Barcelona : una universidad "descafeinada"
Casi todos los carteles que exhiben estos muros viej¨ªsimos de la Universidad Central de Barcelona (?no diga usted central, por favor?) desde el grupo de rock Squirols, que act¨²a una semana, hasta los cursos de expresi¨®n corporal, son de actos que organiza Bellaterra, la aut¨®noma y lejana universidad llena de pintadas en tecnicolor. Aunque no los rosarios por la Virgen de F¨¢tima, peque?as esquelas de llamamiento: ?Estudiante, tu presencia en la capilla demostrar¨¢ la implantaci¨®n de la Virgen en la Universidad?.Quedan a¨²n pintadas reclamando urgentemente la libertad de alg¨²n estudiante detenido. ?Pero ahora?, dice Fabi¨¢n Estap¨¦, catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica con un largo pasado de decano y hasta rector de esta Universidad, ?antes de que terminen de pintar ya est¨¢ la gente fuera. Si hasta han legalizado al Partido Comunista marxista-leninista, y ya no tiene uno ni a qui¨¦n esconder.? Y es que, efectivamente, ?el aire de catacumba se ha perdido, para bien y para mal, pero yo, al estudiante de hoy le veo igual que al de ayer, s¨®lo que carece de la motivaci¨®n pol¨ªtica que en muchos sustitu¨ªa antes a las inquietudes cient¨ªficas?.
Consumir cultura
Dice Fabi¨¢n Estap¨¦, entre dos tragos de agua mineral, que estar¨ªa dispuesto a cederle su c¨¢tedra a Pete Selger, ?y, adem¨¢s, yo tambi¨¦n vendr¨ªa a o¨ªrle?, porque es la universidad un espacio atiborrado y esencialmente aburrido. Y lo dice, probablemente, s¨®lo para provocar esa sonrisa entre algunos adjuntos y la gente de Comisiones, que le acompa?a, pero tambi¨¦n un poco en serio. Profesores y alumnos parecen aburrirse m¨¢s que nunca.
?Es que la gente viene nada m¨¢s que a consumir cultura, pasivamente.? Antonio Viedma, estudiante independiente de cuarto curso de Econ¨®micas, en Barcelona, compara muchas veces las clases con una proyecci¨®n distante de una pel¨ªcula casi siempre muy poco divertida. Pero resulta que tambi¨¦n en esta facultad la gente habla, sobre todo, de temas acad¨¦micos y se robustece, cada d¨ªa un poco m¨¢s, la vieja figura del empoll¨®n. ?Existe, sobre todo, la obsesi¨®n del aprobado?, comenta Ram¨®n Franquesa, de segundo curso y miembro del PTE, uno de los dos alumnos que integran el equipo de canal de Econ¨®micas, de Barcelona. ?En clase hemos intentado cambiar un manual de matem¨¢ticas muy malo, del propio profesor que nos da esta asignatura, por otro mejor. Pero no lo hemos podido hacer: "total,si con este aprobamos...", dec¨ªa la mayor¨ªa. Por eso, porque hay una total falta de cr¨ªtica y la gente se preocupa, al menos un sector, sobre todo, por las buenas notas. ?
Econ¨®micas de Barcelona es la ¨²nica facultad espa?ola que, en el colmo de la democracia, se rige por medio de un equipo integrado por un decano, Joan Hortal¨¢, y cuatro vicedecanos, dos de ellos profesores numerarios, Amando de Miguel y Javier Paniagua, y dos PNN, Josep Mar¨ªa Vidal Villa y Benjam¨ªn Bastida. A ello se une un miembro del personal no docente, la secretaria, Margarita Guasch, y dos alumnos, Ram¨®n Franquesa y Daniel Capella.
