Votaciones absurdas
Una elecci¨®n jam¨¢s es absurda, claro, pero hay votantes deliciosamente parad¨®jicos. Sostienen los especialistas en estas materias de imposible especialidad que la frecuencia con que nuestros gobernantes nos conminan a las urnas provoca un notable deterioro de la ilusi¨®n en el telespectorado nacional. Y repiten el t¨®pico compungidos, como deseando la figura contraria: menos elecci¨®n y m¨¢s ilusi¨®n. A ver qu¨¦ l¨ªo es ¨¦ste: si las votaciones empiezan a ser mortalmente tediosas, existen fundados motivos para pensar en la consolidaci¨®n de la democracia; que la normalidad hist¨®rica es sencillamente el trabajoso resultado de la acumulaci¨®n de muchos bostezos y s¨®lo las situaciones pol¨ªticas recorridas por la incertidumbre resultan ?divertidas? (literalmente, apartadas, desviadas, alejadas), quiero decir que desatan la risa nerviosa, la carcajada hist¨¦rica, la sonrisa ir¨®nica, la comedia tr¨¢gica, la mueca de conejo.No sostengo a¨²n que estemos en pleno aburrimiento, como, por cierto, aseguran con optimismo las alegres comadres de la Moncloa. Digo que el acto de votar se ha convertido en patrimonio de la opini¨®n corriente y moliente, y no es de extra?ar, por tanto, la presencia del absurdo por algunos colegios electorales. La paradoja es a la democracia lo que la met¨¢fora a la escritura: cosa que maravilla la prosa del mundo, asombros que levantan lo recibido y lo com¨²n, el diablo burl¨®n de la l¨®gica. Con la ayuda de Epim¨¦nides, Di¨®genes Laercio y Lewis Carroll en especial, aqu¨ª van cuatro casos par¨®dicos que pueden hoy colarse por las urnas si no andamos con votos de plomo.
Papeleta del mindoniense. Tal es el caso de un elector de Mondo?edo que desea fervientemente votar a un alcaldable que en su campa?a propagand¨ªstica afirm¨® repetidas veces que todos los pol¨ªticos mienten como bellacos. Camino de su colegio, al pasar entre la catedral y la balconada de Cunqueiro, el tipo est¨¢ hecho un l¨ªo, porque ignora si su candidato, que tambi¨¦n es un pol¨ªtico, es otro mentiroso. Y en su razonamiento peripat¨¦tico intuye que el destinatario de su voto miente si y solamente si dice la verdad, y dice la verdad si y s¨®lo si miente. Angustiado por el galimat¨ªas, entra en un bar de la calle de Pardo de Cela y, cuando, con la ayuda del ribeiro, cree tener resuelto el enigma, es detenido por un guardia de la porra por manifiesta borrachera p¨²blica.
Paradoja del liberal mediterr¨¢neo. Es la historia de un censado en el t¨¦rmino municipal de Villajoyosa, que siempre vota en contra y a favor de la UCD en sucesivas elecciones por raz¨®n de ¨¦tica liberal y que se encontr¨® en la cola con otro colega de tertulia que hac¨ªa la misma alternancia con el PSOE por id¨¦ntica aversi¨®n al fanatismo. Inician una serena discusi¨®n y, al cabo de breves instantes, cada uno convence al otro de la bondad de su opci¨®n. Despu¨¦s de introducir sus antag¨®nicas papeletas en la urna, se miran a los ojos con estupor y descubren en la mirada del otro los estigmas de su propio dogmatismo, por lo que nunca m¨¢s volvieron a votar, para no encontrarse en la misma cola.
Drama del moroso madrile?o. Es la peripecia de un puntilloso funcionario p¨²blico de Madrid que solicit¨® de la mesa de su colegio un tiempo adicional de reflexi¨®n para pensar serenamente su voto, al margen de publicidades. Como quiera que transcurrida la jornada electoral el perplejo a¨²n no se hab¨ªa decidido, es desalojado del recinto por la fuerza p¨²blica y convertido en pasota por exceso de honradez municipal; actitud de la que presumi¨® largamente por el barrio en vista de los resultados.
?Ex aequali proporcione perturbata seu inordinata?. Tal aquella elecci¨®n en la que el resultado estuvo largamente igualado y, como fuera a escrutarse de nuevo, quienes hab¨ªan votado los primeros al partido buscaban empatar con los ¨²ltimas llegados a votar al otro, y los madrugadores votantes del otro imped¨ªan el paso a los reci¨¦n llegados partidarios del uno, hasta que, obstruida la entrada del colegio electoral, nadie pudo entrar ni salir?. (Lewis Carroll: The Dynamic of a Parti-Cle.)
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