Julio Robles llama a la puerta de Madrid
Plaza de Carabanchel. Cinco toros de Carlos N¨²?ez y uno, lidiado en segundo lugar, de N¨²?ez Moreno de Guerra: terciados, mansos y flojos, se defend¨ªan en la muleta. El de N¨²?ez Moreno, boyante. El tercero, devuelto por cojo, se neg¨® a volver a los corrales, y tras media hora de intentos del mayoral, lo mat¨® Roberto Dom¨ªnguez. El sobrero fue de Carlos N¨²?ez. Curro Romero: bajonazo y dos descabellos (silencio). Dos pinchazos sin soltar a paso de banderillas, media rinconera y tres descabellos barrenando (bronca). Julio Robles: estocada trasera y tendida (oreja). Estocada baja y descabello (ovaci¨®n y saludos). Roberto Dom¨ªnguez: estocada (palmas). Bajonazo (silencio). Hubo una gran entrada y presidi¨® sin complicaciones el comisario Del R¨ªo.Julio Robles ha dado un fuerte aldabonazo a las puertas de Madrid. El diestro de Fontiveros, pleno de moral y de torer¨ªa. ha tenido una actuaci¨®n de torero cuajado, maduro. Sali¨® arrancado a por el triunfo, recibi¨® al toro con dos largas cambiadas de rodillas, algo que no es corriente de ver a este torero. Se estir¨® luego en tres ver¨®nicas y media; para bordar el toreo en el quite, dos ver¨®nicas y el remate de media ver¨®nica con las dos rodillas en tierra y el toro liado a la espalda. La faena fue un prodigio de medida, ni un muletazo de m¨¢s: dio justo los que ten¨ªa el toro. El triunfo, que fue importante, pudo ser de clamor sise hubiera ido detr¨¢s de la espada con agallas. Hubo dos series de naturales cargada la suerte, dos de derechazos, todo abrochado con el de pecho marcado al hombro contrario. y el adorno de unos trincherazos-, faena muy ligada, de gran temple y gusto.
Con el quinto estuvo torer¨ªsimo con el capote en un remate a una mano para dejar el toro en surte. Y. sobre todo. en media ver¨®nica. cargando la suerte en los mismos medios. El toro lleg¨® a la muleta aplomado y sin fuerzas. no parec¨ªa tener faena. Robles le tom¨® la distancia v. con suavidad y temple. sac¨® tres series de naturales y dos de derechazos, con desplante final dominador. Pero. una vez m¨¢s, le falt¨® irse tras el estoque para redondear una gran tarde. Julio Robles ha demostrado, y la afici¨®n lo comentaba, que hoy por hoy, es imprescindible en cualquier feria; toreros de su arte escasean.
Curro Romero fue aparatosamente cogido por el primer toro, al torear de muleta. Le cit¨® con los terrenos cambiados y el bicho, que no ten¨ªa arrancada, le prendi¨® por el musloy lo elev¨® por los aires: una vez en la arena, lo busc¨® para cornearlo, sin lograrlo, afortunadamente. Esto le quit¨® sus pocos ¨¢nimos; dio unos pases para quitarle las rnoscas y el consabido bajonazo. Con el capote le jalearo unas ver¨®nicas embarulladas y media sin apreturas. Al cuarto dej¨® machacarlo en varas, para despu¨¦s quitarle los pocos pases que ten¨ªa, por el procedimiento de tocarle las orejas y retirarle la muleta de la cara ech¨¢ndosela al suelo.
Roberto Dom¨ªnguez pas¨® la tarde desapercibido. Sin pararse ni una vez con el capote, con la muleta destoreaba. Citaba de perfil, con el estoque por delante y la pierna contraria atr¨¢s: luego, en lugar de embarcar la embestida y correr la mano, daba caderazos y echaba el toro hacia fuera. Cuando no, la muleta sal¨ªa tropezada, hecha un trapo entre los pitones.
Los n¨²?ez, adem¨¢s de no tener trap¨ªo, no ten¨ªan casta. Sin peligro, manejables, pero con media arrancada debido a su poca fuerza. S¨®lo el primero de Robles, que era n¨²?ez (pero rama Moreno Guerra) fue boyante. El resto, a varita por cabeza, eran ?zapatos?, con unos pitones enormes y destartalados pero sabiamente arregladitos.
Babelia
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