Cien a?os despu¨¦s
Miembro de la ejecutiva del PSOE.Diputado por Madrid
Se cumplieron ayer cien a?os de que, en una taberna de la calle de Tetu¨¢n de Madrid, un grupo de trabajadores manuales e intelectuales, conscientes de que viv¨ªan en una sociedad injusta, en la que unos hombres -los m¨¢s- eran explotados por otros -los menos-, constituyeron el Partido Socialista Obrero Espa?ol como instrumento de defensa de los intereses de los trabajadores y de transformaci¨®n de la sociedad hacia otra distinta, liberadora del individuo a trav¨¦s del esfuerzo solidario.
Desde aquella fecha, la historia de Espa?a no puede escribirse sin contar con aquellos hombres o sus seguidores, y se hace dif¨ªcil encontrar un acontecimiento que suponga un avance hacia el progreso material o cultural, una mejora de los oprimidos, un paso hacia la emancipaci¨®n del hombre, que no se encuentre entra?ablemente unido al PSOE. Los nombres de Iglesias, Caballero, Prieto, Besteiro, De los R¨ªos, y tantos otros, son hoy patrimonio de todos los espa?oles de buena voluntad.
En esta marcha del movimiento obrero espa?ol hacia su liberaci¨®n han sido muchos los sufrimientos, los anhelos frustrados, los socialistas que han sufrido persecuci¨®n y c¨¢rcel, los que perdieron su vida, enfrentados a los ego¨ªsmos m¨¢s reaccionarios interesados en abortar el deseo y la capacidad de las mujeres y hombres de nuestro pueblo de avanzar pac¨ªficamente en la conquista de sus derechos.
Un siglo despu¨¦s, animados por el mismo esp¨ªritu de anta?o, los socialistas de hoy, asumiendo nuestra propia historia, nuestra verdadera identidad, y mostrando nuestra capacidad de renovaci¨®n, queremos continuar la tarea de recoger las aspiraciones de los que sienten sobre sus espaldas la opresi¨®n y la injusticia por razones econ¨®micas, sociales, pol¨ªticas o culturales.
Pocos motivos m¨¢s hondos de satisfacci¨®n que llegar a este momento de nuestro caminar constatando que el socialismo contin¨²a siendo fuerza pol¨ªtica indispensable en nuestro pa¨ªs. Sus cinco millones de votantes, que se traducen en 191 diputados y senadores, m¨¢s de mil alcaldes y m¨¢s de 10.000 concejales en pueblos y ciudades de Espa?a, avalan el apoyo y la confianza que el pueblo nos otorga, con la esperanza de que entre todos podamos liberarnos de la tiran¨ªa de las necesidades y allanemos el camino hacia una sociedad m¨¢s justa e igualitaria.
Coincide este primer centenario con la celebraci¨®n del XXVIII Congreso del PSOE, lo que hace inmejorable la oportunidad para reflexionar sobre las tareas que los socialistas deben plantearse en este momento de su historia.
Reconquistadas las libertades p¨²blicas y abiertos los cauces de representaci¨®n ciudadana, los socialistas, en el marco de la Constituci¨®n, que de forma tan importante han contribuido a elaborar, se enfrentan con responsabilidades profundas, fundamentalmente de dos tipos. Por una parte, conseguir que las instituciones democr¨¢ticas se autentifiquen y llenen de contenido real y progresivo. De otra, conseguir desde el Parlamento y desde la sociedad una serie de transformaciones sociales que hagan posible una mejora permanente de la condici¨®n de vida de los trabajadores y sectores populares de Espa?a. Y todo ello, en la perspectiva de avanzar, en este per¨ªodo hist¨®rico que ahora se abre, hacia los mismos ideales de emancipaci¨®n de siempre.
Porque es cierto que en este momento se abren dos opciones para el corto y medio plazo de nuestra sociedad. La primera supone una consolidaci¨®n est¨¢tica de la democracia, congel¨¢ndose el proceso democratizador de manera que la relaci¨®n de fuerzas entre el bloque dominante y las clases trabajadoras quede cristalizada en la forma en que se produce hoy. Y esa relaci¨®n de fuerzas se asienta en los privilegios existentes en todas las esferas de la vida social: en la econom¨ªa, en la cultura, en la distribuci¨®n del poder. Esta primera opci¨®n supone s¨®lo un grado insuficiente de democracia pol¨ªtica y apenas ning¨²n avance en la democracia econ¨®mica y social. Es la opci¨®n de la derecha.
