Puntualizaciones al congreso socialista
Senador del PSOE por Madrid
1. El principal problema del Congreso consisti¨®, como es bien sabido, en que Felipe Gonz¨¢lez, anterior primer secretario del PSOE, se manifest¨® incompatible con la resoluci¨®n pol¨ªtica que aprobaron el 60% de los delegados. Como, por otra parte, del orden del 70% al 80% de los delegados quer¨ªan que Felipe fuera el nuevo secretario general (con los nuevos Estatutos ahora s¨ª que se llama as¨ª), no hubo m¨¢s remedio que darse un plazo de reflexi¨®n, bien para ajustar la resoluci¨®n pol¨ªtica a la l¨ªnea de Felipe Gonz¨¢lez, bien para aceptar otro secretario general m¨¢s acorde con la resoluci¨®n pol¨ªtica aprobada.
2. Felipe Gonz¨¢lez ha dado, seg¨²n dicen, una muestra de honradez al no aceptar una secretar¨ªa general que hubiese obtenido por holgada mayor¨ªa, por considerar que la resoluci¨®n pol¨ªtica no era adecuada. Habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ no avis¨® de tal prop¨®sito con antelaci¨®n -s¨®lo conocimos su decisi¨®n el ¨²ltimo d¨ªa del congreso-, pues no hac¨ªa falta ser ning¨²n genio para suponer que se iba a aprobar una resoluci¨®n pol¨ªtica en la l¨ªnea de la que se aprob¨®. De haberlo hecho, ni nos encontrar¨ªamos donde nos encontramos ni cabr¨ªa sospechar una maniobra estrat¨¦gica para volverse a hacer con el partido. en donde otros ven s¨®lo profundos motivos ¨¦ticos.
3. Muchos aspir¨¢bamos, en efecto, a sacar de este congreso una resoluci¨®n pol¨ªtica parecida a la del anterior, cosa que efectivamente logramos. Aunque, por sus declaraciones de Barcelona y Gij¨®n, no ignor¨¢bamos que tal resoluci¨®n no era de su agrado, no nos imagin¨¢bamos, ni por asomo, esa incompatibilidad de Felipe Gonz¨¢lez. De haberlo sabido, habr¨ªamos hecho, una de dos: o preparar con tiempo una alternativa para la direcci¨®n del partido o suavizar la resoluci¨®n para que Felipe Gonz¨¢lez siguiera siendo secretario general. Lo l¨®gico hubiera sido lo primero, aunque tampoco se puede descartar lo segundo. Vivimos tiempos peculiares y quiz¨¢ las razones de l¨®gica y coherencia deban ceder el paso a otras m¨¢s coyunturales.
4. Aunque se trate de aspectos anecd¨®ticos, quiero se?alar que mi intervenci¨®n de siete minutos en el pleno del congreso para defender la resoluci¨®n pol¨ªtica, incluso aunque fuera tan demag¨®gica como algunos dicen, no pudo haber modificado hasta ese extremo el voto mayoritario de las delegaciones. Resulta obvio que a m¨ª me toc¨® defender una determinada l¨ªnea pol¨ªtica, porque as¨ª lo consideraron conveniente mis compa?eros y porque siempre la he defendido. Pero si no hubiera presentado yo esa ponencia, o, incluso, si no hubiera asistido al congreso porque no me hubieran elegido delegado en mi agrupaci¨®n, el problema se habr¨ªa suscitado exactamente en iguales t¨¦rminos.
5. Algunos nos acusan de debilidad o imprevisi¨®n por no haber preparado el ¨²ltimo d¨ªa del congreso, cuando se confirm¨® la renuncia de Felipe Gonz¨¢lez, una alternativa. Hay que recordar que la l¨ªnea cr¨ªtica, o inquierdista, o radical, o marxista, o como diablos quiera llam¨¢rsela (todo menos dogm¨¢tica, trotskista, demagoga o criptocomunista, pues evidentemente no es nada de eso) no estaba organizada ni se present¨® como tal al congreso. Recog¨ªa corrientes diversas dif¨ªciles de condensar en pocas horas en un par de docenas de nombres para una nueva comisi¨®n ejecutiva federal. ?Qu¨¦ habr¨ªan dicho quienes nos lanzan ahora esas acusaciones si les hubi¨¦ramos anunciado, al empezar el congreso, que nos present¨¢bamos como tal alternativa? En el mejor de los casos, que ¨¦ramos unos ilusos, o unos osados, o unos irresponsa bles, por poner siquiera en tela de juicio la continuidad del indiscutido y ?carism¨¢tico? l¨ªder.
6. Pero vayamos a los problemas de fondo. A mi juicio, son dos. Primero, nuestra definici¨®n pol¨ªtica como partido. Felipe Gonz¨¢lez quiz¨¢ tenga raz¨®n cuando afirma que no quiere llevarnos hacia posturas m¨¢s moderadas que las de anta?o. No obstante, tendr¨¢ que reconocer que hasta ahora no se ha definido con demasiada claridad. Como, adem¨¢s, en los ¨²ltimos tres a?os se ha seguido una pol¨ªtica de moderaci¨®n tal vez excesiva, probablemente justificada, pero en todo caso poco explicada, muchos seguinios temiendo ese posible giro hacia la derecha. Temor que, desde luego, no disipa la incompatibilidad con una resoluci¨®n pol¨ªtica que, al fin y al cabo, era la misma que la del XXVII Congreso, s¨®lo que m¨¢s suavizada. (Quiero precisar tambi¨¦n que el p¨¢rrafo m¨¢s duro de la resoluci¨®n del anterior congreso fue sustituido por otro bastante menos radical, a propuesta m¨ªa precisamente.)
