La Constituci¨®n de 1949, avanzada para su tiempo
El enorme despegue econ¨®mico de Alemania Federal se ha visto jalonado por un curso pol¨ªtico que ha variado desde un ambiente institucional progresista, al final de la segunda guerra mundial, hasta la rigidez actual para que una sociedad democr¨¢tica como la alemana se muestre receptiva ante la contestaci¨®n y la autocr¨ªtica. corresponsal de EL PAIS en Bonn, aborda en este segundo cap¨ªtulo de la serie sobre la Rep¨²blica Federal de Alemania el proceso global del pa¨ªs m¨¢s poderoso de Europa occidental.
El 12 de mayo de 1949 los sovi¨¦ticos hab¨ªan levantado el bloqueo de Berl¨ªn occidental, una extra?a medida para convencer a Occidente de que en lo sucesivo la ex capital del Reich deber¨ªa convertirse en elemento de negociaci¨®n o de presi¨®n, seg¨²n los casos.Tres d¨ªas despu¨¦s, ocho millones de alemanes daban su voto favorable a la lista comunista en las elecciones para el Congreso Popular de la zona administrada por los sovi¨¦ticos. Cuatro millones votar¨ªan otras opciones. Al ser aprobada la nueva Constituci¨®n de Bonn, el 23 de mayo siguiente, quedar¨ªa consumada de hecho, por voluntad de las cuatro potencias, una divisi¨®n alemana que recibir¨¢ su s¨ªmbolo m¨¢s palpable con la construcci¨®n del muro berlin¨¦s en 1961. Seis a?os antes hab¨ªa ingresado la RFA en la OTAN. Hasta 1970 no comenzar¨¢ el deshielo de la guerra fr¨ªa, cuando los socialdem¨®cratas inician sus primeros contactos formales tras las visitas del entonces canciller Brandt a Erfurt y de los pol¨ªticos germano-orientales a Kassel.
Desde 1955 Alemania hab¨ªa dejado de ser un pa¨ªs ocupado por potencias extranjeras. El 2 de mayo de 1974 quedar¨ªan abiertas las respectivas representaciones diplom¨¢ticas en Bonn y Berl¨ªn, sin categor¨ªa de embajadas, puesto que la RFA no ha reconocido expresamente el car¨¢cter de naci¨®n de la RDA.
La crisis de los treinta a?os
Desde los primeros meses de posguerra hasta hoy, han cambiado mucho las cosas en la vida p¨²blica alemana, los dos Estados alemanes por separado, vinculados a sus respectivas alianzas, han logrado situarse en cabeza de los dos bloques, cada uno en el lugar preferente al lado de las dos superpotencias madrinas. La RFA es el segundo pa¨ªs industrial de la Alianza Atl¨¢ntica, y la RDA, del Pacto de Varsovia. Las dos experimentaron un ?milagro econ¨®mico? en la d¨¦cada de los a?os sesenta, las dos recurrieron a importar mano de obra extranjera y las dos pasan ahora por una crisis de identidad.
Seg¨²n un caricaturista del semanario socialdem¨®crata Vorwaerts, la ley fundamental de Bonn es tan perfecta que hasta Dios recurre a ella de vez en vez para no cometer errores. Quienes redactaron su texto desearon que su contenido respondiese a algo m¨¢s que una Constituci¨®n en sentido tradicional: por ello la calificaron de ?ley fundamental?. Para el polit¨®logo Von Krockw, su car¨¢cter m¨¢s importante es la tolerancia. ?Respecto de qui¨¦n o de qu¨¦?, se preguntan ahora ciudadanos sindicalistas y pol¨ªticos no conformistas. El profesor Fritz Eberhard, el ?padre de la Constituci¨®n? m¨¢s viejo de los que a¨²n viven, es uno de estos cr¨ªticos: ?El conjunto de medidas de excepci¨®n introducidas posteriormente a 1949 no es m¨¢s que un intento de alterar la Constituci¨®n con base en la propia ley fundamental. Ahora, cada intento de progreso democr¨¢tico se califica y persigue como comunista.?
