No a la OTAN
Diputado por la Uni¨®n del Pueblo Canario
Resulta incuestionable que la sola existencia de fuerzas armadas no puede ser el criterio decisivo de los objetivos de la pol¨ªtica de los Estados, sino que lo fundamental son los intereses de las fuerzas dominantes y las consecuencias de su pol¨ªtica.
Ser¨¢ totalmente contrapuesto el papel de una organizaci¨®n militar al servicio de los intereses de una minor¨ªa social explotadora de hombres y opresora de pueblos que aquella otra que se identifica con los intereses de la mayor¨ªa social explotada y oprimida del mundo. Y esto es lo que los pueblos del Estado espa?ol, todos los trabajado res y capas populares han de saber valorar a la hora, muy pronto venidera, de tomar una decisi¨®n trascendental en la perspectiva que ha apuntado el presidente Su¨¢rez en la sesi¨®n parlamentaria de investidura, de querer hacernos ingresar en la OTAN.
Y hay que decirlo claramente: la OTAN fue creada en el a?o 1949 por las potencias imperialistas no s¨®lo como instrumento de su pol¨ªtica, desde posiciones de fuerza en relaci¨®n con los pa¨ªses socialistas, sino tambi¨¦n para mantener, o hacer perdurar el mayor tiempo posible, el dominio colonial puesto en entredicho por el auge de los movimiento nacional-liberadores de Asia y Africa. A?os m¨¢s tarde, las firmas de pactos, como ANZUS (del oc¨¦ano Pac¨ªfico), SEATO (del Asia suroriental) y CENTO (del Oriente Medio en 1951, 1954 y 1955, respectivamente, confirman tal aserto, al ser la OTAN fundamento de los mismos.
Para allanarse el camino, los c¨ªrculos atlantistas espa?oles est¨¢n haciendo gala de muy buen pulso; se trata para ellos de poner en marcha el alineamiento militar sin precipitaciones ni alardes para evitar el espabilamiento de las fuerzas democr¨¢tico-populares antes de tiempo. Escurridizo sigilo que viene cortejado por las propensiones conciliadoras y la mezquina beligerancia que expresan con las instituciones del mundo capitalista los reformistas del PSOE y la ladina colaboraci¨®n de los oportunistas de Carrillo. Por ejemplo, para el se?or Azc¨¢rate, miembro de la direcci¨®n del partido que encabeza Santiago Carrillo, la OTAN es poco menos que una bendici¨®n ca¨ªda del cielo. En declaraciones a la revista Encounter, Azc¨¢rate se?ala: ?La OTAN ha creado una zona de seguridad en Europa occidental que abarca aquellos pa¨ªses que, como Espa?a, no son miembros de la Alianza. Por tanto, disfrutamos de protecci¨®n directa contra la posibilidad de intervenci¨®n sovi¨¦tica. Es un hecho positivo con referencia a la OTAN...? (Diario 16 del 12 de febrero de 1979).
En este marco, creemos que las fuerzas democr¨¢tico-populares han adquirido como responsabilidad se?era la de situar los t¨¦rminos del problema en la calle, pugnando por conformar un estado de opini¨®n que incline la correlaci¨®n pol¨ªtica a favor de los que optan por nuestro no alineamiento, la salvaguardia de la soberan¨ªa, la neutralidad y la paz. Hay que desplegar un movimiento que haga embarrancar la estrategia de UCD enfilada a que se dirima una cuesti¨®n de tanta trascendencia en el Congreso, con el m¨ªnimo de ?alboroto?. UCD quiere llevar el agua a su molino, pues es consciente de que en esos medios, los parlamentarios, la balanza ya est¨¢ inclinada. Pero s¨ª esto lo sabe UCD, a nosotros ni se nos escapa ni nos debe imbuir de fatalismo.
Para nosotros, la lucha contra el ingreso en la OTAN se halla estrechamente vinculada a la lucha contra la prepotencia del gran capital multinacional, la oligarqu¨ªa estatal y la involucraci¨®n del Estado en la estrategia general del imperialismo; a la defensa de la soberan¨ªa de los pueblos, del derecho a la autodeterminaci¨®n de los mismos; a la lucha por que el Estado espa?ol desempe?e un papel constructivo en un problema crucial de nuestra ¨¦poca, como es el de la guerra y la paz; por la coexistencia pac¨ªfica entre Estados, el desarme y la distensi¨®n.
