Oliveira, otro gran rejoneador portugu¨¦s
Plaza de Las Ventas. Domingo. Cuatro toros de Manuel S¨¢nchez Cobaleda, bravos y codiciosos, excepto el sexto. Segundo y tercero de Salamanca, tambi¨¦n de muy buen juego. ?ngel Peralta: rej¨®n traser¨ªsimo y muy bajo, y rueda de peones (m¨¢s protestas que aplausos, pese a lo cual da la vuelta al ruedo). Rafael Peralta: rej¨®n casi en un brazuelo y otro ca¨ªdo (petici¨®n minoritaria y vuelta). Jos¨¦ Joao Zoio: rej¨®n ca¨ªdo atravesado, otro trasero y rueda de peones (vuelta con algunas protestas). Manuel Jorge de Oliveira: gran rej¨®n en lo alto, descordando (oreja). Hermanos Peralta: rej¨®n atravesado (oreja). Zoio y Oliveira: rej¨®n contrario (oreja). Presidi¨® bien el comisario Corominas.Hay que dejar constancia de la llegada de otro gran rejoneador portugu¨¦s: Manuel Jorge de Oliveira. De Portugal, con cierta frecuencia, nos han venido importantes novedades para el toreo. Alg¨²n d¨ªa hablaremos de la categor¨ªa taurina que tiene el pa¨ªs vecino, como reserva de pureza, en diversos aspectos del espect¨¢culo. De ellos no es el menor, naturalmente, el toreo a caballo. Mejores o peores y cada uno en su estilo, los portugueses traen todos una t¨¦cnica depurada y aires de innovaci¨®n y progreso en esta modalidad del toreo.
Con Oliveira se produjo el domingo la maravilla de la precisi¨®n y la autenticidad. Sus cites en corto, con quiebro limpio y reuni¨®n al estribo para salir toreando prendieron desde el primer momento en el p¨²blico, que sigui¨® con atenci¨®n y admiraci¨®n creciente toda la labor del torero, tanto cuando actu¨® en solitario como en compa?¨ªa de Zoio. Con el rej¨®n de muerte es, adem¨¢s, un caso quiz¨¢ ins¨®lito de dominio y seguridad. Tambi¨¦n aqu¨ª entraba de frente, y en los medios, y clavaba por el hoyo de las agujas. Verdaderamente sensacional.
No tan pulcro, no tan suave, pero torero en toda la extensi¨®n de la palabra, Zoio tuvo tambi¨¦n un lucido debut. Por su parte, Rafael Peralta realiz¨® un rejoneo entusiasta y espectacular en el que destacaron una pasada espeluznante ante la cara del toro y dos o tres quiebros que pusieron en pie la plaza. En cambio, su hermano ?ngel clavaba a toro pasado y muy desigual cuando actu¨® en solitario. Mejor¨® al salir con Rafael en el quinto de la tarde.
Este segundo d¨ªa en la feria de rejoneadores a todo pasto result¨® mejor que el anterior, desde luego porque las acciones individuales poseyeron, en conjunto, m¨¢s calidad, pero tambi¨¦n porque los rejoneadores plantearon el toreo por colleras con mayor coherencia. Ni una vez se dio el caso de que volvieran locos a los toros con reuniones precipitadas y sin soluci¨®n de continuidad. Por el contrario, cada jinete hac¨ªa la suerte a su tiempo y las parejas alternaban sin acompa?arse, sin cruzarse y sin amontonarse, como vimos el otro d¨ªa, y tantas y tantas tardes de rejoneadores. Esta nueva versi¨®n de las colleras es la que se deber¨ªa prodigar.
Todo estuvo medido y el espect¨¢culo no se hizo largo. Adem¨¢s pas¨® ya, lo cual es buena cosa. Esperemos que Canorea se olvide de programarlo durante un plazo prudencial de tiempo (por ejemplo, hasta la nueva subasta, ?vale?) y que, en cambio, nos traiga muchos rejoneadores, pero uno a uno y como pr¨®logo de la lidia ordinaria en cualquier corrida de toros o novillada,
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