Algo sobre el trap¨ªo

Algo hay que decir sobre el trap¨ªo y sobre las exigencias de la afici¨®n de Madrid, a la vista del ejemplo que tenemos en la corrida de ayer (no creemos preciso remontarnos a -otros precedentes). El toro de Hern¨¢ndez Pla, que abri¨® plaza -de excepcional bravura, por cierto, como queda dicho en la cr¨®nica-, lucerito, entrepelao, bien armado y degollado, era peque?o. Y nadie lo protest¨®, porque ten¨ªa trap¨ªo. A¨²n m¨¢s: le tocaron las palmas cuando salt¨® a la arena. Es una falsedad -aqu¨ª est¨¢ la evidencia- afirmar que los aficionados madrile?os y la pol¨¦mica andanada exigen ?elefantes con cuernos?, ?reses de tal tama?o que no existen?, ?toro grande, ande o no ande?, como viciferan los taurinos de tercera divisi¨®n y alg¨²n ilustre representante de aquella afici¨®n oficial que hab¨ªa tiempo atr¨¢s y no se resigna a permanecer calladita. Los aficionados madrile?os lo que exigen es el toro de trap¨ªo -es decir, con la seriedad y el cuajo que manda su procedencia-, aunque sea terciado, como era el caso del hernandezpl¨¢. As¨ª que a los que dicen lo contrario, turur¨².