La factura financiera de la pol¨ªtica municipal
Catedr¨¢tico de Universidad
Hemos asistido a la constituci¨®n de los ayuntamientos resultantes de las elecciones locales. Ante la filiaci¨®n pol¨ªtica de sus alcaldes y, por tanto, de las agrupaciones de concejales que los han elegido, resulta una clara y generalizada diferencia ideol¨®gica entre estos ¨²ltimos y el partido titular del Gobierno general. Esta distribuci¨®n de ¨¢reas de ejercicio del poder pol¨ªtico y, sobre todo, de actividades administrativas es, en principio, conveniente para los espa?oles por cuanto ha de surgir, o debe surgir, una noble y empe?ada emulaci¨®n para lograr los m¨¢s ambiciosos objetivos en el bienestar cultural y material de todos.
Pero toda actividad de las administraciones p¨²blicas, tanto en el orden general como en el orden territorial, tiene un coste financiero. Nada se puede llevar a cabo en la esfera pol¨ªtica sin financiaci¨®n. La pol¨ªtica nada es sin administraci¨®n y la administraci¨®n no existe, sin financiaci¨®n propia o ajena. S¨¦ que los pol¨ªticos se rebelan contra los condicionamientos administrativos y financieros, tanto porque son factores limitativos de sus propias metas pol¨ªticas, como porque traslada a los t¨¦cnicos la instrumentaci¨®n de su pol¨ªtica y a ¨¦stos corresponde decidir realmente en t¨¦rminos de posibilismo. De aqu¨ª que los pol¨ªticos se hagan t¨¦cnicos y que los t¨¦cnicos accedan a la pol¨ªtica aunque los tachen de tecn¨®cratas. Pero volvamos al tema que encabeza las presentes reflexiones.
La administraci¨®n municipal espa?ola, regida en su mayor¨ªa por quienes no tienen responsabilidades en el Gobierno general del pa¨ªs, ha de intentar facilitar los bienes p¨²blicos y prestar los servicios p¨²blicos que demanda la poblaci¨®n del respectivo t¨¦rmino o territorio. El hacer coincidir las ¨¢reas de revelaci¨®n de las necesidades p¨²blicas y de provisi¨®n de las mismas es el argumento m¨¢s poderoso a la hora de razonar -dial¨¦ctica no visceral- las autonom¨ªas territoriales. Pero de esta identidad geogr¨¢fica de las necesidades y de las decisiones p¨²blicas siempre surge un notable incremento de las exacciones tributarias por la propia proximidad de los demandantes. Mas, ?c¨®mo van a obtenerse los recursos p¨²blicos que precisan los ayuntamientos recientemente constituidos?
Suponiendo que las haciendas municipales, inicien esta nueva etapa con tesorer¨ªa (cualquiera que sea su fuente de financiaci¨®n) y sin d¨¦ficit presupuestario de ejercicios precedentes -que no deja de ser una hip¨®tesis optimista, dada la cr¨®nica insuficiencia financieras de los municipios espa?oles-, no pueden esperar que la Hacienda general o estatal ceda m¨¢s recursos de los que ya ha cedido. La Hacienda estatal bastante tiene con atender las necesidades colectivas que est¨¢n a su cargo y con aguantar la sangr¨ªa de las autonom¨ªas territoriales no municipales. Las haciendas municipales habr¨¢n de dirigir sus exacciones al campo de lo que ha dado en llamarse ?recursos propios?.
Precios y tasas
En esta v¨ªa estan, en primer lugar, los precios y las tasas siempre que cubran el coste total de los respectivos bienes y servicios p¨²blicos. Aqu¨ª no hay m¨¢s limitaciones que las resistencias de los usuarios o consumidores de los bienes y servicios municipales. Si estos ¨²ltimos se prestan con calidad y con eficacia, es de esperar que una ancha franja de la actividad municipal sea as¨ª atendida y financiada. Ello supondr¨¢, indefectiblemente, un paso m¨¢s en la municipalizaci¨®n o colectivizaci¨®n -por no decir socializaci¨®n- de nuestras necesidades individuales. Tambi¨¦n puede provocar -por qu¨¦ no apuntarlo- el rechazo vecinal, pues es bien sabido que quienes demandan servicios p¨²blicos desean que la factura sea pagada por los dem¨¢s o que, al menos, no se pague por ellos en funci¨®n del coste para el usiario o consumidor, sino de acuerdo con la capacidad econ¨®mica de este ¨²ltimo. La asignaci¨®n del ?principio de beneficio o de equivalencia? para la hacienda municipal, que a comienzos de este siglo postul¨® el profesor Flores de Lemus, no cuenta con el respaldo de la conciencia social de nuestros d¨ªas.
Agotado este escal¨®n de las fuentes financieras propias e indiscutibles de los municipios, ¨¦stos han de recurrir a los impuestos ya establecidos y a los que puedan establecer. Los impuestos ya establecidos pueden rendir mayores recaudaciones que las actuales mediante una gesti¨®n eficiente o mediante una elevaci¨®n de tipos de gravamen. ?Est¨¢n las administraciones locales en condiciones de responder adecuadamente a las dificultades t¨¦cnicas que son consustanciales en todo impuesto justo? Los grav¨¢menes sobre solares, de radicaci¨®n, sobre incrementos de valor de los terrenos, sobre gastos suntuarios, etc¨¦tera, que hoy constituye la imposici¨®n -?aut¨®noma?- municipal son de administraci¨®n dif¨ªcil, aparte de bordear o incidir en capacidades econ¨®micas ya sujetas a los tributos de la Hacienda general o del Estado.
Impuestos "nuevos"
Restan los impuestos a ?estrenar? o a ?resucitar? en el ¨¢mbito municipal. Determinados consumos -incluido el del agua-, las construcciones inmobiliarias, los traspasos de negocios y pocas capacidades econ¨®micas m¨¢s pueden ser hoy fuentes de recursos para las haciendas municipales espa?olas. No obstante, habr¨¢ que evitar se conciban como impuestos ?nuevos? lo que s¨®lo son meros, ?arbitrios? o disfrazada reiteraci¨®n tributaria (superimposici¨®n o sobreimposici¨®n) sobre ciertas unidades productivas o familiares.
Orientaciones
Quedan expuestas las alternativas que se ofrecen a unos ayuntamientos que desear¨¢n presentar, adem¨¢s de una administraci¨®n correcta y ¨®ptima de los recursos disponibles, una mejora y un incremento de los servicios p¨²blicos en el respectivo t¨¦rmino municipal. Una vez m¨¢s, y qui¨¦rase o no admitir, la pol¨ªtica pasa la factura al contribuyente. Adem¨¢s, trat¨¢ndose de la pol¨ªtica municipal, se puede caer en el taifismo fiscal, que romper¨¢ inevitablemente cualquier sistema tributario racional y justo que desde el Estado se establezca a golpe de reformas materiales y administrativas.
Son, en efecto, pocas las opciones tributarias y muchos los riesgos de reparto sin equidad del coste financiero de la pol¨ªtica municipal, por lo que habr¨¢ que actuar en l¨ªneas de coordinaci¨®n y de administraci¨®n compartida (Estado m¨¢s municipios). Estimo que as¨ª lo esperan los espa?oles y bien merecen que ello se intente con buena voluntad y con criterios de justicia social, que s¨®lo pueden realizarse en ¨¢mbitos de solidaridad y de administraci¨®n conjunta.
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