Mi carnet de identidad
ActrizQuerido Adolfo:
Ha habido recientemente dos art¨ªculos en la prensa que me han gustado mucho: el tuyo, El carnet como pretexto, y el de Joaqu¨ªn Garrigues y su bazo. Quer¨ªa decirte que me he ido de Informaciones, de mi trabajo de director de Relaciones Exteriores. Y lo mismo que te dije que estaba trabajando, pues que sepas que lo he dejado.
S¨ª, ya s¨¦ que te est¨¢s preguntado por qu¨¦. Las personas que me dieron ese trabajo, por lo visto no me conoc¨ªan lo suficiente, y tampoco mi fama de izquierdosa (eso es porque no hablaron antes con Rosa Montero, que me defini¨® muy bien en su d¨ªa). Y si por el mero hecho de tener un empleo pensaba dejar de serlo.
Estas personas, con la mejor intenci¨®n del mundo, no sab¨ªan lo que se les ven¨ªa encima por mi culpa; que si la mujer de ¨¦ste, que si la de aqu¨¦l, que si la cantante, que si tus amigos no son tan amigos, que no debes esperar nada de la izquierda... Bueno, pues puesto en claro que yo era de izquierdas de toda la vida, sin esperar nada (y menos dado que poco pod¨ªa esperar de las gentes que estaban en la clandestinidad y pas¨¢ndolas canutas y que, aunque ahora est¨¦n en libertad, bastante trabajo tienen como para ocuparse de darme a m¨ª algo), y que, por otro lado, no milito en ning¨²n partido, precisamente porque nunca cre¨ª que hab¨ªa que esperar algo que no fuera para todos, no para unos cuantos con privilegios.
Una vez en mi casa, y despu¨¦s de respirar muy hondo, me fue invadiendo la serenidad; mis creencias y mi familia, que cualquier cosa que yo haga o decida siempre est¨¢ bien, porque, Po, encima de todo, est¨¢ el inmenso cari?o que me tienen, y respeto.
Como dec¨ªa, me fui serenando y empec¨¦ a pensar que lo que hay que hacer es trabajar en lo de uno cuando se pueda y haya buen trabajo por hacer. A la vez que iba seren¨¢ndome empec¨¦ a recordar a mi madre, cuatro a?os en la c¨¢rcel por tener un hijo aviador en la aviaci¨®n republicana; mis hermanos, repartidos en colegios como hu¨¦rfanos, y no de mano en mano cada vez que deten¨ªan a mi padre. Tambi¨¦n recuerdo c¨®mo ¨¦ste respir¨® al saber que uno de mis hermanos desaparecido estaba vivo y era prisionero en un campo de concentraci¨®n nazi; lo que no sab¨ªamos es que ese campo era Buchenwald, y lo que all¨ª pasaba.
Mi santo padre nos dec¨ªa siempre, despu¨¦s de leer los peri¨®dicos, que todo se arreglar¨ªa, que terminar¨ªa la guerra y que las gentes nos entender¨ªamos y t¨²ndr¨ªamos paz, trabajo, amor y que, ganase quien ganase, no habr¨ªa rencores. No s¨¦ qu¨¦ fue peor si la guerra o la posguerra, lo que s¨ª s¨¦ es que lo ¨²nico que no perdimos jam¨¢s fue la dignidad.
Mis estudios los alternaba con un trabajo bastante duro para mi edad, once a?os, en la trastienda de la misma tienda donde trabajaba mi hermana mayor como dependienta; la tienda era de ultramarinos y ¨¦ramos muy felices ayudando a reconstruir nuestra familia, que ya nunca m¨¢s pudo verse unida al completo. De los once hermanos que ¨¦ramos, el mayor muri¨® en Par¨ªs, en junio de 1978; nunca se recuper¨® de los sufrimientos del campo de concentraci¨®n
Con todo esto a mis espaldas nunca tuve otro objetivo en la vida que el trabajo.
En la escuela de declamaci¨®n que frencuentaba en Valencia, Amigos de la Poes¨ªa, me recomendaron, por mis actitudes en la lectura del castellano y el buen decir de los versos, a Radio Valencia, y de all¨ª a Radio Madrid, donde mi sueldo era tan peque?o que para poder seguir en Madrid compart¨ªa otro empleo en un sanatorio, como auxiliar.
Por esta y otras razones mi fe se fortalece d¨ªa a d¨ªa. En mi historia no existe el protector, ni la gente que viendo que no tienes un duro te ofrece el oro y el moro; yo creo que en m¨ª se ha visto siempre bien claro que me gustaba trabajar las horas que fuese, con tal de saber que lo que me com¨ªa era m¨ªo. Ah, t¨¢mbi¨¦n me cas¨¦ por amor y con un hombre guapo, inteligente, pero que ten¨ªa todav¨ªa todo por hacer en la vida. Yo no busqu¨¦ un apellido, ni dinero, pues ya ten¨ªa el m¨ªo, del que estoy m¨¢s que orgullosa. La prueba es que lo he seguido usando; no sabr¨ªa llamarme otra cosa que Cuadra. Si, ya s¨¦ que hay gente que busca un apellido porque el suyo a veces no est¨¢ muy limpio,o trae malos recuerdos.
Lo que s¨ª est¨¢ claro es que, despu¨¦s de hacer ?Buenas noches, Bettina?, con Closas; ?El amor es un potro desbocado?, con Luis Escobar; ?Casa de mu?ecas?, de Ibsen; ?C¨¦sar y Cleopatra?, contigo, y tantos y tantos buenos trabajos, hasta de la zarzuela estoy orgullosa; y digo hasta porque la han puesto, pero no nos la pagan. No se pueden hacer malos teatros, ni siquiera para sobrevivir; lo ¨²ltimo) que hay que perder no es la esperanza, es la dignidad.
Cu¨¢nto me gust¨® nuestra entrada en la Junta democr¨¢tica, que por, cierto no daban camet, ni falta que hac¨ªa, donde conoc¨ª a mucho de lo mejor de este pa¨ªs (arte y cultura); qu¨¦ bonito, y c¨®mo se entend¨ªan todos; lo que ocurre es que yo cre¨ª que eso durar¨ªa toda la vida, que el sano di¨¢logo ser¨ªa para siempre, que luego la gente de bien no se llamar¨ªa lo que se est¨¢ llamando. El ¨²nico carnet que tengo (aparte el del sindicato del espect¨¢culo) es el de la Pe?a Valent¨ªn, que llevo con gran honor siempre conmigo; es ah¨ª donde de vez en cuando recibo lecciones de humildad de maestros como Andr¨¦s Segovia, D¨¢maso Alonso, Mingote y todos cuantos forman y formaron parte de ella, que son muchos.
Todav¨ªa tengo muchas m¨¢s cosas que contarte, no en balde hay cuarenta a?os hacia atr¨¢s sin ira con mucho amor y amistad que dar. S¨®lo quer¨ªa decirte que estoy de acuerdo contigo en lo del carnet; creo que con el de identidad y que lo que pone sea cierto, hay bastante.
Un beso.
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