La experiencia hist¨®rica es vivo testimonio de que la OTAN es una instituci¨®n presta a volear su influencia y emplear sus medios en defensa de los intereses de las grandes compa?¨ªas internacionales, del imperialismo y de las oligarqu¨ªas locales. La estela de la OTAN en este sentido es muy enjundiosa: la OTAN ejerce sobre sus Estados miembros continuas advertencias y presiones ante la eventualidad de que los comunistas accedan a sus Gobiernos; fue la mano de la OTAN quien fragu¨® el ?Plan Prometeo?, que dio paso al golpe militar fascista de los coroneles en Grecia, bloqueando el proceso griego de extensi¨®n y profundizaci¨®n de las libertades pol¨ªticas democr¨¢tico-formales; la OTAN intrig¨® notablemente contra la revoluci¨®n portuguesa en la fase en que ¨¦sta no s¨®lo cuestionaba las formas de poder fascistas, sino que tambi¨¦n pon¨ªa en peligro la base econ¨®mica del poder olig¨¢rquico de los terratenientes, de los grandes industriales y banqueros ligados a las finanzas internacionales. Pero dejemos hablar en este cap¨ªtulo a Joseph Luns, secretario general de la OTAN: ?Es posible que peligre la estabilidad pol¨ªtica de ciertos pa¨ªses deja OTAN si los partidos comunistas ganasen mas apoyo popular del que tienen actualmente. Pienso en pa¨ªses como Italia. Portugal se ha alejado de un serio peligro de toma del poder por los radicales de izquierda.? (EL PA?S del 5 de abril de 1977.)
Pero la actividad reaccionaria de la OTAN no se agota en el marco de sus Estados miembros; por el contrar¨ªo, tiene en su haber no pocos actos agresivos contra los pueblos que luchan por romper los grilletes de la dependencia imperialista. En su tiempo, la OTAN prest¨® ?generosa? ayuda a los franceses en su pol¨ªtica colonialista en T¨²nez, Argelia e Indochina; a Holanda, en Indonesia; respald¨® la intervenci¨®n anglo-americana en 1958 en L¨ªbano y Jordania, y la agresi¨®n belga en el Congo. Recientemente la OTAN no se ha detenido ante escr¨²pulos a la hora de socorrer a un tirano como Mobutu; de conspirar contra la independencia real de Angola; de echar una mano a Hassan contra el pueblo saharaui; de combatir la revoluci¨®n et¨ªope y al pueblo de Chad, y de urdir planes orientados a liquidar a Chipre (isla en la que mantiene bases militares con m¨¢s de 50.000 soldados) como Estado independiente y part¨ªcipe activo del movimiento de los no alineados. La OTAN se desvivi¨® por evitar la ca¨ªda del sha en Ir¨¢n y hoy le obsesiona poder dejar a medio camino la revoluci¨®n iran¨ª.
Sin embargo, este rosario le parece a¨²n peque?o al comandante en jefe de la OTAN, general Haig, cuando se?ala: ?Los aliados europeos no pueden permanecer confiados en que EEUU, con m¨¢s o menos ¨¦xito, defienda nuestros intereses independientes en todas las regiones geogr¨¢ficas de las que depende nuestra seguridad.?
Tampoco cabe acusar de mezquindad a la Alianza Atl¨¢ntica por su comportamiento con la camarilla aventurera y militarista que gobierna China; pocas cosas ser¨ªan m¨¢s injustas que esa acusaci¨®n. Los modos de la OTAN con las autoridades chinas no pueden ser m¨¢s versallescos y generosos, prometiendo ir a m¨¢s. Ah¨ª queda, como buena prueba, un sofisticado programa de ayuda militar apadrinado por la pasada cumbre de dirigentes del mundo capitalista celebrada en Guadalupe. Y hay buenas razones para tanta generosidad: los hechos son tan evidentes que no hay necesidad de extenderse mucho en ello. Joseph Luns nos ahorra palabras: ?La irrupci¨®n de China en los ¨²ltimos meses no es, ni mucho menos, perjudicial... Seg¨²n nuestra forma de entender la situaci¨®n mundial, esto constituye un factor formidable... China ha aliviado los problemas de la OTAN.? (EL PA?S del 5 de abril de 1977).
