Los toros
Estoy de acuerdo con el comentario que el domingo 20 de mayo expuso Manuel Vicent, en ¨²ltima p¨¢gina, bajo el t¨ªtulo ? Los toros?. El que no parece estar muy de acuerdo es el diario que le recuadra los comentarios, pues no es dif¨ªcil comprobar el alarde informativo que le dedica d¨ªa tras d¨ªa, superior en muchos casos a las informaciones laborales que suelen afectar a la tauromaquia. EL PAIS, como en general toda la prensa y la radio, tiene contra¨ªdo el deber sacrosanto de informar sobre el macabro espect¨¢culo racial que perpet¨²e allende las fronteras el estereotipo del espa?ol, versus macho y ol¨¦, dedicado a la permanente labor de representar el concierto de sangre y, lo m¨¢s lamentable, de deificarlo plasm¨¢ndolo en la partitura de los, siglos.Un pueblo que se regocija ante el espect¨¢culo de un hombre y un animal enzarzados en el ritual del sacrificio, y que eleva este espect¨¢culo a la categor¨ªa de fiesta nacional, es un pueblo que no ha salido de las p¨¢ginas de la historia de las cavernas. Y no se me diga que los toros nacen para morir, ya que, encontr¨¢ndose en el ruedo el torero, tambi¨¦n alcanza a ¨¦ste el axioma, que desgraciadamente se ha cumplido en no pocas ocasiones. Y los pencos. Que le pregunten al torero si su m¨¢xima aspiraci¨®n consiste en morir atravesado por el pit¨®n en lugar de morir cuando por ley natural le corresponda.
Que no se preocupe Manuel Vicent: el Ministerio de Cultura sabr¨¢ sacar tiempo para fomentar otras actividades. Pero no se le pida que abandone el padrinazgo a esta manifestaci¨®n cultural que nos est¨¢ permitiendo disfrutar de un puesto digno en los anales de la historia del arte.
Item m¨¢s: el m¨¢ximo organismo cultural del pa¨ªs tiene programadas recepciones de honor, con fil¨ªpica incluida, a los bravos representantes del boxeo con el fin de que no decaigan en su empe?o por mantener el honor del pa¨ªs, a base de pu?etazos.
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