7. En cuanto a los motivos de que no queramos un giro a la derecha, suponiendo, claro es, que existiera esa intenci¨®n, pueden resumirse en las tres razones que di en el pleno del congreso. El pasado, ya que el PSOE no fue nunca en su vida un partido socialdem¨®crata. El presente, ya que, aunque el pueblo est¨¦ m¨¢s que harto de violencias, eso no quiere decir que no desee cambios m¨¢s profundos ni conservar la esperanza o la ilusi¨®n de una s¨®ciedad diferente, que acabe con tanta explotaci¨®n, desigualdad, pobreza y marginaci¨®n como todav¨ªa existe en Espa?a. Y el futuro, ya que, si a todos nos interesa un partido socialista poderoso, hay que recordar que en la Europa del Sur, la socialdemocracia, hasta ahora al menos, no ha contado nunca con un respaldo masivo. ?Por qu¨¦ en Italia, pa¨ªs como el nuestro, s¨®lo que m¨¢s avanzado, esa socialdemocracia no rebasa el 3% de los votos? Espa?a, por desgracia, no es Suecia.
8. Al margen de posiciones pol¨ªticas de fondo, un segundo aspecto, quiz¨¢ m¨¢s importante a corto plazo, es el de la direcci¨®n misma del partido y su funcionamiento. El PSOE, creemos algunos, podr¨ªa funcionar mejor, con m¨¢s eficacia, m¨¢s democracia interna y m¨¢s federalizaci¨®n. Hay descontento en el partido, y esto quiz¨¢ se traduzca indebidamente en apoyos a posturas pol¨ªticas, simplemente porque contradicen a la direcci¨®n. A todos nos interesa, as¨ª, una clarificaci¨®n pol¨ªtica y un mejor funcionamiento del partido. Pero esa clarificaci¨®n ha de empezar por la direcci¨®n misma. Felipe Gonz¨¢lez no puede, afirmar que no hay nadie a su izquierda en el partido, como tampoco podr¨ªa decir que no hay nadie a su derecha. Un partido socialista ha de ser de por s¨ª muy amplio, y su secretario general ha de hacer una de estas dos cosas: o bien estar por encima de todas las corrientes, y entonces no puede pedir una direcci¨®n cuyos miembros se encuentren en ella exclusivamente por afinidades personales o pol¨ªticas con el secretario general, sino que ha de contar con todas las corrientes del partido (cosa que no hizo, desde luego, en el congreso de 1976, ni parec¨ªa que fuese a hacer en ¨¦sta); o bien acepta, ese secretario general, pertenecer a una corriente y entonces no puede pretender estar en todas a la vez. Ha de pertenecer a una, como ocurre con el secretario general del Partido Socialista franc¨¦s o del italiano, y, por tanto, ha de reconocer que existen otras corrientes, y no pretender que donde ¨¦l est¨¦ est¨¦ la totalidad del partido y s¨ª s¨®lo una mayor¨ªa.... que puede convertirse en minor¨ªa.
9. Con todos sus defectos, me parece que esta soluci¨®n sin precedentes a que se ha visto obligado el PSOE en su XXVIII Congreso reviste aspectos positivos. Adem¨¢s de demostrar que, pese a inevitables inexperiencias, los socialistas celebramos aut¨¦nticos congresos democr¨¢ticos, vamos a iniciar ahora un debate pol¨ªtico con cierto detenimiento y profundidad, cosa que no hab¨ªamos hecho en los ¨²ltimos a?os y no por culpa ciertamente de los militantes de la base. Si quienes aclaman a Felipe Gonz¨¢lez se aclaran con su proyecto pol¨ªtico y lo encontramos justificado y apropiado, lo apoyaremos. Por m¨¢s que superadas las peregrinas circunstancias del tr¨¢nsito a la democracia, no nos entusiasme que muchos identifiquen al socialismo con una persona, nada tenemos contra quien fue nuestro primer secretario durante casi cinco a?os, en una ¨¦poca de indudables aciertos. Ni siquiera el que ahora le haya ensalzado con tan sospechosa unanimidad la prensa de derechas. Lo que s¨ª pediremos, en todo caso, es que el funcionamiento del partido sea mejor en lo futuro, para lo que ser¨¢ preciso una direcci¨®n en su conjunto m¨¢s competente, mayor democracia y autonom¨ªa internas y un comit¨¦ federal que vea su papel supervisor de la pol¨ªtica del partido, estimulado y no frenado por la comisi¨®n ejecutiva. Pero si el proyecto pol¨ªtico sigue confuso o si se define y no nos convence, presentaremos una alternativa con todas nuestras fuerzas -esta vez s¨ª- en uso del leg¨ªtimo derecho que ampara a todo militante socialista.
Nota: Mi intenci¨®n era publicar este art¨ªculo en El Socialista, por considerarlo m¨¢s conveniente. Dificultades de diversa ¨ªndole lo han impedido. Por eso, y porque creo que es urgente empezar a aclarar posturas en el PSOE, he aprovechado la reconocida e imparcial hospitalidad de la ?Tribuna Libre? de EL PA?S para publicarlo.
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