Si la plena incorporaci¨®n del Estado espa?ol a la OTAN da pie, de por s¨ª, a que se plantee un gran combate pol¨ªtico, much¨ªsimas mayores razones a¨²n para ello nos da la perspectiva de Canarias y, en especial, a los que propugnamos por una Canarias libre y socialista, por el reconocimiento de sus derechos nacionales. No hay que tener vista de lince para percatarse de que la cotizaci¨®n atlantista de Canarias se eleva con la misma rapidez con que se transforma la correlaci¨®n pol¨ªtica del continente africano, al son de un poderoso torrente de lucha liberadora, que ha ?pasaportado? a mejor vida un buen manojo de reg¨ªmenes putrefactos y colocado a otros de la misma catadura en situaci¨®n poco envidiable. En sus c¨¢lculos, tampoco desprecian los c¨ªrculos dirigentes de la Alianza Atl¨¢ntica la potencialidad revolucionar¨ªa de la realidad canaria y el ascenso de los niveles de organizaci¨®n y esp¨ªritu combativo de sus capas populares.
En un contexto como este, que tiene, soliviantada a la OTAN, Canarias, al abrigo de su encuadre pol¨ªtico y por conceptos geogr¨¢ficos, despierta singular glotoner¨ªa a la c¨²spide aliancista. No hemos necesitado de ning¨²n or¨¢culo para llegar a esta conclusi¨®n y sobre ello ya han sido lo suficientemente expl¨ªcitos los dirigentes de la OTAN. El propio se?or Su¨¢rez se preocup¨® de ventilar dudas en su pasada intervenci¨®n en el Congreso, al confiar al archipi¨¦lago la ?honorable? misi¨®n de proteger el flanco Sur de tan poco ?inmaculada? organizaci¨®n.
Resulta por eso evidente que, am¨¦n del fortalecimiento de la reacci¨®n interna de las posiciones del capital for¨¢neo que saquea las islas, que los riesgos y las consecuencias de toda ¨ªndole que el ingreso del Estado espa?ol en la OTAN acarrear¨ªa para Canarias tienen especial resonancia. T¨¦ngase en cuenta, por ejemplo -aparte del salto cualitativo que representan para espacios fisicos tan reducidos los posibles ?percances? at¨®micos similares a los de Pensilvania-, las dificultades complementarias que el alineamiento militar de Canarias reportar¨ªa para la insoslayable proyecci¨®n africana de nuestro desarrollo.
Por lo mismo, son particularmente elevadas las obligaciones que el hecho impone a los canarios que optan por el no alineamiento y la neutralidad. No es casual que, por el momento, sea nuestro archipi¨¦lago la parte del Estado que manifiesta mayor sensibilidad frente a la posible incorporaci¨®n a la OTAN. Como agua de mayo ya hemos presenciado por aqu¨ª un nivel de movilizaci¨®n -aunque bajo a¨²n, sobresaliente al del resto de los pueblos del Estado espa?ol- que ha comenzado a desentumecer a los mism¨ªsimos partidos parlamentarios, renuentes hasta hace muy poco tiempo a levantar la voz en aras de un fatal ?consenso?; a formaciones pol¨ªticas extraparlamentarias, a ciudadanos independientes y que, incluso por razones en las que hoy no entramos pero no dejan de ser sintom¨¢ticas, se ha filtrado en ambientes proatlantistas como los de UCD, cuyos compromisarios isle?os al ¨²ltimo congreso de su partido prefirieron abstenerse que votar la resoluci¨®n pro OTAN
Mas es lo cierto que el problema de la proyectada gran base aeronaval de Arinaga y su soluci¨®n no es cuesti¨®n aislada, sino que est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la que se plantea globalmente con la OTAN y con la renovaci¨®n del vigente Tratado Bilateral Hispano-Americano, responsable de la persistencia de bases como Rota, Torrej¨®n, Mor¨®n y Zaragoza, y, en definitiva, ligada con la movilizaci¨®n y solidaridad o no de todos los pueblos del Estado espa?ol enfrentados a los intereses del imperialismo, de la oligarqu¨ªa estatal espa?ola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.