El poder central y el Estatuto de Autonom¨ªa de Galicia
(De la Ejecutiva del Partido Obreiro Galego perteneciente a Unidade Galega)Mientras los estatutos de autonom¨ªa de Euskadi y Catalu?a est¨¢n a punto de ser negociados con la comisi¨®n constitucional del Congreso, la asamblea de parlamentarios de Galicia no comenz¨® a¨²n el estudio de Estatuto gallego, contrayendo por tanto una grave responsabilidad hist¨®rica. A pesar de que la disposici¨®n transitoria segunda de la Constituci¨®n considera por igual a Galicia, Catalu?a y Euskadi, por haber plebiscitado sus Estatutos durante la II Rep¨²blica, los parlamentarios gallegos a¨²n no han utilizado ese derecho constitucional, defraudando a los gallegos ante una ocasi¨®n hist¨®rica para dar respuesta a las necesidades pol¨ªticas y sociales de su propia naci¨®n gallega.
Mientras que las justas aspiraciones nacionales de Catalu?a y Euskadi son consideradas como problema de Estado, Galicia est¨¢ as¨ª de nuevo ausente del campo de las preocupaciones actuales de las instituciones pol¨ªticas y de los medios de informaci¨®n estatales. M¨¢s a¨²n, los gallegos tenemos que escuchar at¨®nitos c¨®mo alg¨²n ex ministro de Cultura propone que Galicia elabore un Estatuto de Autonom¨ªa original y no mim¨¦tico, respecto de los citados, encubriendo con esta f¨®rmula tanto un deseo de limitar el nivel de las competencias de autogobierno gallego como la evidencia de que no caben demasiadas originalidades dentro de la Constituci¨®n actual, si se pretende aprovechar ¨ªntegramente las limitadas posibilidades de autogobierno pol¨ªtico que ofrece. Es evidente que el retraso del Estatuto gallego no se debe a que Galicia tenga una identidad nacional objetiva menos clara y definida que Catalu?a y Euskadi. Por el contrario, el hecho nacional gallego est¨¢ fundamentado en tales caracter¨ªsticas culturales, ling¨¹¨ªsticas (la pr¨¢ctica totalidad de los gallegos entienden el gallego y el 85% lo hablan normalmente), sociales, econ¨®micas, etc¨¦tera, que permiten definirlo como el hecho nacional m¨¢s evidente de todo el Estado. No olvidemos adem¨¢s que en Galicia la opresi¨®n pol¨ªtica y cultural sufrida est¨¢ ¨ªntimamente relacionada con la dependencia econ¨®mica. causando el subdesarrollo, hecho que hace m¨¢s apremiante la necesidad de autogobierno, y que el gallego pertenece a una familia ling¨¹¨ªstica cuyo origen se encuentra en Galicia, el gallego-portugu¨¦s-brasileiro, y que ocupa un puesto entre las cinco o seis lenguas m¨¢s habladas del mundo (cosa que echa por tierra uno de los m¨¢s queridos argumentos del nacionalismo espa?ol, referente a la pretendida y exclusiva universalidad del castellano).
No son, pues, las caracter¨ªsticas objetivas que en un momento hist¨®rico configuran una nacionalidad las que motivan el retraso del autogobierno gallego. Por el contrario, la raz¨®n est¨¢ en el dominio pol¨ªtico electoral que UCD ejerce a¨²n en Galicia.
Durante muchos a?os los pol¨ªticos gallegos ligados al poder central se sintieron seguros, ignorando por completo las aspiraciones sociales y nacionales gallegas, sirvi¨¦ndose de Galicia como base de operaciones, como punto de apoyo para su carrera pol¨ªtica al servicio de los intereses econ¨®micos y culturales dominantes en el Estado. Pero estos pol¨ªticos gallegos no son m¨¢s que una parte modesta del aparato pol¨ªtico cultural dominante en el Estado, que est¨¢, a su vez, totalmente perplejo ante tres grandes retos interrelacionados que los desbordan: la profundizaci¨®n de la democracia, el autogobierno de las naciones del Estado y la crisis econ¨®mica. Un aparato pol¨ªtico del Estado que no desea la profundizaci¨®n de la democracia, puesto que pondr¨ªa en grave peligro su Poder, que es absolutamente enemigo de los autogobiernos nacionales, que no llegan ni siquiera a comprender intelectualmente (cosa que, por desgracia, no es privativa de la derecha) y que es incapaz de enfrentarse con la crisis econ¨®mica mediante la puesta en marcha de un nuevo tipo de desarrollo.
De todas formas, esta actitud de UCD tiene en el caso gallego un aspecto pedag¨®gico positivo: demuestra que no es posible llevar a la pr¨¢ctica un aut¨¦ntico autogobierno nacional m¨¢s que mediante fuerzas pol¨ªticas propias e independientes, mediante fuerzas pol¨ªticas aut¨®ctonas.
