Las puertas del cambio
EL RODEO dado por Herri Batasuna para eludir la prohibici¨®n dictada por el gobernador civil de Navarra contra la proyectada asamblea de Alsasua arroja algunas ense?anzas interesantes. En primer lugar, la imposibilidad de poner puertas al campo. Mientras la autoridad gubernativa acumulaba fuerzas de orden p¨²blico en Alsasua y hacia un napole¨®nico despliegue en carreteras y caminos, a fin de evitar la llegada de los delegados al punto de la cita, los independentistas optaban por concentrarse en Llodio, Hernani, Arrigorriaga y Pamplona, para celebrar cuatro asambleas paralelas, cuyos delegados, casi sin soluci¨®n de continuidad, se reun¨ªan en Zarauz y prosegu¨ªan sus deliberaciones.No entramos en el enjuiciamiento de los fundamentos de derecho sobre los que se bas¨® el se?or AmeiJide para prohibir una reuni¨®n en lugar cerrado como la convocada el pasado domingo en Alsasua.
En cualquier caso, su desacuerdo con el segregacionismo abertzale, que nosotros tambi¨¦n compartimos, no pudo ser motivo suficiente para tal decisi¨®n. Los derechos, reconocidos por la Constituci¨®n, no pueden vulnerarse por un simple disentimiento con los contenidos ideol¨®gicos y pol¨ªticos de quienes los ejercen. Herri Batasuna es una coalici¨®n electoral que, en la convocatoria de marzo, reuni¨® casi 200.000 votos en cuatro circunscripciones y obtuvo tres esca?os en el Congreso y uno en el Senado. La utilizaci¨®n de la violencia, evidentemente, situar¨ªa fuera del marco constitucional a sus l¨ªderes y seguidores. Pero la circunstancia de que los militantes de Herri Batasuna propugnen los mismos disparatados objetivos que ETA y de que encuentren una justificaci¨®n hist¨®rica a los abominable cr¨ªmenes de los terroristas no es fundamento jur¨ªdico, en un r¨¦gimen constitucional, para recortar arbitrariamente las libertades de expresi¨®n y de reuni¨®n que la Constituci¨®n les garantiza, al igual que a los dem¨¢s ciudadanos.
Comprendemos que no siempre resulta f¨¢cil distinguir entre quienes practican la violencia criminal y quienes la disculpan y, adem¨¢s, participan de un parecido ideario pol¨ªtico. Pero el aprendizaje democr¨¢tico, que incluye el respeto a las opiniones de los dem¨¢s y la garant¨ªa de la libertad de expresi¨®n de todos, seguramente terminar¨¢ por hacer entender a los espa?oles que no es lo mismo asesinar en nombre del separatismo vasco que propiciar en las urnas el ut¨®pico ensue?o de una Euskadi independiente y socialista formada por cuatro provincias del Estado espa?ol y un departamento del Estado franc¨¦s. Entre otras cosas porque una de las v¨ªas para acabar con la violencia en el Pa¨ªs Vasco es precisamente garantizar a los ciudadanos de Guip¨²zcoa y de Vizcaya, de Alava y de Navarra, que puedan defender pac¨ªficamente esa opci¨®n sin que los muelan a palos, los encarcelen o les priven de sus derechos constitucionales. Al igual que debemos aceptar, dentro de la legalidad, al maximalismo de la ultraderecha, que propugna una Europa totalitaria regida por Almirante y Blas Pi?ar y simpatiza con la violaci¨®n de los derechos humanos en otras zonas del planeta y en otros momentos de nuestra historia, o al maximalismo de la ultraizquierda, que sue?a con establecer Koljoses ucranianos en Badajoz o comunas cantonesas en Murcia, siempre que unos y otros no recurran al golpismo o a la insurrecci¨®n y acaten las decisiones de las urnas, as¨ª tenemos que admitir que, aunque no nos guste, ese sector minoritario del pueblo vasco que defiende un proyecto independentista para Euskadi est¨¢ amparado por los derechos y las libertades reconocidos por la Constituci¨®n, a condici¨®n de que no recurran a la violencia para imponerlo.
Por lo dem¨¢s, la opini¨®n p¨²blica tiene derecho a saber, y la Televisi¨®n gubernamental traiciona una vez m¨¢s sus obligaciones para con la verdad al no resaltar ese decisivo dato, que la asamblea de Alsasua fue convocada para elaborar un proyecto alternativo contra el Estatuto de Guernica. Porque resulta que el Estatuto de Guernica, apoyado por el PNV y recibido con infinitas reticencias por algunos sectores de UCD y por los gacetilleros sacristaniles y obsecuentes que les sirven de torpes portavoces, constituye, en estos momentos, el enemigo principal de ETA militar y de Herri Batasuna. La historia da muchas vueltas, pero es demasiado fuerte que en el ¨²ltimo recodo del camino nos aguarde esa convergencia objetiva entre los independentistas radicales y los centralistas a ultranza puestos de acuerdo, en imp¨ªa alianza, para combatir la ¨²nica posibilidad de que la crispada situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco no desemboque en una tragedia que nos arrastre a todos hacia el desastre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.