Agotadas las entradas para las primeras representaciones en Madrid del Ballet de Par¨ªs
El Palacio de los Deportes de Madrid tiene una capacidad considerable. Sin embargo, est¨¢n pr¨¢cticamente agotadas las localidades para las primeras representaciones del Ballet de la Opera de Par¨ªs, que comienza hoy. Un nuevo encuentro, con una de las formaciones de mayor tradici¨®n y vigencia que existen en Europa se efect¨²a a trav¨¦s de dos piezas b¨¢sicas del repertorio tschaikowskiano: El lago de los cisnes y La bella durmiente del bosque.
Significa el autor de la Pat¨¦tica, en su momento, la superaci¨®n de muchos t¨®picos y pobrezas musicales en el terreno de la danza. La trilog¨ªa formada por las obras citadas y Cascanueces fue el primer gran paso -o el paso definitivo- hacia la gran realidad de los ballets russes. La capacidad gestual de la m¨²sica de Tschaikowsky ha llevado a los core¨®grafos a convertir en danza partituras nacidas con otro destino. As¨ª, la Quinta sinfon¨ªa, sobre la que Massine organiza Presagios; la Serenata, aprovechada por Balanchine; el segundo concierto de piano o los poemas Romeo y Julieta, HamIet, Manfred y Francesca da Rimini.Define el estilo franc¨¦s en ballet una expresividad sin afectaci¨®n, una disciplina sin rigidez que hace de sus creaciones algo de directa comunicatividad. Olvidamos cuanto un espect¨¢culo de ballet tiene de s¨ªntesis porque, en realidad, nos sentimos ante obras de arte unitarias y estilizadas como si de una ¨²ltima emanaci¨®n del sentimiento rom¨¢ntico se tratara.
El lago de los cisnes fue, inicialmente, una ¨®pera titulada Ondina, rechazada violentamente por la direcci¨®n de los teatros imperiales. Incluso llegaron a profetizar: ? Esta m¨²sica es indigna de entrar en el repertorio y no entrar¨¢.? Bien se equivocaron, pues, empleada por Tschaikowsky para el argumento de Beg¨ªtchev y Geltzer, El lago de los cisnes deb¨ªa convertirse en obra archipopular y perdurable a partir de la coreograf¨ªa de Marius Petipa y Leon Ivanov, presentada en 1895. El montaje inicial de Reisinger ( 1877) no recibi¨® la adhesi¨®n de los asiduos al Bolchoi o Gran Teatro de Mosc¨².
Frente al intimismo de El lago de los cisnes, el ballet m¨¢gico sobre el cuento de Perrault La bella durmiente del bosque ( 1890) se alza como un espect¨¢culo esplendoroso en el que habitan factores rom¨¢nticos y elementos barrocos. Cre¨® la coreograf¨ªa Petipa, pero el empe?o fue posible por la voluntad emprendedora de Sevoloiski, director de los Teatros Imperiales Rusos.
Es sabido, y no vale la pena de insistir sobre el particular, la fusi¨®n e interacci¨®n de los ballets franceses y rusos, rota s¨®lo con el hervor nacionalista. Aun as¨ª, conviene no olvidar que los grandes triunfos de Diaghilew se centraron en la capital francesa. La Opera de Par¨ªs tiene, por todo ello, acentos propios y cualificados para el repertorio de Petipa (marsell¨¦s de nacimiento) y Tschaikowsky. Petipa asumi¨® las herencias italiana y francesa como punto de partida para dar con los principios de la escuela rusa. Una danzarina hisp¨¢nica, la cubana Alicia Alonso, viene a Madrid con la troupe francesa cuya historia se remonta al ¨²ltimo cuarto del siglo XVII. La perfecci¨®n t¨¦cnica, la ligereza, la elegancia y la honda expresi¨®n human¨ªstica de la Alonso otorga singular vida a los personajes que encarna.
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