La aplicaci¨®n de la ley fundamental por el ejecutivo y la, interpretaci¨®n que hace de ella la oposici¨®n conservadora han producido un serio desconcierto entre los alemanes federales. El Instituto de Democracia de Allensbach pregunt¨® el pasado mes de abril a una amplia muestra de ciudadanos sobre conocimientos y actitudes respecto de la Constituci¨®n. El resultado fue desconcertante en muchos puntos. Un 39 % de los entrevistados pens¨® que pertenec¨ªa a la ley fundamental de la RDA el art¨ªculo 20 de la Federal, que dice: ?Contra cualquiera que intente derribar este orden (democr¨¢tico) les asiste a todos los alemanes el derecho a la resistencia cuando no fuera posible otro recurso.? Si el hombre de la calle opina as¨ª, al menos el funcionario debe encontrarse en mejores condiciones para distinguir entre la legislaci¨®n de ambos Estados alemanes. Pero los entrevistadores llegaron a una conclusi¨®n aun m¨¢s sorprendente: el 41 % de los funcionarios del Estado cre¨ªan que efectivamente este art¨ªculo pertenec¨ªa a la ley b¨¢sica de la Alemania comunista y eso que el 68 % de los alemanes dicen estar satisfechos con su Constituci¨®n.
En los ¨²ltimos meses se han producido estudios de opini¨®n que han conmocionado a los alemanes. Seg¨²n una encuesta del citado instituto, el 48 % de los estudiantes universitarios alemanes se confiesa de izquierdas, mientras que s¨®lo el 14 % dice orientarse a la derecha. A este estudio de diciembre ¨²ltimo sigui¨® otro del Instituto Infratest, con el que se pretend¨ªa devolver la quietud al ¨¢nimo del pa¨ªs: s¨®lo 2,32 millones de alemanes integran el ? potencial de la protesta ?. S¨®lo un 25 % de los alemanes tolerar¨ªa la presencia de un comunista en un puesto docente o administrativo por cuenta del Estado. Aquella Constituci¨®n liberal de 1949, parece haber producido ahora efectos contrarios a los iniciales. El profesor Eberhard dice que ?el anticomunismo no est¨¢ anclado en la ley fundamental?, y una prueba de ello es que en los problemas sociales fue una aspiraci¨®n en los comienzos de la nueva Alemania crear un sistema de cooperaci¨®n entre socialdem¨®cratas, centristas y comunistas.
En los comienzos de la d¨¦cada del milagro, en los a?os sesenta, surgieron los primeros indicios, inquietantes de hasta d¨®nde puede llegarse en la aplicaci¨®n menos adecuada de la ley fundamental. Axel Eggebrecht refiere un caso en su libro Los viejos airados: en 1960 fue multado un hombre en Munich por criticar a la polic¨ªa. Un tribunal fall¨® en su contra, alegando que ?un ciudadano no tiene derecho a expresar p¨²blicamente su enojo contra la polic¨ªa, incluso cuando ¨¦sta haya actuado contra el derecho?. Entre los diez viejos airados, todos ellos pertenecientes a la ¨¦lite espiritual de la RFA, figuran el ex general Wolf Baudissin, propagador de la imagen del militar como ?ciudadano de uniforme?, el premio Nobel de Literatura Heinrich Bo?l y los escritores Eugen Kogon y Jean Amery.
