Manuel Puig: "Que el lector ponga en orden los datos de la novela"

Manuel Puig, el novelista argentino, autor, entre otras novelas, de Boquitas pintadas, de The Buenos Aires Affaire y de El beso de la mujer ara?a, acaba de pasar por Madrid, camino del Congreso de Escritores de Canarias, para presentar la ¨²ltima de las suyas, titulada Pubis angelical, y publicada por Seix Barral. Sobre esta novela -que cuenta supuestas historias paralelas, extra?as mujeres en tiempos distintos, que el lector deber¨¢ fundir o confundir- dijo Manuel Puig a EL PAIS: ?A m¨ª me gusta no darle todo resuelto al lector. Ofrecerle los elementos y, a la vez, un tiempo durante el cual pueda ¨¦l poner en orden los datos que yo le doy y extraer sus propias deducciones.?

Dos temas principales vertebran esta novela, que Manuel Puig considera ?una de las m¨¢s complicadas?, y que le ha dado casi tres a?os de trabajo. El primero, esas ?fantas¨ªas paralelas, de las que la protagonista no es enteramente consciente?. Y dice Manuel Puig: ?Yo quer¨ªa captar precisamente esos sustratos menos conscientes, esas fantas¨ªas no completamente conscientes, no controladas por ella; esas zonas de la semivigilia. A m¨ª, m¨¢s y m¨¢s, es eso lo que me excita sacar a relucir. Pero es muy dif¨ªcil asir ciertos contenidos, y a los del inconsciente no se les puede hacer un ataque frontal, no se les puede enfocar directamente. Hay que esforzarse en una paciencia especial para pescarles en ese momento impreciso en que se revelan ...??A m¨ª me parece?, explica Manuel Puig, ?que ya la novela del siglo XIX ha analizado tan bien los contenidos conscientes de la psiquis, que si uno quiere hacer algo nuevo no tiene m¨¢s remedio que buscar esos otros, pero que son tan ricos.... all¨ª donde lo individual se vuelve colectivo y donde cesa la aparente libertad de elecci¨®n del individuo. All¨ª donde el individuo, lo sepa o no, est¨¢ manipulado totalmente por el inconsciente colectivo?.

El segundo tema, que es el pol¨ªtico -el lector tiene la impresi¨®n de que Manuel Puig ha tratado de explicar ese fen¨®meno, en verdad dif¨ªcil de entender desde Europa, que es el peronismo-; el segundo tema, dilgo, lo relaciona Manuel Puig, con el primero: ?Al escribir esta novela sent¨ªa que era absolutamente necesario dar el panorama pol¨ªtico de la protagonista, para que el lector termine de comprenderla. Ella es un producto de su ¨¦poca, que no ha surgido por generaci¨®n espont¨¢nea, como los hongos del campo, y la ¨¦poca que le ha tocado es altamente politizada.?

? Efectivamente ?, pregunto. ?Pero ?no trata usted de que se entienda el peronismo?? ??Y no entiendes un poquito m¨¢s??, dice r¨¢pidamente. ?Esa ha sido una de mis intenciones: ilustrar con el personaje masculino un caso muy representativo del modo en que se han planteado el tema los argentinos. Es un activista que no puede permanecer al margen de la actividad pol¨ªtica y que para actuar debe necesariamente entrar en un movimiento. Un movimiento que no le termina de convencer ideol¨®gicamente, pero que de alg¨²n modo le permite alguna posibilidad de modificar esa realidad represiva, que tanto le molesta.?

?En la novela?, sigue Manuel Puig, ?se discute permanentemente esta elecci¨®n y el grado de irre sponsabilidad que puede acarrear, sin dejar de considerar el leg¨ªtimo deseo de intervenci¨®n pol¨ªtica de unos ciudadanos.?

Por otra parte, hay que a?adir que Manuel Puig, de la misma manera que en el terreno de las pasiones no se permite la incursi¨®n definidora, sino que se mantiene en tierras ambiguas, en esa penumbra que ¨¦l define como del duermevela, en el terreno pol¨ªtico hace exactamente lo propio. La ambig¨¹edad es la norma de lectura en esta novela, que se mueve permanentemente en esas zonas en que todo limita, incluso los g¨¦neros; porque Manuel Puig no ha abandonado esta vez el intento que ha marcado su obra: la superaci¨®n de los g¨¦neros populares mediante su utilizaci¨®n -el melodrama y el tango est¨¢n permanentes en sus textos- y el trasvase a otros medios como el cine, en el que ha hecho personalmente incursiones, como director y como guionista, y al que se refiere directamente.

En suma, dice Manuel Puig, ?nunca me sent¨ª tan inseguro como en esta novela. El experimento estil¨ªstico que he intentado es muy arriesgado: son dos planos, el consciente y el no consciente, que se alternan, y que no son nunca completos en s¨ª mismos. En mi intenci¨®n deb¨ªan existir, en tanto que eran modificados el uno por el otro; pero esa s¨ªntesis intencional, si se logra, tambi¨¦n era mi intenci¨®n que s¨®lo tuviera existencia cierta (?cierta?) en la mente del lector?. ?Por otra parte?, sigue Manuel Puig, ?si esta ha sido una de las ideas que han aparecido siempre para hacer que valiera la pena escribir una novela, nunca hab¨ªa separado tanto los dos planos. Y yo es que creo que Freud es el padre de la nueva novela, porque antes de ¨¦l los autores cre¨ªan con toda inocencia que la psiquis de sus personajes estaba contenida en la conciencia de los mismos. Ahora, en cambio, hasta el m¨¢s ingenuo sabe que hay toda una trastienda que vuelve muy complicado cualquier gesto ps¨ªquico. cualquier actitud.?

Actualmente, Manuel Puig vive de manera habitual en Nueva York, donde da clases de literatura espa?ola en diversas universidades. De cuando en cuando hace escapadas a Latinoam¨¦rica y en varias universidades tambi¨¦n ha puesto en marcha m¨²ltiples y variados seminarios y talleres de escritura y de teor¨ªa. Manuel Puig, loco por el cine y por la radio, por los g¨¦neros populares, dice a EL PAIS sobre este tema: ?A m¨ª, los g¨¦neros populares me tocan. El melodrama, la comedia musical, por ejemplo. Y trato de desentra?ar ios elementos v¨¢lidos que puedan tener e incorporarlos en mis obras.? Seguramente porque en ellos se ven claras esas actitudes que Manuel Puig trata de desenmascarar siempre, y especialmente en Pubis angelical: ?Ese momento en que se acepta algo como natural?, son sus palabras, ?me parece clave. Me interesa como objeto de mi trabajo. Creo que en mis personajes y en mi vida he ido separando cada vez con m¨¢s exactitud lo que hay de aceptaci¨®n del sistema y las verdaderas necesidades de las personas.?