Pa¨ªs Vasco: s¨®lo queda negociar
DE TODOS los pecados de omisi¨®n que se puedan imputar al presidente Su¨¢rez, ninguno resulta tan abrumador como el de la pol¨ªtica de dejar hacer, dejar pasar, practicada ¨²ltimamente en el Pa¨ªs Vasco. Resulta incluso pat¨¦tico advertir esta carencia de iniciativa pol¨ªt¨ªca respecto al problema vasco en un hombre como el presidente, que caracteriz¨® el arranque de su primer mandato (y en un contexto pol¨ªtico general a¨²n no democr¨¢tico y mucho m¨¢s complejo que el actual) con notables dosis de imaginaci¨®n y audacia. La frustraci¨®n comienza a ser generalizada en Euskadi, que se siente un pueblo discriminadamente castigado por el franquismo e incomprendido por la democracia.En aquellos momentos, y cuando los enviados oficiosos multiplicaban sus viajes entre Madrid, Barcelona y Saint Mart¨ªn le Beau descubriendo al exiliado providencial que era el honorable Tarradellas, el presidente perdi¨® toda su aceleraci¨®n pol¨ªtica en el tema vasco (ETA-militar gir¨® una circular interna advirtiendo de los peligros de la pol¨ªtica apaciguadora y negociadora de Su¨¢rez), qued¨® deslumbrado por los bajos costes de la operaci¨®n de Catalu?a (se lleg¨® a pensar que Tarradellas podr¨ªa desempe?ar el papel de ?hombre bueno? entre Madrid y Euskadi) y fue cayendo sucesiva e irremisiblemente en todas las trampas tendidas por el terrorismo de ETA, la ambig¨¹edad del PNV y el estruendoso vocer¨ªo de la extrema derecha, que tiene la negociaci¨®n con las fuerzas pol¨ªtica vascas por sin¨®nimo de delito de leso Estado.
El resultado de la p¨¦rdida de iniciativa de los sucesivos Gobiernos de Su¨¢rez respecto al problema vasco, m¨¢s la torpeza de intentar treguas secretas con ETA militar para per¨ªodos concretos de la vida pol¨ªtica espa?ola, ha conducido a la s¨ªtuaci¨®n de hoy, en la que los valedores morales de ETA pol¨ªtico-militar y de ETA militar tienen esca?o parlamentario, en la que los terroristas tienen el apoyo emocional de un sector no desde?able de vascos y hasta de ?maketos? (es in¨²til ocultar el voto popular a Herri Batasuna), en que el PNV ha aumentado sus ¨ªndices de ambig¨¹edad, en que las opciones de izquierda estatales se baten en retirada y en que (?a lo que conduce el abandonismo pol¨ªtico!) el se?or Bandr¨¦s se ha convertido poco m¨¢s o menos que en elemento estabilizador de cara a la situaci¨®n general en Euskadi.
As¨ª las cosas, resulta perfectamente l¨ªcito llevarse las manos a la cabeza por la manifestaci¨®n multitudinaria del domingo en Bilbao (de la que no se retir¨® el PNV pese a que los esl¨®ganes coreados entraron de Reno en el salvajismo pol¨ªtico) despu¨¦s de que ETA militar reivindicara cuatro asesinatos consumados en cinco d¨ªas. Resulta perfectamente l¨ªcito pero por completo banal. De cara a Euskadi, ya ha pasado el tiempo de hacer pol¨ªtica y est¨¢ abierto el trabajo para los que quieran y sepan hacer historia. Y cuando se entra en la pendiente de los acontecimientos hist¨®ricos, se aboca indefectiblemente a ?los d¨ªas que valen por a?os ?.
La b¨²squeda del tiempo perdido en el Pa¨ªs Vasco pasa necesariamente por una vigorosa retoma de la iniciativa por parte del Gobierno, en la que no hay m¨¢s tel¨®n de fondo que el de la negociaci¨®n. Pero una negociaci¨®n entendida ?hist¨®ricamente?, abordada sin medrosidad.
Su¨¢rez debe ir cuanto antes al Pa¨ªs Vasco, debe entrevistarse sin p¨¦rdida de tiempo con los protagonistas de la vida pol¨ªtica de Euskadi, debe saber pactar y amenazar a un tiempo, y combinar la acci¨®n de la seguridad con la del di¨¢logo. Evidentemente, todo ello comporta un riesgo, pero el riesgo mayor es la inhibici¨®n, el silencio y la par¨¢lisis de que hace gala el Gobierno. La democracia en Espa?a pasa, sin duda, por la resoluci¨®n de los temas auton¨®micos, y muy especialmente, de la cuesti¨®n vasca. Mantener la unidad de Espa?a a costa de las libertades democr¨¢ticas, como se empieza a sugerir en algunos medios de opini¨®n, resulta una propuesta aberrante. Es preciso encontrar el camino que integre a Euskadi en una comunidad nacional de todos los espa?oles, respetando los derechos y los deberes de cada cual, sin privilegios ni discriminaciones, pero en base a un entendimiento entre los hombres y no a la fuerza de las armas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- ETA-pm
- Opini¨®n
- Manifestaciones a favor ETA
- Pol¨ªtica nacional
- Adolfo Su¨¢rez
- Relaciones Gobierno central
- Constituci¨®n de las Autonom¨ªas
- EAJ-PNV
- Actos a favor terrorismo
- Presidencia Gobierno
- Estatutos Autonom¨ªa
- Atentados mortales
- Estatutos
- Pa¨ªs Vasco
- Atentados terroristas
- ETA
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Gobierno
- Normativa jur¨ªdica
- Grupos terroristas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Terrorismo
- Legislaci¨®n