El Madrid no perdi¨® los estribos en La Romareda
El Real Madrid supo hacer una vez m¨¢s el partido que le conven¨ªa para, en este caso, seguir adelante en la Copa, como cuando lo hace para obtener el punto necesario en la Liga. En La Romareda frente a un Zaragoza, con m¨¢s entusiasmo y voluntad que juego, aguant¨® bien el empuje ma?o y supo crear las suficientes ocasiones de gol como para hacer que Irazusta fuese el mejor hombre de su equipo.El Zaragoza sali¨® dispuesto y decidido a dejar al Madrid en la cuneta. Ni su empe?o ni la rabiosa y antideportiva conducta de un sector de su hinchada consiguieron poner nervioso al Madrid Adem¨¢s, mientras los aragoneses acusaron mucho sus bajas, ese jugador de f¨²tbol que se llama Vicente Del Bosque se encarg¨® de que no ocurriese lo mismo en su equipo. El exquisito centrocampista blanco atraviesa un espl¨¦ndido momento de forma y hace recordar en los campos la exacta definici¨®n de lo que es bordar este juego -aunque los aficionados enloquecidos se empe?en en convertirlo en otra cosa no es m¨¢s que un juego- desde atr¨¢s hacia adelante, con dominio, con visi¨®n y con un toque de bal¨®n que ya muy pocas veces se ve.
Puso empe?o y ganas el Zaragaoza, domin¨® territorialmente, luch¨® y acos¨® su rival en busca de los goles que por lo menos forzaran una pr¨®rroga y lleg¨®, es cierto a la porter¨ªa de Garc¨ªa Rem¨®n, pero ¨¦ste tuvo m¨¢s trabajo que verdaderos apuros, porque en verdad no hab¨ªa aut¨¦ntico peligro en los ataques de los ma?os. Tanto antes como una vez comenzado el encuentro no era dificil adivinar que la misi¨®n de hacerle tres goles al Madrid no estaba al alcance del conjunto de Villanova, que perdi¨® su posibilidad de eliminar al campe¨®n de Liga al ?dejarse? meter dos goles en ocho minutos en el Bernab¨¦u.
Al escribir del partido del domingo en La Romareda hay que decir que fue un fiel reflejo de lo que es el f¨²tbol de hoy. Poca calidad, salvo la que ofrecen algunos jugadores en casos aislados, exceso de pasi¨®n, enloquecimiento general, mala conducta, agresiones al final del partido sin mirar quienes son los culpables, si los hay... Lo cierto es que tambi¨¦n a todo este cuestionario extra?o sabe responder mejor el conjunto blanco, desde Garc¨ªa Rem¨®n, que tuvo que declinar en alguna ocasi¨®n el acercarse a las gradas a recoger el bal¨®n para conservar su integridad f¨ªsica, hasta el ¨²ltimo hombre de ataque, que, pese a todo, oblig¨® a que Irazusta, ya queda dicho, se tuviera que lucir.
Se olvida que, tal y como est¨¢ la estructura del f¨²tbol hoy aqu¨ª, un equipo del poder¨ªo del Madrid siempre, o casi siempre, tendr¨¢ que ganar a otro como el Zaragoza. Entonces, todos, en vez de luchar por cambiar esas falsas estructuras por el camino l¨®gico, lo hacen exteriorizando sus instintos antideportivos desde las gradas de un estadio. Naturalmente, no es eso. Todo esto oblig¨®, en cierto modo, a que los jugadores zaragocistas se emplearan con unos modos que posiblemente no deseen utilizar, pero a los que llegan obligados por un conglomerado de circunstancias que, puestos a pensarlo, nadie sabe bien d¨®nde conducen. Todo se trata de justificar bajo la definici¨®n de ? partido copero?, pero ni la competici¨®n del K. O. debe aceptar que pase un partido de f¨²tbol a convertirse en algo como lo del domingo en La Romareda, muy lejos de una pugna deportiva.
Una cosa es luchar a la desesperada respetando siempre la ¨¦tica que debe regir todo juego, y otra es llegar a la desesperaci¨®n. Viene esto a cuento porque ambas cosas protagonizaron los noventa minutos del domingo en Zaragoza, escaso de calidad, y al que se quiso dotar de una emoci¨®n que en verdad nunca tuvo, porque el Madrid supo ?jugar? muy bien con la renta que en ocho minutos obtuvo en la primera parte de estos partidos de 180 minutos, en los que se juegan noventa en un campo y noventa en otro. Lo cierto es que las cosas se salieron de madre y que la ? madre del cordero ? sigue siendo la regularidad y el saber estar del Real Madrid. Lo dem¨¢s es negar una evidencia.
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