Una pareja particular

Eduardo Molinaro, convertido esta vez en director de vaudeville y, a la vez, amable fustigador de miserias y prejuicios humanos, se ha servido de la conocida comedia de Jean Poiret para traernos una visi¨®n del mundo, si no nueva, al menos particular Ya en la temporada anterior, el cine anglosaj¨®n nos ofrec¨ªa un filme en el que una extra?a pareja de excelentes actores viv¨ªan su amor y fortuna, sus celos y sus l¨¢grimas, en un barrio de Londres. Este otro de Molinaro cuyo argumento en forma de comedia titulada ?La cage aux folles? inclu¨ªa en su reparto al autor, es algo m¨¢s risue?o, menos agrio. Su ¨¦xito se debe, en gran parte, al buen trabajo de Ugo Tognazzi, que en los ¨²ltimos tiempos parece haberse aficionado a vestir ropa de mujer con vistas a protagoniza empe?os de esta ¨ªndole.As¨ª, convertido en mis¨®gino protagonista, vive su vida, esta vez, con su amigo franc¨¦s, regentando entre ambos un local de travestis en Saint Tropez. El hecho de que tenga un hijo fruto de una juventud ortodoxa y que el muchacho, a trav¨¦s de su matrimonio, quiera entroncar con una familia apegada a la moral tradicional, pone en marcha un mecanismo que se evidencia al punto teatral y al que el realizador y su nutrido equipo de adaptadores no han querido o sabido dar forma nueva. Los equ¨ªvocos se suceden, como era de esperar, y aunque el realizador los vaya salvando y busque la comprensi¨®n, cuando no el inter¨¦s de los espectadores, salta a la vista que a no ser por el trabajo del reparto, todo el empe?o sat¨ªrico de la obra, su posible cr¨ªtica, su escaso valor humano, se desvanecer¨ªan en un instante, apenas comenzada la comedia.

En lo que se refiere al prol¨ªfico Molinaro, en otro tiempo gran esperanza de la nueva ola francesa, se le podr¨ªa aplicar con toda justeza aquella frase que abr¨ªa una de sus historias recientes: ?Cualquier cosa podr¨ªa ser otra cosa y todo tendr¨ªa el mismo sentido.? De igual modo, cualquier argumento, cualquier tema ha servido y sirve a¨²n a este realizador en sus ¨²ltimos tiempos, una vez lejos de toda preocupaci¨®n cinematogr¨¢fica. Ya se trate de Paul Guimard, Paul Maurand o Poiret, como en este caso, o simplemente de ayudar a poner en pie las comedias de Luis de Funes, se dir¨ªa que la vida para ¨¦l s¨®lo es cuesti¨®n de filmar y estrenar.