La segunda opci¨®n supone una consolidaci¨®n din¨¢mica de la democracia. Lo que significa una profundizaci¨®n del proceso democratizador que supere el desequilibrio presente entre las clases sociales, completando la democracia pol¨ªtica y conquistando la democracia econ¨®mica y social. Se trata de ir introduciendo transformaciones en los aparatos del Estado, en la estructura de la desigualdad, en el reparto del saber, en la organizaci¨®n de la econom¨ªa, que vayan teniendo car¨¢cter acumulativo y consolidado. Esta es la concepci¨®n del socialismo como proceso, como transformaci¨®n ininterrumpida, que tiene como objetivos finales, en el plano pol¨ªtico, la libertad, la participaci¨®n y la responsabilidad; en el econ¨®mico, el control social de los mecanismos de la econom¨ªa como v¨ªa para realizar el objetivo de optimizar el bienestar colectivo; en el plano ¨¦tico, una moral de respeto a los dem¨¢s, de asunci¨®n, tanto de los derechos como de las obligaciones, una fraternidad recreada.
Porque en nuestra sociedad, en nuestra ¨¦poca, no se trata solamente de asegurar las condiciones materiales que nos permitan sobrevivir a todos. Se trata de cambiar la vida de cada uno. Pero no cambiar¨¢n nuestras vidas si no se cambian antes las estructuras. Esto es lo que los socialistas contestamos a los ut¨®picos. Pero ?de qu¨¦ nos sirve cambiar la sociedad, las estructuras, si no es para transformar, para mejorar la vida de cada uno? He aqu¨ª lo que los socialistas contestamos a los que idolatran al Estado. Puesto que en ¨²ltima instancia son los cambios introducidos en la vida cotidiana de los hombres con los que deben confrontarse los cambios introducidos en su r¨¦gimen social.
Pero para hacer realidad este af¨¢n es necesario trabajar en el afianzamiento de un nuevo bloque de clases mayoritario, capaz de encauzar y dirigir el proceso de transformaciones que son necesarias. Y ello no s¨®lo por la v¨ªa de la aritm¨¦tica electoral, sino tambi¨¦n con el apoyo social suficiente, s¨®lo a partir de lo que son posibles las grandes transformaciones hist¨®ricas. Un nuevo bloque de clases en el que se integren los trabajadores manuales e intelectuales, los peque?os propietarios de la tierra, del comercio y de los talleres, los artesanos, las fuerzas del ingenio y del arte: todos aquellos que aspiren a, ordenar la sociedad sobre nuevas bases, poniendo fin as¨ª a un largo per¨ªodo hist¨®rico de dominio tradicional de unas clases reaccionarias, incapaces de hacer avanzar a nuestro pa¨ªs por el camino de un desarrollo econ¨®mico solidario, de progreso y justicia, en libertad y paz civil.
Para este empe?o se hace imprescindible la consolidaci¨®n de un gran partido socialista, enraizado en la entra?a del pueblo, motor de movimientos populares, inmerso en la lucha sindical, presente en nuestros barrios, en los movimientos que luchan por la liberaci¨®n de la mujer y en defensa de la juventud, animador del cultivo de los valores que encierra la cultura propia de las nacionalidades y regiones de Espa?a. Un colectivo abierto, permeable a las demandas de su contexto social, que debe esforzarse por estimular, amparar, encauzar y dar expresi¨®n pol¨ªtica.
Todo ello constituye un importante reto, pero por aqu¨ª pasa la madurez y fortaleza de un partido socialista, democr¨¢tico, de masas y fundido con las justas reivindicaciones que emanen de la sociedad civil.
Estas son las tareas a las que nos sentimos llamados los socialistas en este momento en que cumplimos los cien primeros a?os de caminar, codo con codo, con nuestro pueblo.
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