Indignaci¨®n del p¨²blico por la suspensi¨®n de la corrida del domingo
Cuando la autoridad decidi¨® suspender la corrida del domingo en Las Ventas (segunda de la feria de San Isidro), un grupo de subalternos intent¨® presionar para que se celebrara el festejo. Su proposici¨®n era que los veterinarios aceptaran el toro inv¨¢lido causante de la suspensi¨®n, y cuando por la tarde saltara al ruedo, si, como era presumible, protestaba el p¨²blico, fuera devuelto al corral.
El presidente de turno -que era el comisario Corominas- y los veterinarios de servicio se negaron rotundamente a prestarse a esta farsa, que habr¨ªa atentado contra los derechos del p¨²blico, y adem¨¢s supondr¨ªa falta grave en el desempe?o de las funciones que tienen encomendadas. La insistencia por parte de las cuadrillas, que aduc¨ªan precedentes en Barcelona y otras plazas, fue cortada tajantemente por el representante de la autoridad.La corrida de P¨¦rez Angoso hab¨ªa sido duramente criticada por la mayor parte de los aficionados que la vieron en la Venta del Bat¨¢n. Se trataba, en efecto, de reses escasas de trap¨ªo, impropias de la categor¨ªa de la plaza de Las Ventas. Cuando se efectu¨® el primer reconocimiento facultativo, en la ma?ana del s¨¢bado, los veterinarios rechazaron tres toros. La empresa pidi¨® cuatro toros m¨¢s al mismo ganadero y otros cuatro del hierro Antonio P¨¦rez, de todos los cuales s¨®lo tres reun¨ªan las condiciones m¨ªnimas exigidas para ser lidiados en plaza de primera categor¨ªa, y con ellos, m¨¢s los otros tres que hab¨ªan pasado el reconocimiento, se recompuso de forma definitiva la corrida, que lleg¨® a ser sorteada y expuesta al p¨²blico que hab¨ªa acudido a presenciar el apartado.
Fue en este momento cuando los veterinarios advirtieron que uno de los toros cojea a ostensiblemente de la mano izquierda; caminaba trabajosamente y lleg¨® a tumbarse. Ten¨ªa una invalidez no apreciada en el reconocimiento, lo que hace suponer que debi¨® golpearse contra alguna puerta, cuando le cambiaban de corraleta.
En estas condiciones, es obvio, no pod¨ªa ser enchiquerado y se propuso su sustituci¨®n, pero la empresa aleg¨® que no ten¨ªa m¨¢s reses de los hierros P¨¦rez Angoso y Antonio P¨¦rez. Ofreci¨® de otras divisas, pero esta soluci¨®n era inviable, pues en corridas de abono no pueden anunciarse toros de m¨¢s de dos hierros distintos. Diodoro Canorea propuso entonces acudir a la Venta del Bat¨¢n y escoger tres toros, que se unir¨ªan a los aprobados de P¨¦rez Angoso, pero la autoridad no lo acept¨®, dado que ya eran las dos y media de la tarde, y no daba tiempo a hacer el embarque y todas las operaciones de reconocimiento. Finalmente, el empresario decidi¨® coger toros de la corrida de Ram¨®n S¨¢nchez, anunciada para hoy, que estaban en los corrales de Las Ventas. Se llegaron a reconocer, y cuando se efectuaban las operaciones de pesaje, apareci¨® el ganadero (el cual, en contra de lo que cre¨ªa la autoridad, no hab¨ªa sido consultado) y neg¨® su autorizaci¨®n a que se fraccionara o se cambiara de fecha la corrida.
El comisario Corominas telefone¨® al gobernador civil para comunicarle cu¨¢l era la situaci¨®n, y ¨¦ste le respondi¨® que procediera de acuerdo con lo reglamentado. Vinieron entonces las presiones de los subalternos, pero la corrida fue suspendida. Con posterioridad, Diodoro Canorea manifest¨® que, en realidad, se aplaza al pr¨®ximo d¨ªa 30, y se celebrar¨¢ con el mismo cartel; es decir, Curro Bedoya, El Puno, Frascuelo, Juan Mart¨ªnez y toros de P¨¦rez-Angoso-Antonio P¨¦rez.
Una hora antes de la se?alada para comenzar el festejo se congreg¨® numeros¨ªsimo p¨²blico en los alrededores de la plaza. Dado que se trataba de corrida de feria y hac¨ªa el domingo en Madrid un espl¨¦ndido d¨ªa de toros, el ambiente era extraordinario. La gente se enteraba de la suspensi¨®n a medida que llegaba a Las Ventas y se formaron corrillos, donde los comentarios eran de disgusto. Centenares de personas hab¨ªan venido expresamente a la corrida desde los pueblos cercanos a Madrid y manifestaban su indignaci¨®n por que las imprevisiones de la empresa hubieran causado tanto trastorno.
Frente a la puerta principal y sobre todo frente a la de arrastre, el p¨²blico se arracimaba y se produjeron comentarios muy duros, en voz alta. Muchos aficionados gritaron: ??Fuera esta empresa! ?A Sevilla, a Sevilla! ? Quienes hab¨ªan acudido por la ma?ana al apartado comentaban que la corrida que lleg¨® a ser aprobada era desigual de presencia y adem¨¢s hab¨ªa dos toros cojos; de ellos, uno con manifiesta invalidez, por lo cual deduc¨ªan que la autoridad y los veterinarios hab¨ªan cumplido con su deber al rechazarlos cuando observaron la anomal¨ªa. La impresi¨®n general era que los responsables de la empresa hab¨ªan procedido con sorprendente ligereza, por no tener prevista la sustituci¨®n de unos toros cuya falta de presencia fue denunciada reiteradamente por los aficionados (tambi¨¦n por la prensa) durante todo el tiempo que permanecieron en la Venta del Bat¨¢n.
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