Pero, a pesar de ser una facultad modelo en este sentido, son muchas las dificultades con que se enfrenta. Un poco antes de que empiece la larga carrera de ex¨¢menes, con las aulas ya semidesiertas, hay reuniones diarias de profesores que se prolongan durante horas y horas. El bar sigue lleno y se acusa m¨¢s el polvo en los corredores, divididos por jardines cuadrados y peque?os, imposibles de pisar. Hay una nave llena de butacas destrozadas, como una especie de sala de espera de aeropuerto, con brotes de gomaespuma por todas partes. ??Ah!, s¨ª, son las consecuencias de los ¨²ltimos bailes.? Se ha sentado Manuel Sacrist¨¢n, profesor de Metodolog¨ªa de las ciencias sociales, en un sill¨®n cualquiera de este despacho todav¨ªa sin organizar, porque acaban de cambiarse, ¨¦l y Paco Fern¨¢ndez Buey, que da clases en el mismo departamento, y hay hasta un bote de Centella, que utiliza Paco, en la habitaci¨®n de al lado, desnuda, sin un solo papel. Y explica, muy pausadamente, el profesor Sacrist¨¢n, dos veces expulsado de esta Universidad catalana, con veinticuatro a?os de militancia en el comit¨¦ central del PSUC y diez en el ejecutivo, y hoy combatiendo en el Comit¨¦ Antinuclear de Catalu?a, la historia de los s¨¢bados por la tarde en la facultad de Econ¨®micas. ?Hab¨ªa una comisi¨®n de fiestas encargada de organizar estos bailes, con una entrada muy barata y sin exigencias de documentaci¨®n. Tengo entendido que ganaban bastante dinero y que una parte la entregaban a la facultad, para apoyo de actividades deportivas y para subvencionar algunos viajes de fin de carrera y paso del Ecuador. Lo cierto es que ha habido que suspenderlos porque habitualmente la gente que ven¨ªa destrozaba los tel¨¦fonos y vandalizaba en las aulas que no estaban bajo llave. La ¨²ltima vez parece que vinieron bandas rivales. y hubo que llamar a la polic¨ªa, porque sacaron las navajas y se reqistraron enfrentamientos serios. Bueno, pues aun as¨ª ha sido bastante dif¨ªcil conseguir que se suspendieran.?
A pesar de su larga experiencia en la Universidad, Manuel Sacrist¨¢n se confiesa perplejo ante el estudiantado de hoy. ?Cada vez es m¨¢s frecuente que los estudiantes se nieguen a escuchar mucha teor¨ªa econ¨®mica; desean m¨¢s horas de contabilidad, algo pr¨¢ctico. Esta pregunta utilitaria de ?para qu¨¦ sirve?, est¨¢ creciendo.?
Es dif¨ªcil, o al menos responde a causas variadas, el que en Filosof¨ªa se haya producido un lleno masivo del aula magna durante dos semanas, en el cielo sobre el Panorama Filos¨®fico espa?ol, mientras apenas acud¨ªa alguien a un cursillo sobre la Historia del Pensamiento Econ¨®mico, organizado en esta facultad con gente de gran altura. Y mientras se asombra Sacrist¨¢n de que el curso pasado apareciera la primera pintada nazi en los lavabos, que ser¨ªa reforzada recientemente por la aparici¨®n de unos quince j¨®venes uniformados que abuchearon a los miembros del Frente d'Alliberament Gay que se presentaba en la Universidad, piensa el profesor en lo que era Econ¨®micas hace diez a?os. ? Fuimos la sede del sindicato democr¨¢tico. Aqu¨ª hubo un n¨²cleo de extraordinaria calidad, que no cre¨ªa, a pies juntillas, ni en la Uni¨®n Sovi¨¦tica ni en China. Unos son hoy catedr¨¢ticos aqu¨ª, otro est¨¢ en Estados Unidos; era la gente con los expedientes acad¨¦micos m¨¢s brillantes de la facultad. Pero yo comprendo que aquella posici¨®n extrema adoptada por los estudiantes se deb¨ªa a la brutalidad del franquismo.?
PNN: un movimiento corporativo
Y aunque cita repetidas veces aquello ?del excedente de conciencia? del universitario peque?o-burgu¨¦s, que le permite solidarizarse con clases que no son la suya y situaciones adversas que no le afectan directamente, admite Manuel Sacrist¨¢n que la Espa?a de hoy le permita, tal vez, desentenderse de la cuesti¨®n pol¨ªtica. Aunque en esta Universidad, que no se priva de nada, funciona un peque?o grupo de aut¨®nomos a la manera italiana. ?Pero qu¨¦ horror las universidades italianas. Eso es la corrupci¨®n total, mucho peor que la Universidad franquista. Me da miedo que lleguemos a eso. Sobre todo cuando veo que el movimiento de PNN se ha convertido, simplemente, en un movimiento corporativo en busca de la estabilidad de puesto y de sueldo. ?