Un pueblo de optimistas, que no lo es tanto
Para el general, los conservador del pa¨ªs ?no han comprendido que al ser derrocado el Tercer Reich no signific¨® esto que los militares se hiciesen dem¨®cratas de repente?. Ante el desarrollo de las tres d¨¦cadas constitucionales, los diez airados se muestran casi sin excepci¨®n desenga?ados del cariz que ha ido tomando el pa¨ªs. Tras la hora cero no se cre¨® desde los cimientos una nueva universidad, nuevas fuerzas armadas, nuevo orden de convivencia, sino que se procedi¨® a una restauraci¨®n de estas instituciones y de otras muchas. Para ellos, la sola letra de la Constituci¨®n y una efectiva transformaci¨®n de las conciencias hubieran hecho imposible la revoluci¨®n estudiantil de los a?os sesenta, que precisamente naci¨® en Alemania, ni el clima de temor actual en los medios liberales cr¨ªticos, ni el fen¨®meno del terrorismo, con todas sus consecuencias de dudosa interpretaci¨®n de la letra constitucional por el poder ejecutivo y el judicial.Aunque el n¨²mero de nost¨¢lgicos de otras ¨¦pocas, concretamente del Tercer Reich, es peque?o seg¨²n el ministro del Interior, no deja de sorprender que aumente el porcentaje de quienes piensan que la Constituci¨®n de 1949 no ha agotado toda su potencialidad como medio de garant¨ªa para el ciudadano. En pleno esplendor de la RFA en el sector econ¨®mico, el 22 % de los alemanes teme perder su puesto de trabajo. Esto ha producido una animosidad creciente contra el trabajador extranjero, pieza clave del ?milagro econ¨®mico? y que ahora aparece como un competidor o causa de problemas. De cada tres alemanes, dos piensan que la vida se pone cada vez m¨¢s dificil. Esto no obsta para que el alem¨¢n, sobre todo cuando establece contacto con un ciudadano de otra nacionalidad i apenas se reprima en ensalzar los m¨¦ritos productivos de este pueblo que, seg¨²n Goethe, cree pertenecer todo ¨¦l a ?una minor¨ªa selecta?.
Un agudo polemista, en relaci¨®n con la aplicaci¨®n de la Constituci¨®n, el ex ministro federal y l¨ªder socialdem¨®crata de Baden-W¨¹rttenberg, Erhard Eppler, ha comentado respecto de la aparici¨®n de un folleto elaborado por la Comisi¨®n de Derechos Fundamentales del Partido Socialdem¨®crata, a la que pertenece: ?Existe el peligro de que se trate de presentar como constitucionales objetivos pol¨ªticos y puntos de vista particulares que no lo son.? En el folleto en cuesti¨®n se dice: ?La Constituci¨®n no quiere ni puede ser una regulaci¨®n perfecta y completa de la vida estatal y social. Por ello, nuestra pol¨ªtica no puede ser un simple complemento de aqu¨¦lla.? La RFA se encuentra en una etapa de replanteamiento constitucional, aunque la gran mayor¨ªa del pa¨ªs no piense en una reforma restrictiva de la ley fundamental. El Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales est¨¢ cada vez m¨¢s ocupado. La dudosa cooperaci¨®n de los distintos cuerpos de polic¨ªa en materia de orden pol¨ªtico, la puesta en pr¨¢ctica de la cogesti¨®n en la empresa, los derechos de reuni¨®n, manifestaci¨®n y de libre expresi¨®n, el derecho familiar, el orden acad¨¦mico, ¨¦stos y otros muchos m¨¢s aspectos han pasado o pasar¨¢n por el Tribunal de Karlsruche para que los jueces emitan un veredicto sobre si en alg¨²n tratamiento existe incompatibilidad constitucional. En el ¨²ltimo debate sobre la ?situaci¨®n de la naci¨®n?, todos los partidos del Parlamento Federal coincidieron en calificara la RFA como ?el Estado m¨¢s libre y democr¨¢tico de la historia alemana?, en lo cual est¨¢ de acuerdo, el com¨²n de los ciudadanos. S¨®lo que los sectores cr¨ªticos insisten en objetivar esta apreciaci¨®n y piden, simplemente, que se cumpla al pie de la letra el texto que entr¨® en vigor hace treinta a?os. La tolerancia que falt¨® en Weimar, dicen, no proven¨ªa de la Constituci¨®n, que sirvi¨® de pauta en gran medida a la actual, sino de la interpretaci¨®n parcial de los grupos de presi¨®n y formaciones pol¨ªticas.
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