UCD en Galicia
Ante la actitud de la UCD en Galicia no caben m¨¢s que dos posibles explicaciones. La primera se refiere a que sea prop¨®sito del partido del Gobierno no admitir m¨¢s autonom¨ªas pol¨ªticas que la catalana y la vasca, siendo la gallega la primera de otras autonom¨ªas que no tuvieran m¨¢s que un car¨¢cter de descentralizaci¨®n administrativa. Incluso puede ocurrir que aquellos que siempre tuvieron en sus manos el aparato del Estado y el poder econ¨®mico, siendo por tanto responsables de las graves desigualdades econ¨®micas existentes entre los distintos pueblos del Estado, intenten ahora justificar la limitaci¨®n de los poderes auton¨®micos por la necesidad de fortalecer un poder central que pasar¨ªa a cumplir (a estas alturas) una funci¨®n redistribuidora de la riqueza y compensatorio en el desarrollo econ¨®mico territorial. La segunda explicaci¨®n no puede ser otra que la irresponsabilidad de la UCD gallega, pues, teniendo en sus manos la posibilidad de conseguir una r¨¢pida y amplia autonom¨ªa, no hace uso de ella por puro absentismo pol¨ªtico. una vez conseguidas las actas de diputado o senador ambicionadas, siguiendo en esto las pautas del caciquismo tradicional, siempre al servicio de intereses personales y carente del m¨¢s m¨ªnimo programa pol¨ªtico.
Fin del poder estatal
En cualquier caso, para los que militamos desde hace lustros en fuerzas pol¨ªticas nacionales gallegas est¨¢ cada vez m¨¢s claro que el reinado en Galicia del partido de turno en el Poder estatal est¨¢ llegando a su fin. Durante un extenso per¨ªodo hist¨®rico, el dominio sobre el aparato administrativo estatal en Galicia y sobre la red caciquil derivada del mismo constituy¨® una garant¨ªa de control pol¨ªtico y social de un pueblo gallego diezmado y envejecido por la emigraci¨®n, rural y no industrializado, empobrecido a pesar de sus riquezas naturales por la dependencia econ¨®mica, y marginado de una vida pol¨ªtica y cultural absolutamente ajena a su propia identidad nacional.
Pero las minor¨ªas est¨¢n a punto de ser mayor¨ªas. La lucha pol¨ªtica y cultural de la intelectualidad nacionalista, madurada por mil batallas afrontadas en siglo y medio de historia. Las luchas campesinas del primer tercio del presente siglo, la resistencia guerrillera y las luchas obreras antifranquistas, que en ciertos momentos (Ferrol y Vigo, en 1972) sirvieron de ejemplo a todo el Estado, no se realizaron en vano y dieron frutos evidentes.
La victoria de la izquierda en las principales ciudades en las pasadas elecciones municipales, el espectacular avance de la izquierda nacionalista desde las elecciones legislativas de 1977 hasta las municipales de 1979, en las que consiguieron porcentajes de votaci¨®n entre el 18% y el 25% en las grandes ciudades, y otros superiores al 50% en ciertas villas de importancia, el creciente prestigio de la lengua gallega, ¨²nica lengua pol¨ªtica popular en Galicia y lengua en la que se realiza una creaci¨®n original, y por tanto universal, la conciencia generalizada de la dependencia econ¨®mica y de las causas ¨²ltimas del subdesarrollo y la emigraci¨®n y la fuerza de las organizaciones obreras y nacionalistas en las grandes ciudades son todos ellos signos que presagian el fin del reinado en Galicia del partido del Poder.
En este sentido, el actual partido del Gobierno debiera tener en cuenta que existen fuerzas pol¨ªticas nacionalistas, como los partidos integrados en Unidade Galega, que admitimos la v¨ªa auton¨®mica como un inicio ¨²til y necesario del autogobierno nacional gallego, pero que estaremos en contra de cualquier recorte que se produzca en las competencias de autogobierno gallego respecto de las posibilidades constitucionales.
Sabemos que ser¨ªamos masivamente apoyados por el pueblo gallego si rechazamos cualquier descentralizaci¨®n administrativa que se pretendiera imponer bajo la apariencia de un Estatuto de Autonom¨ªa. Sabemos que, o bien UCD asume su grave responsabilidad actual apoyando con urgencia un Estatuto de Autonom¨ªa de Galicia, a la altura de los que justa y leg¨ªtimamente van a conseguir catalanes y vascos, o bien el apoyo popular electoral que acaba de recibir se esfumar¨ªa totalmente en la primera ocasi¨®n, dejando, inevitablemente, paso a las fuerzas de la izquierda y nacionalistas que defienden consecuentemente, los intereses de las clases trabajadoras y del pueblo gallego, sintetizando la indiscutible y objetiva identidad nacional de Galicia con su cada vez m¨¢s firme voluntad de autogobierno.
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