Comentan los alumnos de Barcelona si el Ministerio lo har¨¢ a prop¨®sito. ?Esto de que los sueldos m¨¢s bajos entre todos los funcionarios sean precisamente los del personal encargado o relacionado con la ense?anza no se entiende. Todo lo cual acarrea miles de problemas y mucha incompetencia. Porque, claro, al personal no docente, el Ministerio no les sube el sueldo y, entonces, la biblioteca de nuestra facultad, que estaba abierta doce horas, ahora lo est¨¢ s¨®lo siete?, comenta Daniel Capella, de tercero de Econ¨®micas. Miguel Iceta, en segundo de Qu¨ªmicas, a?ade: ?Nosotros ni siquiera tenemos abierta la biblioteca; sencillamente, porque el puesto de bibliotecario no lo ha cubierto el Ministerio.?
Por eso, los partidos pol¨ªticos, a¨²n en este proceso de desencanto, piensan que son estas batallas reformistas, por mejoras concretas, las que hay que dar. ?Es que el movimiento estudiantil es algo muy especial que necesita un tratamiento distinto a la lucha en cualquier otro frente.? Jordi Peric¨¢s, de cuarto de Matem¨¢ticas, miembro del PSUC, sabe de ese descenso brutal en la militancia de la federaci¨®n estudiantil de su partido: ?De quinientos a cien en dos cursos?. Y asiente, un poco dubitativo, cuando Montse Porta insiste, una vez m¨¢s, en que los partidos pol¨ªticos van por detr¨¢s del escas¨ªsimo movimiento estudiantil. ?Hombre, acordaros de la lucha por la libertad de expresi¨®n, estaban completamente detr¨¢s.?
Hay mucha gente aqu¨ª que piensa que nada es totalmente casual. Ni el desinter¨¦s del Ministerio, ni el nuevo pragmatismo de un n¨²mero cada vez mayor de estudiantes condenados a vender lavadoras, hartos de una ense?anza acient¨ªfica y excesivamente te¨®rica. ?No digo que est¨¦ maquiav¨¦licamente preparado, pero es evidente que la Universidad espa?ola responde a los intereses y a la propia estructura de la sociedad del Estado espa?ol. ?Qu¨¦ necesidad real existe aqu¨ª de tener verdaderos investigadores cuando todo viene inventado de fuera? Son las piezas de una central nuclear, un puente o una f¨®rmula qu¨ªmica, pero el caso es que no aparece por ninguna parte esa necesidad. S¨®lo son ¨²tiles los t¨¦cnicos medios, la gente con cierta formaci¨®n te¨®rica e ideol¨®gica, que muchas veces sale de las universidades privadas que, m¨¢s o menos, camufladamente existen.? Javier Paniagua, vicedecano flamante de Econ¨®micas, lo ve as¨ª.
Abundan, cada vez m¨¢s, los empleados de bancos o compa?¨ªas de seguros que necesitan un t¨ªtulo para ascender o reforzar su puesto. ?Es la gente de la noche y yo comprendo que necesite, con m¨¢s urgencia un aporte pr¨¢ctico. Pero no es igual en los estudiantes de ma?ana.? Piensa Manuel Sacrist¨¢n que la ¨²nica raz¨®n ser¨¢ ?que estamos en una enorme crisis de identidad, que se nos est¨¢ metiendo la escuela profesional por todas partes. Yo estoy esperando a ver qu¨¦ resulta del homenaje a Ortega y Gasset que vamos a organizar el a?o que viene, en colaboraci¨®n con la gente de Ingenieros. A ver qu¨¦ pasa?.
Y es que ?la Universidad espa?ola es perif¨¦rica, como el Estado espa?ol?, dice Antonio Viedina, con un tono final de escepticismo, porque ni tan siquiera el nacionalismo catal¨¢n, que fue capaz de crear una Universidad propia all¨¢ en los a?os de Prat de la Riba, ha conseguido revitalizar las aulas. ?Ya sabes lo que se dice, "no queremos una Generalitat descafeinada".? Entonces, el Tercer Congreso de Universitarios Catalanes, al contrario que los dos primeros, ha pasado sin pena ni gloria, sin que la mayor¨ªa de estos alumnos de hoy, decepcionados y sin metas, se hayan siquiera enterado de su existencia.
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