Psiquiatr¨ªa del Este, psiquiatr¨ªa del Oeste
Leonidas Plioutch, disidente comunista de un r¨¦gimen comunista, ha pagado el precio de su antidelirio expresado como protesta contra la imbecilidad social y la de sus agentes, no s¨®lo sufriendo la impertinente violencia de los interrogatorios, sino tambi¨¦n los comas insul¨ªnicos (coma del que s¨®lo te puede sacar un m¨¦dico del que se depende completamente) y ?terapias? por haloperidol (un psicotropo neurol¨¦ptico que crea en cualquier persona un estado de sumisi¨®n y de impotencia f¨ªsica casi total).Centenares de disidentes sovi¨¦ticos oficiales han sufrido de la misma manera tratamiento psiqui¨¢trico. Pero hay asimismo cientos de miles de personas en el Oeste que han sido sometidas a una invalidaci¨®n en tanto que individuos y ven negado su propio camino. En la psiquiatr¨ªa occidental se utilizan los mismos procedimientos y otros a¨²n m¨¢s cruentos: la lobotom¨ªa, escisi¨®n de partes del cerebro (prohibida en la URSS desde 1950), ha sido perfeccionada a trav¨¦s de la electro coagulaci¨®n por estereotaxia de partes del sistema l¨ªmbico (cerebro viejo) y dem¨¢s t¨¦cnicas de intervenci¨®n psicoquir¨²rgica, no ya las lobotom¨ªas, sino las topectom¨ªas, las cingulectom¨ªas, las talatom¨ªas, las implantaciones de ytrio radiactivo y electrodos para ,obtener el control instant¨¢neo de las personas, las inyecciones esclerosantes y dem¨¢s hallazgos en boga de la moderna psicocirug¨ªa norteamericana. Junto al gulag del Este vivimos el megagulag de Occidente.
David Cooper
?Qui¨¦nes son los disidentes? Pre-textos, Valencia, 1978.
Desde esta perspectiva, D. Cooper denuncia como escandalosa la campa?a que en tomo a Plioutch y tantos otros han levantado algunos psiquiatras (e intelectuales) del llamado ?mundo libre? y califica de inmoral la actitud tras la que enmascaran su verdadera actividad de agentes c¨®mplices de la normalizaci¨®n, agentes que por no poner en peligro su seguridad personal, sus privilegios y sus intereses, vac¨ªan de contenido su propia actividad acr¨ªtica de falsos izquierdistas-sin-responsabilidad, incapaces de articular y celebrar la disidencia all¨ª donde ocurre.
Mientras tanto, perpet¨²an la complicidad con el sistema de sometimiento para el que las actividades aut¨®nomas, no normales, no previstas, locas, constituyen la m¨¢s grave amenaza. Cooper no quiere decir en ning¨²n momento que toda v¨ªctima de la psiquiatr¨ªa (como sistema mediador de la represi¨®n del Estado) sea un disidente (1), pero s¨ª que algunos de ellos luchan a trav¨¦s de su locura como disidentes totalmente aislados. Y que en esa disidencia se arriesga la vida porque lo que est¨¢ en juego es la propia vida vivida por uno mismo y no como el sistema que produce mistificaci¨®n y alienaci¨®n social quiere que sea vivida, o, lo que es lo mismo, no vivida.
La psiquiatr¨ªa, por tanto, ser¨¢ culpable de cr¨ªmenes contra la Humanidad mientras haya un solo paciente encerrado en una instituci¨®n psiqui¨¢trica contra su voluntad. Pero para Cooper no se trata tan s¨®lo de abrirle proceso a la psiquiatr¨ªa -sea del Este o del Oeste-, sino a todos los que, a cambio del confort alienado, nos hacemos c¨®mplices del gulag all¨ª y del megagulag aqu¨ª.
(1) Es necesario ser prudente -advierte Cooper- con el fin de evitar una idealizaci¨®n o incluso un romanticismo de la locura. El loco psiquiatrizado no est¨¢ en situaci¨®n de ser un revolucionario, aunque su proyecto sea un proyecto de desalienaci¨®n.
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