Se cumplieron las previsiones: no hubo nada
Plaza de Las Ventas. Cuarta corrida de feria. Toros de Celestino Cuadri, bien presentados, mansurrones, sosotes y manejables, blandos de patas. Segundo, devuelto por cojo. El sobrero, lidiado en quinto lugar, de Gerardo Ortega, con respeto, manso. Manolo Amador, media, rueda de peones, estocada enhebrada, aviso con m¨¢s de un minuto de retraso y tres descabellos (ovaci¨®n y saludos). Media estocada ca¨ªda. tirando la muleta (silencio). D¨¢maso Gonz¨¢lez, dos pinchazos. Media y rueda de peones (silencio). Dos pinchazos, estocada corta y rueda de peones (silencio). Manili, balonazo (palinas). Estocada ca¨ªda (palmas).Sucedi¨® lo previsto: que nada sucedi¨®. Un cartel de toros no puede ofrecer otras garant¨ªas que la autenticidad te¨®rica del mismo; que comparecer¨¢n los diestros anunciados; que una brillante banda de m¨²sica amenizar¨¢ el espect¨¢culo, etc¨¦tera. El de ayer, en cambio, ten¨ªa una originalidad: garantizaba el aburrimiento. Y cumpli¨®.
La gente estaba en ello y no llen¨® la plaza. Quiz¨¢ sea m¨¢s aproximado decir que la vaci¨®. En los tendidos de sol no hab¨ªa nadie, salvo los acomodadores, dos o tres parejas unos ni?os. Los acomodadores no tuvieron tajo y eso que ganaron (porque de propinas, nada); las parejas ligaban bronce; los ni?os ten¨ªan la gran pendiente del grader¨ªo para hacer el superm¨¢n. Esto es noticia: ninguno se cay¨®.
En cambio, los toros s¨ª se ca¨ªan. A las dos carreras ya doblaban la manos; tras las varas se iban de boca, y en el ¨²ltimo tercio aguantaban derechitos, excepto uno, que fue el tercero, al cual, tras la segunda costalada, hubo que levantarlo tir¨¢ndole del rabo.
Esto no quiere decir que carecieran de respeto, pues lo ten¨ªan. Lo de Cuadri, ya se sabe, tiene una cara poco agresiva, pero tambi¨¦n por este lado la presentaci¨®n era digna. Salvo uno, tomaron los puyazos reglamentarios, y m¨¢s. Con el peto reglamentarlo -lo decimos m¨¢s detalladamente en otro lugar- los toros dan mejor su medida de potencia y de bravura. Como no hab¨ªa monopuyazo se pudo comprobar que las reses iban a menos. Todas empezaron a arrugarse en la segunda vara y en la tercera volv¨ªan la cara.
Para la muleta no presentaron excesivas dificultades; uno pod¨ªa estar aplomado, otro no repetir las embestidas como fuera de desear, pero se les apreciaron buenas intenciones, lo cual no fue suficiente para que los espadas torearan seg¨²n mandan los c¨¢nones. Manolo Amador, por unos minutos, fue la excepci¨®n: a su primero le dio unos derechazos cargando la suerte.
No recordamos que, cuando estaba en activo, all¨¢ por los a?os sesenta, tuviera el reposo, el empaque Y el aroma con que instrument¨® esos muletazos. Luego, cuando se ech¨® la muleta a la ¨ªzquierda y cit¨® de largo en mal terreno. se llev¨® una voltereta espeluznante. Volvi¨® a los derechazos, con un coraje y un sentido de la responsabilidad que le honran, pero ya no hab¨ªa temple. En el otro toro se desconfi¨® y anduvo a la deriva.
El resto constituy¨® una sucesi¨®n de instant¨¢neas a cargo de malos toreros, cuyo relato no merece la pena, aunque algo habr¨¢ que decir, pues para eso estamos. Animoso como siempre, Manili dio la consabida larga cambiada de rodillas, ahog¨® las embestidas, intent¨® (incluso consum¨®) circulares, todo ello sin un m¨ªnimo de clase. Menos animoso que otras veces, D¨¢maso Gonz¨¢lez se meti¨® en el terreno del aplomado segundo para sacar alg¨²n muletazo violento, mientras con el quinto no pudo. Era este toro un sobrero de Gerardo Ortega, jabonero, con cuajo, manso, que se qued¨® sin picar y tuvo genio, sobre su pizca de sentido. Se revolv¨ªa ligero y D¨¢maso, maestro en circulares, reolinas, vueltas y revueltas no encontr¨® recurso v¨¢lido de ning¨²n tipo para sacud¨ªrselo del terno.
No se produjeron broncas en los tendidos. El toro m¨¢s cojo fue de vuelto al corral. Hubo otros tambi¨¦n cojos, m¨¢s el des¨¢nimo era tan grande en los grader¨ªos que afect¨® hasta a la capacidad de protesta. El caso era dejar pasar la tarde de rollo garantizado dispuesta por Canorea y comprobar al final que se cumpl¨ªan las previsiones: aqu¨ª no ha pasado nada.
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