Quieren hacer de Las Ventas una plaza cualquiera
Este fue el grito de una tarde con muchos gritos y orfe¨®n: ??Canorea nos chulea!? Algo habr¨¢ que pensar, al respecto, pues no se explica c¨®mo pudo el empresario comprar para Las Ventas unos novillos tan abecerrados. Tampoco se explica c¨®mo pudieron pasar sin problemas el reconocimierito veterinario. Y menos a¨²n que el presidente no devolviera al corral las reses que se protestaban con toda raz¨®n. Las dos primeras eran como raspas, y la cuarta, un pataslargas sin la menor hechura para plaza de primera categor¨ªa.Demasiadas cosas no se explican en este espect¨¢culo, que, sin embargo, no es tan dif¨ªcil de llevar. Por ejemplo, el p¨²blico de Madrid se da por contento si las reses que saltan a la arena tienen edad, trap¨ªo y la fortaleza que es necesaria para la lidia. La experiencia de Canorea es que, en otras plazas, todo esto apenas importa -como en el caso de Sevilla-, pero ya le ha visto bastantes veces las orejas al lobo en Las Ventas, como para aducir ignorancia inocente. De manera que nada de chuleos. Menos bromas para esta plaza, que tiene su categor¨ªa, aunque se empe?e en desconocerla. Por ejemplo. la antig¨¹edad de los novilleros la da su debut en Madrid, nunca lo tiene en cuenta al combinar los carteles. Ayer se repiti¨® el caso de otras tardes: Luis Reina, que hac¨ªa su presentaci¨®n, no debi¨® salir como director de lidia. sino Fernando Vera. Las innovaciones de Canorea, con la absurda anuencia de cierto presidentes, tienden. seg¨²n vemos a hacer de Madrid una plaza cual quiera sin personalidad, sin serie dad y como consecuencia facilona para manejarla a su antojo. A ver qui¨¦n puede m¨¢s, si el p¨²blico o el empresario.
Plaza de Las Ventas
Decimonovena corrida de feria. Novillos de Julio Aguirre, escasos de presencia, varios de ellos abecerrados y fuertemente protestados, con casta. Luis Reina, pinchazo, estocada trasera y rueda de peones (ovaci¨®n y saludos). Estocada (vuelta por su cuenta, protestad¨ªsima). Fernando Vera, estocada ca¨ªda saliendo trompicado, rueda de peones y tres decabellos (silencio). Estocada corta ca¨ªda (aplausos y salida al tercio). Josele, Estocada que asoma y rueda de peones (algunos pitos). Estocada que asoma por un costado y dos descabellos (silencio). Presidi¨® mal el comisario Castro.
Novillitos chiquitos y abecerrados fueron casi todos, dec¨ªamos, pero por dentro llevaban una casta admirable que hac¨ªa necesarias mucha t¨¦cnica y mucha torer¨ªa para poderlos dominar. Es una verdadera l¨¢stima que no se le hubiera ocurrido al ganadero retrasar su venta para cuando estuvieran m¨¢s hechos, pues habr¨ªan dado un juego interesante y algunos un triunfo a la divisa. El quinto tuvo bravura sobre la casta creciente, que volvi¨® loco a Fernando Vera. No se cansaba de embestir, lo hac¨ªa con codicia, y como el torero no le mandaba, le cogi¨® varias veces. Fernando Vera no tuvo recursos para someter la viveza del animal, pero s¨ª valor, y de ah¨ª se dedujo una faena emocionante, aunque casi toda resultara embarullada.
El segundo, protestad¨ªsimo por su l¨¢mina de anchoa, tambi¨¦n se fue arriba y Vera no pudo acoplarse con ¨¦l, pese a que la nobleza del novillito era evidente. De todas maneras le habr¨ªa dado igual, porque el p¨²blico se tom¨® a broma la lidia y en vez de ol¨¦s coreaba miaus. Lo mismo que en el cuarto, el pataslargas que dec¨ªamos, el cual adem¨¢s se quedaba corto porque no ten¨ªa fuerza y cada pase que le dio Luis Reina suger¨ªa, efectivamente, el miau. Ocurri¨® que este debutante entr¨® muy bien a matar, lo que le vali¨® una ovaci¨®n, y al hilo de este transitorio cambio de actitud del p¨²blico aprovech¨® para escaparse en una vuelta al ruedo que protest¨® la mayor¨ªa.
Otro vivo en tarde de vivales. La presentaci¨®n de Luis Reina, que lleg¨® a Madrid con un notable cartel -repite esta tarde-, qued¨® pr¨¢cticamente in¨¦dita. pues a su primer novillo le instrument¨® algunos muletazos de muy buen corte, pero se trataba de otra ancho¨ªlla floja que, asimismo, fue protestada con insistencia y ruido.
Dentro del buen comportamiento del ganado, quiz¨¢ el ejemplar de m¨¢s clase en la embestida fue el tercero, y Josele lo desaprovech¨® con una larga y embarullada faena, en la que apenas hubo pases que no acabaran en enganchones. En el ¨²ltimo, tambi¨¦n noble, aunque tardeaba, equivoc¨® el terreno y tampoco hubo lucimiento. A los tres espadas los despidieron con pitos, y a la presidencia, con un ??Hasta nunca!?, que no se cumplir¨¢. Con estas presidencias y esta empresa, virtuosos en lo de dar una de cal y otra de arena, vamos de mal en peor.
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