Oriol declara que convivi¨® dos semanas con Villaescusa, durante su secuestro
Con la declaraci¨®n de los secuestrados, Antonio Mar¨ªa de Oriol, presidente del Consejo de Estado, y del teniente general Emilio Villaescusa, efectuada en la ma?ana de ayer, lleg¨® al punto de m¨¢s expectaci¨®n el juicio celebrado en la Audiencia Nacional contra el comando de los GRAPO que secuestr¨® al segundo el 24 de enero de 1977. Los se?ores Oriol y Villaescusa declararon ante el tribunal que no hab¨ªan sufrido malos tratos f¨ªsicos por parte de sus secuestradores, y el se?or Villaescusa a?adi¨® que tampoco fue zaherido moralmente.
En la sesi¨®n de la tarde, el ministerio fiscal y los abogados de la defensa expusieron ante el tribunal sus informes finales, con lo que el juicio qued¨® visto para sentencia. La intervenci¨®n final de los procesados, tras preguntarles el presidente del tribunal si ten¨ªa algo que alegar, dio lugar al desalojo de la sala, al referirse aqu¨¦llos con tono despectivo a los magistrados que les hab¨ªan juzgado. ?Ustedes representan -pudo decir Enrique Cerd¨¢n Calixto- a otra clase que se basa en la explotaci¨®n. Pertenecemos al pueblo y tenemos nuestras propias leyes, que son distintas a las del tribunal, que no las comprender¨¢ jam¨¢s. Ustedes nos est¨¢n condenando y nos van a condenar.?La sesi¨®n de la ma?ana se inici¨® con la declaraci¨®n del se?or Oriol, que fue seguida de la del se?or Villaescusa, Los dos testigos lograron entrar en el palacio de Justicia despistando a los fot¨®grafos de prensa, pasando directamente al despacho del presidente del tribunal. En la sesi¨®n de la tarde anterior se dio fin al interrogatorio de todos los procesados.
Dos de ¨¦stos, Fernando Hierro Chom¨®n y Casimiro Gil Ara¨²jo, manifestaron que la familia Oriol hab¨ªa ofrecido 5.000 millones de pesetas a la organizaci¨®n de los GRAPO a cambio de la liberaci¨®n de su familiar. Un abogado defensor quiso determinar si la oferta fue de la citada familia o del Gobierno, a lo que dichos procesados contestaron que fue de la familia a trav¨¦s del Gobierno. No obstante, seg¨²n los procesados, la oferta fue desestimada porque no se ajustaba a los objetivos que se pretend¨ªan con el secuestro.
La declaraci¨®n del se?or Oriol se inici¨® con una advertencia. ?Considero -dijo- que hacerme preguntas sobre hechos relacionados con mi secuestro ser¨ªa rehabilitar ¨¦stos, cuando lo cierto es que han sido amnistiados.? El criterio del testigo fue admitido por el tribunal.
Dos semanas juntos
El se?or Oriol declar¨® que permaneci¨® secuestrado junto al se?or Villaescusa en un piso de la calle Sierra de Alcubierre, de Madrid, desde el 25 de enero al 9 de febrero de 1977. ?No fui maltratado f¨ªsicamente -respondi¨® a una pregunta-, ni tampoco lo fue, que yo sepa, el se?or Villaescusa. Yo nunca me quej¨¦ de malos tratos f¨ªsicos, sino de la situaci¨®n de falta de libertad en la que me encontraba.?
-?Qu¨¦ vida llevaban ustedes, y concretamente el se?or Villaescusa?
-Yo llevaba una vida normal. Desayunaba y pasaba la ma?ana leyendo y paseando. Le¨ªa un nuevo testamento que ten¨ªa, Al mediod¨ªa com¨ªa y escuchaba las noticias en TVE. Respecto al se?or Villaescusa, yo no vigilaba sus lecturas.
-?Tuvo noticia, durante su detenci¨®n, de que sus secuestradores iban a realizar otra operaci¨®n?
-No. Ignoraba los planes que tuviesen.
-?Vio armas en los pisos donde estuvo?
-No las vi, porque no me era f¨¢cil descubrirlas. Las que han quedado en mi retina han sido las dos pistolas Star con las que me apuntaban cuando me secuestraron.
La declaraci¨®n del teniente general Villaescusa se prolong¨® por m¨¢s tiempo que la del se?or Oriol, por versar el juicio sobre su secuestro. Con gran naturalidad y facilidad de palabra, el testigo fue contestando a las preguntas de los abogados menos a una, cuya respuesta le fue prohibida por el tribunal. ?Considera que sus secuestradores son terroristas?, fue la pregunta que el testigo no pudo contestar por expresa prohibici¨®n del tribunal.
El testigo afirm¨® de entrada que el trato fisico y moral que recibi¨® fue muy bueno. ?No me amenazaron nunca de muerte?, precis¨®.
-?Le explicaron que el secuestro de Oriol y el suyo eran una misma operaci¨®n?
-S¨ª. A m¨ª me dijeron que me secuestraron por las condenas a muerte de los consejos de guerra de El Goloso y ser yo presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, aunque est¨¢ claro que yo no intervine.
-?C¨®mo se produjo su liberaci¨®n?
-Llegaron a las dos y media de la tarde, cuando nos prepar¨¢bamos para comer, cuatro individuos vestidos a lo hippye. Hab¨ªa conmigo un hombre y una mujer. El hombre fue reducido, baj¨¢n lones, para impedirle la huida y la mujer fue obligada a sentarse en un sill¨®n. Uno de los individuos se dirigi¨® a m¨ª y me dijo que estaba liberado. Esperamos una hora y despu¨¦s lleg¨® un coche de la Polic¨ªa Armada.
-?C¨®mo fue su traslado de un piso a otro?
-Salimos a la M-30 y despu¨¦s tomamos la carretera de Extremadura. Yo iba sentado al lado del conductor. Llevaba una boina y gafas. Pasamos un control policial. En ese momento yo no hice ning¨²n movimiento. Cuando llegamos al piso, uno de mis custodios me dijo que gracias a que yo daba la impresi¨®n de estar enfermo hab¨ªamos pasado el control.
-?Estima usted que corrieron riesgo sus secuestradores cuando compraban las medicinas que eran necesarias para su dolencia?
-S¨ª, efectivamente. Creo que alg¨²n riesgo corr¨ªan.
-?Escribi¨® usted cartas?
-Escrib¨ª dos a mi mujer, que no fueron cursadas. Una tercera al ministro se?or Guti¨¦rrez Mellado, esperando que a trav¨¦s suyo tuvieran noticias de que viv¨ªa.
-?Vi¨® explosivos y armas en los pisos en que estuvo?
-No.
-?Qu¨¦ vida hac¨ªa?
-Hac¨ªa una vida normal, dentro de lo que pod¨ªa. Algunas veces jug¨¢bamos a las cartas.
En sus informes finales, el fiscal rebaj¨® levemente las penas solicitadas en un principio a los procesados, aparte de retirar la acusaci¨®n contra Encarnaci¨®n Mart¨ªnez de Santiago, que cuid¨® a los dos secuestrados. Los defensores, por su parte, pidieron la absoluci¨®n por entender que los hechos, que han sido confesados, ratificados y ampliamente expuestos por los procesados a lo largo del juicio, entran dentro de la ley de Amnist¨ªa votada por el Parlamento en octubre de 1977.
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