Importante documento pontificio sobre la formaci¨®n de los te¨®logos
Un seminarista no podr¨¢ ser expulsado d¨¦ una universidad eclesi¨¢stica sin que sea tutelado su derecho a la defensa. Tampoco se podr¨¢n cerrar las puertas de las grandes facultades teol¨®gicas del mundo a aquellos alumnos que son pobres, pero que demuestren cualidades intelectuales que podr¨¢n servir al bien de la Iglesia. Lo afirma el nuevo documento promulgado por Juan Pablo II en la ma?ana de ayer. Se trata de una importante constituci¨®n apost¨®lica, Sapientia Cristiana, que abroga la de P¨ªo IX, de 1931, y fija nuevas normas acerca de las facultades y universidades eclesi¨¢sticas de todo el mundo, que son un total de doscientas. De ellas, hay las diecis¨¦is internacionales de Roma. Este documento ha tenido una gestaci¨®n dif¨ªcil. Se hab¨ªa preparado durante a?os. Iba a ser promulgado cuando muri¨® Pablo VI. El papa Juan Pablo I no tuvo tiempo para estudiarlo y ahora el activ¨ªsimo Papa polaco ha hecho su promulgaci¨®n oficial.El documento rompe con muchos esquemas del pasado en la formaci¨®n de la alta intelectuahdad eclesi¨¢stica. Todo el clima del documento es de inspiraci¨®n conciliar, democr¨¢tico y hasta liberal en muchos puntos. Se abren las facultades teol¨®gicas oficialmente no s¨®lo a los seminaristas, sino tambi¨¦n a los seglares, hombres y mujeres, ?que den garant¨ªas de seriedad ?. Aumenta el rigor en los estudios. Har¨¢n falta ocho a?os para conseguir el doctorado. Se da mucha importancia a una formaci¨®n aut¨¦nticamente cient¨ªfica y se abren espacios a la democracia. Los profesores gozar¨¢n de ?libertad de investigaci¨®n teol¨®gica? y los alumnos podr¨¢n crear asociaciones para tratar sus problemas. Se insta al respeto para con las diversas culturas y se pone s¨®lo como l¨ªmite ?los sistemas y m¨¦todos que est¨¦n en contra de la fe cristiana?.
El documento fue presentado a la prensa por el prefecto de la Congregaci¨®n de la Fe, el cardenal franc¨¦s Jos¨¦ Mar¨ªa Garrone y por eliesuita italiano Paolo Dezza.
El cardenal Garrone afirm¨® que Juan Pablo II, con este documento que revoluciona todo el mecanismo de los estudios eclesi¨¢sticos, ha querido dar mayor rigor cient¨ªfico a los estudios, y al mismo tiempo acercarlos a los problemas vivos de la humanidad. De hecho. se insiste sobre la formaci¨®n de los seminaristas en las ciencias humana y de deber que tienen los estudiantes eclesi¨¢sticos de conjugar el estudio con la pastoral.
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