Carlos Sanz

Huelga casi decir que los ¨®leos, dibujos, collages y cajas que expone Carlos Sanz no son sino elementos aparentemente dispares dentro de una com¨²n coreograf¨ªa, fragmentos de un solo canto, en el que, posiblemente, las cajas poseen el timbre de mayor novedad.Es esta la primera vez que se aventura con ¨²tiles que no sean el lienzo y el ¨®leo, el papel de dibujar y la tinta. Si tomamos como referencia su obra anterior, sus ¨®leos y dibujos dan cabida a un mayor espacio en profundidad, no menos sofocante, pero s¨ª m¨¢s complejo; el necesario para construir el escenario donde pasan las cosas o transcurre la vida, o donde, por el contrario, nunca pasa nada desde hace tiempo, aunque la vida siga transcurriendo.

Es el deseo de mostrar que en alg¨²n momento ha pasado la vida, esa vida que Carlos Sanz describe en sus cuadros detenida y en suspense, la idea que subyace en sus curiosas cajas, peque?os sarc¨®fagos calcinados que guardan retazos de seres vivos: huesecillos, filamentos, huellas para el arque¨®logo, restos de un caos que el artista rescata.

Los collages, cercanos a su modo de hacer en pintura, son abstractos fotomontajes de factura donde reaparece el feroz realismo de Carlos, en el que el m¨²sculo se transforma en fibras y la piel en rugosidades, porque, como nos advierte F. J. Usabiaga, "con mirada incesante, sin p¨¢rpados, se contempla y contempla el entorno, re vel¨¢ndolo con el ¨²nico ingrediente posible: el ¨¢cido".