De nuevo gan¨® el Real Madrid de la fortuna
El Madrid volvi¨® a ganar milagrosamente un partido que el Zaragoza, como m¨¦rito menor, debi¨® empatar. Pero est¨¢ visto que la l¨®gica del buen f¨²tbol, con la consecuencia de los goles, est¨¢ re?ida esta temporada, al menos, con el afortunado equipo blanco. No se puede jugar peor, sin idea alguna de conjunto... y ganar. El Madrid lucha siempre, pero s¨®lo tiene r¨¢fagas de rabia, la mayor¨ªa de las veces individuales -especialmente de hombres como Stielike-, y con eso, m¨¢s la suerte o la contenci¨®n de una defensa aceptable, se impone a los rivales que visitan Chamart¨ªn demasiado acomplejados. Si el Zaragoza, el ¨²nico equipo quejug¨® en la noche del domingo de forma equilibrada, con apoyo escalonado de sus hombres, no puntu¨® fue por su propia falta de convicci¨®n. El gol que le anul¨® el ¨¢rbitro en el minuto 81 pareci¨® legal, pero nunca caben las disculpas o las quejas por una decisi¨®n equivocada.La impotencia del Madrid para ganar con holgura en su casa es ya end¨¦mica. El cuadro de Molowny, al que s¨®lo le pueden disculpar las bajas en cada ocasi¨®n, no sabe crear juego suficiente para abrir huecos en el entramado de cualquier rival que se presenta ordenado y tranquilo. Habr¨ªa que discutir, desde luego, si con el equipo completo suceder¨ªa lo mismo, pues los defectos del sistema en cada ocasi¨®n m¨¢s bien parecen de pizarra quede hombres. Si te¨®ricamente Juanito y Aguilar son extremos y el gran mal que afecta al Madrid es precisamente el absurdo empe?o de intentar penetrar por el centro, parece claro que Molowny deber¨ªa llamar al orden a ambos jugadores para que no se ?escondan? en la parcela central o buscar los medios para que centrocampistas o laterales suban con suficiente entidad por las alas. Pero nada de esto ocurre. Domingo tras domingo -o s¨¢bado- el espect¨¢culo de un juego apelotonado, con fallos innumerables en las entregas, porque ni los mismos jugadores est¨¢n convencidos de esos avances retorcidos por el centro o se les nota que no saben qu¨¦ hacer con el bal¨®n, es aut¨¦nticamente lamentable.
En la primera parte, el Madrid lleg¨® a jugar al contraataque en casi todo momento, a la espera del corte o el fallo en la subida ordenada del Zaragoza. Por eso Santillana y, sobre todo, Aguilar y Juanito, en sendos tiros tras r¨¢pidas jugadas, produjeron las ¨²nicas ocasiones de peligro madridistas. Ni una sola vez fue capaz el cuadro blanco de hacer un avance ligado que terminara en peligro para Irazusta. El equipo ma?o, l¨®gicamente, trat¨® tambi¨¦n de retener lo m¨¢s posible el bal¨®n, pues el empate inicial le serv¨ªa de sobra para sus aspiraciones de escapar del descenso, aun sabiendo que Santander, Celta y Huelva ten¨ªan ya cavada su propia tumba. Pero una cosa es retener y otrajugar, y eso lo hizo muy bien, con el gran pero, eso s¨ª, de no forzar en sus ataques, cuando tambi¨¦n se pudo aprovechar de los fallos en la entrega rival. S¨®lo Juanjo, h¨¢bil individualmente, prob¨® por dos veces a Garc¨ªa Rem¨®n, que volver¨ªa a ser clave en el Madrid.
Comprobada, pues, la impotencia creativa madridista, la soluci¨®n de Molowny para la segunda parte fue l¨®gica y volvi¨® a servir. Se arriesg¨® a sacar a Roberto y los impotentes centros sobre el ¨¢rea se multiplicaron. A los cuatro minutos vino el gol y el partido se anim¨®. No import¨® ya que los marcajes zaragocistas superaran en general a sus rivales. Bast¨® aprovechar una jugada. Adem¨¢s, Guerini, que hab¨ªa ridiculizado a Garc¨ªa Hern¨¢ndez en el centro del campo, iba a poder cada vez menos con la fuerza de Stielike, controlada en la primera parte por el pegajoso O?aederra. Este, como queda dicho, aunque se sobra para no dejar tocar un bal¨®n raso a Roberto, no pudo impedir con sus veinte cent¨ªmetros menos de estatura que el delantero blanco marcara el primer gol. V¨ªctor, el otro centrocampista, quiz¨¢ fue el m¨¢s culpable de la falta de convicci¨®n mana, pues ante un Del Bosque disminuido con sus molestias musculares, debi¨® perderle el respeto bastantes m¨¢s veces. Y Amorrortu, que se emparej¨® con Pirri, al jugar retrasado -Benito qued¨® de l¨ªbero-, tambi¨¦n pudo apretar m¨¢s.
El Zaragoza, de todas formas, que antes de empatar, precisamente en uno de los pocos ataques de Amorrortu, estuvo a punto de conseguirlo ya si Garc¨ªa Rem¨®n no para el cabezazo de Alonso en la jugada m¨¢s bonita del partido, tuvo el m¨¦rito de no perder la calma ni el estilo de juego en todo momento. Sucedi¨®, sin embargo que tras el acierto de Irazusta en el penalti parado a Aguilar vino el de Stielike, aislado completamente, y que salv¨® al Madrid al dar el bal¨®n de oro a Juanito en el segundo gol. La desgracia ma?a termin¨® con la anulaci¨®n del gol de Alonso, que pareci¨® totalmente legal. Cabe lamentarlo, suspicacias incluidas, pero los partidos tienen noventa minutos para resolverse sin esperar a una jugada afortunada. Esta temporada ya se sabe que ¨¦sas siempre favorecen al Madrid.
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