨¦n se usaban como vuelos de reconocimiento antes y despu¨¦s de las operaciones, nos sumaron unas 150 horas de vuelo en helic¨®ptero, a trav¨¦s de las cuales puedo decir que cuadriculamos, tanto la sierra como el departamento de La Guajira, para cuantificar el problema del cultivo de la marihuana en esa regi¨®n. Pudimos decirle al pa¨ªs que la situaci¨®n no solamente era alarmante, sino que era mucho m¨¢s grave de lo que en un momento determinado hab¨ªamos pensado, y que, en conjunto, daba un cultivo aproximado de 100.000 hect¨¢reas en los departamentos de La Guajira, Sierra Nevada y Santa Marta.?
Garc¨ªa Ord¨®?ez afirma que tanto en el cultivo de la marihuana, como en el tr¨¢fico de ¨¦sta y en el de la coca¨ªna, ?act¨²an organizaciones muy bien estructuradas, con unos capitales cuyo monto es imposible de calcular?.
Acciones como las que ¨¦l ha dirigido han permitido, igualmente, descubrir puertos clandestinos de embarque y desembarque de coca¨ªna, en r¨ªos de la selva. La coca¨ªna decomisada, cientos y cientos de kilos, es transportada por buques de la Marina y, lanzada al agua en alta mar.
El actual presidente de Colombia, Julio C¨¦sar Turbay Ayala, ha empe?ado la actividad del Ej¨¦rcito nacional en esta lucha, y el Ej¨¦rcito ha tomado como ?reserva militar? toda el ¨¢rea de cultivo de marihuana en el norte del pa¨ªs, ejecutando en estos momentos la ejecuci¨®n del control del tr¨¢fico il¨ªcito.
?Yo, personalmente -nos se?ala finalmente Garc¨ªa Ord¨®?ez-, he recibido amenazas en muchas oportunidades. Desde luego, primero viene el ofrecimiento, que si usted no lo acata, entonces le dejan caer la amenaza. Pero cuando uno se empe?a en una labor de esta ¨ªndole, pues lo hace entre muchas otras cosas, con un cierto sentido m¨ªstico?, concluye nuestro entrevistado.
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