La gran enciclopedia y el fervor andalucista
En los pasados dos a?os hemos asistido a un fervoroso ?renacer? del esp¨ªritu andalucista, al parecer reprimido en los ¨²ltimos veinticinco siglos, desde la ca¨ªda de Tartessos, por los sucesivos dominadores extranjeros, excepci¨®n hecha, naturalmente, de los bereberes del Mogreb. En el contexto de esta coyuntura favorable y con l¨®gico sentido del oportunismo comercial, se han lanzado m¨²ltiples iniciativas mercantiles a favor de la corriente, entre las que destaca por su volumen la Gran Enciclopedia de Andaluc¨ªa (sic), impulso indudablemente meritorio por lo que pueda tener de aportaci¨®n cultural. Como todo trabajo de equipo, tiene una calidad sumamente desigual, en la que lo mismo aparecen art¨ªculos de indudable altura, debidos a verdaderos profesionales de la investigaci¨®n, como otros en los que no se alcanzan las cotas m¨ªnimas obligadas en la letra impresa. Ojeando el ¨²ltimo fasc¨ªculo, el n¨²mero diez, comprobamos algunos dislates gloriosos. Por ejemplo, en el art¨ªculo correspondiente a Arcos de la Frontera se deslizan errores de bulto. Mientras se reproducen al pie de la letra los p¨¢rrafos tomados de Tesoros art¨ªsticos de Espa?a (Selecciones del Reader's Digest, 1978), no va mal la cosa, salvo cuando se come ten tropiezos en la transcripci¨®n falta de atenci¨®n que les lleva a afirmar que en el castillo de esa poblaci¨®n se conservan ?algunos torreones almenados, como los de la puerta de Matrera?, en realidad situados en el extremo de levante del cerco amurallado de la ciudad a m¨¢s de un kil¨®metro del alc¨¢zar Pero cuando se aparta de la traslaci¨®n literal de la obra antes mencionada en aras de la iniciativa enciclop¨¦dica, es cuando llueven los dislates. As¨ª, se describe la ?terra sigillata? como envases olearios con destino a Roma, imagin¨¢ndo nos el monte Testaccio refulgente de rojizas vajillas procedentes de Arcos...; o se considera al Parador Nacional de Turismo instalado en la verdadera casa del legendario corregidor alarconiano; se sit¨²a la toma de la ciudad por Fernando III de Castilla en el a?o 1250; se fecha la talla del Jes¨²s Nazareno de San Agust¨ªn a comienzos del siglo XVIII, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Detalles menores si se quiere, pero que son los que hacen fiable o no la nota erudita.Al hablar de los archivos de Andaluc¨ªa se refiere al de los duques de Medina Sidonia, en el palacio de Niebla de Sanl¨²car de Barrameda, afirmando que contiene ?unos 3.000 legajos?, siendo as¨ª que actualmente van catalogados m¨¢s de 4.850 y no se ha terminado, desde luego. Naturalmente, se omite que gran parte de esa documentaci¨®n nada tiene que ver con Andaluc¨ªa, refiri¨¦ndose a otros t¨ªtulos de la Casa de Arag¨®n, Catalu?a, Murcia, N¨¢poles y Sicilia, principalmente.
Delicioso es, finalmente, a la visi¨®n del ?arte andaluz? que viene apareciendo en las contraportadas. En esta ocasi¨®n tenemos como paradigma de nuestro arte regional una escultura de Diana Cazadora, conocida ?deidad b¨¦tica?, en copia de la ¨¦poca de los Antoninos y probablemente realizada, seg¨²n Garc¨ªa y Bellido, en Roma, siguiendo un original griego del siglo IV a. C...
Valgan estas l¨ªneas como mera orientaci¨®n para aquel que leg¨ªtimamente se interese por las cosas de Andaluc¨ªa, a fin de que maneje con cautela la bibliograf¨ªa que ¨²ltimamente se le viene ofreciendo con sorprendente profusi¨®n.
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