Sobre la situaci¨®n acad¨¦mica del doctor Castilla del Pino
El domingo 25 de marzo se publica en EL PA?S la ¨²ltima, por el momento, de una serie de cartas, editoriales, etc¨¦tera, reivindicando la estabilidad en la facultad de Medicina de C¨®rdoba al doctor Castilla del Pino, profesor agregado interino de la misma. Para la clarificaci¨®n de los hechos, son obligadas las siguientes puntualizaciones:1.? El doctor Castilla del Pino fue incorporado a la facultad de Medicina de C¨®rdoba en el curso 1977-1978 para impartir la disciplina de psiquiatr¨ªa. Su adscripci¨®n a la misma fue realizada -sin presiones de ning¨²n tipo- en reconocimiento a sus m¨¦ritos cient¨ªficos, y el puesto acad¨¦mico fue el de mayor rango que para tal disciplina existe en esta facultad. Queda bien claro que no hubo olvido, desprecio ni marginaci¨®n para uno de los llamados, con buen tino, ?exiliados interiores? por el editorial de EL PA?S (24-3-1979).
2.? La reciente adscripci¨®n a esta facultad de Medicina de un profesor adjunto numerario plante¨® -a tenor de la legislaci¨®n vigente- la dif¨ªcil interpretaci¨®n de qui¨¦n de los dos profesores deb¨ªa coordinar y dirigir la docencia a los pregraduados. 3.? Ante la imposibilidad de un acuerdo entre ambos profesores para integrarse en un departamento ¨²nico, este decano, previa aceptaci¨®n sin reservas del doctor Castilla del Pino, propuso a los estudiantes afectados y a la Junta de Facultad la divisi¨®n en dos grupos, cada uno de los cuales, dirigidos por un profesor, tendr¨ªa absoluta independencia y m¨¢xima jerarqu¨ªa acad¨¦mica. La propuesta fue apro bada por unanimidad (a excepci¨®n de la abstenci¨®n de un profesor adjunto). Esta postura deja bien definida la actitud de la Junta de la Facultad de Medicina de C¨®rdoba, la cual no se dej¨® llevar ni por ideolog¨ªas, militancias pol¨ªticas o por sentimientos tribales que de fendieran los derechos adquiridos (coincido con que este ha sido uno de los peores c¨¢nceres, no s¨®lo de nuestra Universidad, sino de la sociedad espa?ola en general, y que, por fortuna, y quiz¨¢ como hecho ins¨®lito, sus met¨¢stasis no alcanzaron a nuestra facultad..
4.? La facultad de Medicina no se ha planteado en ning¨²n momento la hip¨®tesis de prescindir del magisterio de Carlos Castilla del Pino y s¨®lo se cuestion¨®, ante la circunstancia antes mencionada, una jerarquizaci¨®n ?cara a los pregraduados?, que la junta de facultad resolvi¨® sin relegar en su dignidad acad¨¦mica a ninguno de los dos profesores. La posterior ratificaci¨®n de esta soluci¨®n por la junta de gobiemo de la universidad y la petici¨®n por parte de los profesores agregados de congelar las oposiciones mientras no se conceda la autonom¨ªa universitaria aseguraban, con los medios a nuestro alcance, la permanencia, dentro de nuestro claustro, al profesor Castilla del Pino. De esta forma, la facultad de Medicina de C¨®rdoba, no s¨®lo no se ha dejado llevar por la ?inercia?, ni ha consagrado ?una grave injusticia?, sino que a nivel local, que es el que entraba en su competencia inmediata, evit¨® que el ?abstracto procedimiento administrativo? no ya expulsara sino marginara a un profesor que (aparte del prestigio que en la persona del doctor Castilla del Pino se da) ven¨ªa desempe?ando su labor docente a plena satisfacci¨®n de pregraduados, posgraduados y claustro. Este decano quiere hacer p¨²blico que no ignora los actuales procedimientos que la ley general de Educaci¨®n prev¨¦ para que en casos excepcionales se otorgue la categor¨ªa de estabilidad a un profesio
(Pasa a p¨¢gina 10)
(Viene de lap¨¢gina 9)
nal de reconocida val¨ªa (cuya propuesta corresponder¨ªa al claustro de facultad y de gobierno de esta universidad), casos de excepcionalidad cuyo ¨¦xito, sin embargo, no se nos garantiza a priori, pues se escapan de la competencia de la propia universidad que hace la propuesta y entiende con un criterio de mayor perspectiva que el procedimiento no debe quedar reducido al de un ?nombre?, por prestigioso que sea, sino al de un mecanismo ordinario encuadrado en el ¨¢mbito auton¨®mico de la universidad.
Una facultad cualquiera, y m¨¢s las de nueva creaci¨®n (como la nuestra), cuentan en su cuadro de profesores con un n¨²mero de interinos (y ¨¦ste es el reverso de la moneda) que la hacen posible y en la gran mayor¨ªa de los casos con absoluta y total eficacia; estos ayudantes, adjuntos y agregados que atraviesan por las mismas coordenadas (m¨¢s angustiosas y lamentables que las del profesional que ya obtuvo fuera de la instituci¨®n su prestigio profesional, social y econ¨®mico) son los que necesariamente precisar¨¢ el catedr¨¢tico extraordinario o numerario para que su labor acad¨¦mica sea eficaz y responsable. La ?decencia acad¨¦mica?, la ?¨¦tica? de la facultad de Medicina de C¨®rdoba y, por extensi¨®n, la universidad de C¨®rdoba han entendido el problema en su ra¨ªz y desde las diferentes perspectivas que ofrece y, por ello, ha redactado unos estatutos que ofrecen la soluci¨®n a las injusticias que una universidad obsoleta propicia a todos los niveles del profesorado, obviando los agravios comparativos que con los procederes solicitados se provocar¨ªan.
Este decano comparte y agradece cuantas opiniones se han hecho p¨²blicas para reivindicar la estabilidad acad¨¦mica de uno de nuestros prestigiosos profesores (lo que ha venido a ratificar la pol¨ªtica adoptada por esta facultad), pero insiste, como universitario, que el car¨¢cter de excepcionalidad (muy valioso, por ejemplo, para otorgar el nombramiento de doctor honoris causa) en estas situaciones constituye un mecanismo vergonzante, propio de una universidad decadente y no apto para una universidad que se precie de ser consecuente con su car¨¢cter, esencia y definici¨®n.
Por otra parte, no ser¨ªamos coherentes, los que luchamos por una universidad transparente y honesta, ya desde la ¨¦poca en que la constestaci¨®n representaba un riesgo para la propia subsistencia, que ahora acept¨¢ramos pagar las deudas contra¨ªdas, con las mismas monedas (propinas) previstas en esas leyes reiteradamente denunciadas. Yo ruego desde estas l¨ªneas a todos los que les preocupa la universidad espa?ola, reivindiquen, de una vez para siempre, las autonom¨ªas universitarias, que ser¨¢n las que den justa satisfacci¨®n a los anhelos y desvelos de los que sentimos y queremos una universidad aut¨¦ntica.
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