"Holocausto", un telefilme para hacer memoria
Holocausto, el telefilme norteamericano que m¨¢s pol¨¦micas ha suscitado en las televisiones de Europa occidental, incluidos atentados de neonazis a las instalaciones de las emisoras de televisi¨®n, llega hoy, en seis episodios, por el primer programa de TVE, a las 22.15 horas, precedido de uncoloquio de una hora y cuatro minutos, en el que intervienen Joaqu¨ªn Garc¨ªa Ribes, prisionero del campo de concentraci¨®n de Treblinka, del que logr¨®regresar a pie hasta Espa?a; Hans Jurgen Pulile, historiador alem¨¢n; Javier Tusell, historiador; Juli¨¢n Mar¨ªas, fil¨®sofo y ensayista, y Jos¨¦ Luis Pinillos, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa.
Cuando la familia de los Weiss y de los Helms, jud¨ªos y cat¨®licos, celebraban en Berl¨ªn (1935) la boda del hijo mayor, Karl, con Inga, poco antes de que se proh¨ªban los matrimonios mixtos, ninguno de ellos pod¨ªa imaginarse que ser jud¨ªo era un delito. Karl, dibujante, es torturado y mutilado por negarse a revelar los nombres de sus compa?eros en la resistencia. Su mujer, Inga, tendr¨¢ que entregarse al oficial Muller para poder dar ¨¢nimos a su esposo. Su hermana Ana muere despu¨¦s de ser violada por un grupo de nazis. Joseph Weiss, el padre, m¨¦dico de profesi¨®n, y su esposa, Berta, salvan del tren de la muerte a los ¨²ltimos jud¨ªos del ghetto de Varsovia, y acaban en una c¨¢mara de gas de Auschwitz. S¨®lo Rudi queda con vida, el hijo menor, unido a los partisanos checoslovacos. Antes, su mujer, Helena, muere tambi¨¦n en una escaramuza de la guerrilla.Cuando Erik Dorf, abogado sin trabajo y cliente del doctor Weiss, cede a las presiones de su ambiciosa mujer, Berta, y pide empleo al oficial Heydrich, la bestia rubia de las SS, tampoco.sab¨ªa que iba a convertirse en verdugo de los Weiss, en t¨¦cnico de la m¨¢quina criminal nazi, ni que tendr¨ªa que suicidarse, con el cargo de comandante, antes que someterse al proceso de la historia. Holocausto narra las vidas y muertes paralelas de estas dos familias. De fondo, a la vuelta de la esquina, hace tan s¨®lo 35 a?os, uno de los cap¨ªtulos m¨¢s horribles de este siglo: millones de hombres, mujeres y ni?os tatuados con los n¨²meros de la muerte y asesinados por el Tercer Reich. Una cifra a sumar -doce millones de personas, seg¨²n los historiadores- al pozo negro de los fascismos y genocidios de nuestros d¨ªas.
Coincidiendo con la prescripci¨®n de los cr¨ªmenes nazis en el pr¨®ximo mes de diciembre y con el cuarenta aniversario de la invasi¨®n de Polonia por Alemania, que fue el inicio de la segunda guerra, la poderosa y compleja industria de la cadena norteamericana NBC lanza al mercado Holocausto. M¨¢s de 420 millones de pesetaspara convertir en espect¨¢culo dom¨¦stico el horror del best-seller de Gerald Green, dieciocho semanas de rodale en Viena y Berl¨ªn, dirigido por Marvin Chomsky, avalado por el ¨¦xito norteamericano de Ra¨ªces, fracasados los intentos de colaboraci¨®n de polacos, h¨²ngaros, checoslovacos y yugoslavos; 150 actores y mil extras; ocho premios Eminy, los oscar de la televisi¨®n; 120 millones de telespectadores en Estados Unidos y otro centenar en Europa. Si la m¨¢quina nazi hab¨ªa industrializado la muerte y comercializado hasta productos derivados del horno crematorio, Holocausto se ofrece ahora como un impresionante despliegue comercial de calidad, donde el horror se convierte en espect¨¢culo y el genocidio en melodrama. En el m¨¢s puro estilo americano: las inevitables historias de amor y odio como hilos conductores del relato, la dicotom¨ªa de buenos y malos como en el western o el cine polic¨ªaco, y todos de una pulcritud ic¨®nica que repugna la crueldad de los hechos, de la barbarie que el viento nunca se llevar¨¢.
La pol¨¦mica suscitada en Europa por el telefilme va m¨¢s all¨¢ de las cifras con que quiere tabularse la magnitud de los cr¨ªmenes nazis. Algunos califican al telefilme de nazismo a la americana, otros le reprochan ser propaganda sionista y otros lamentan que Holocausto se refiera s¨®lo a la matanza del pueblo jud¨ªo, que no se diga nada de los millones de rusos y polacos, en particular, que murieron por abatir a Hitler; de los gitanos, de los comunistas, socialdem¨®cratas, republicanos, cat¨®licos o protestantes, arios o no, que perecieron a manos del Tercer Reich, o de los industriales alemanes que se beneficiaron del fascismo. Holocausto no llega a ser un alegato contra el fascismo de todo signo y color. Ese ser¨ªa su primer error.
En cualquier caso, con todas las t¨¦cnicas de marketing aplicadas al espect¨¢culo televisivo, los productores arrojan al subconsciente colectivo sentimientos de culpabilidad all¨ª donde la raz¨®n no comprende todav¨ªa el porqu¨¦ de tanta monstruosidad. Cuando los mecanismos del telespectador se pongan en acci¨®n, al lado de la emotividad y angustia, la memoria ser¨¢ la pnimera de las facultades en reaccionar. Este es el valor terap¨¦utico de Holocausto, al margen de su envoltura novelesca. Las autoridades nazis hab¨ªan codificado toda una serie de eufemismos para ocultar la verdad: soluci¨®n final, en vez de exterminio; campo familiar, por campo de concentraci¨®n; tratamiento especial, y no muerte por gas. Era mejor no saberlo o no creerlo. Holocausto ataca entonces a la memoria. Ya no se puede ignorar, ya nadie puede negarse a saberlo. Los mayores volver¨¢n a ejercer la memoria y los j¨®venes reconocer¨¢n en el espejo del televisor los nuevos brotes antijud¨ªos, recientes noches de cristales rotos y los fantasmas que todav¨ªa se pasean por el mundo con el brazalete de la esv¨¢stica. As¨ª, Holocausto, tiempo de odio y de verg¨¹enza, contribuye a acrecentar la oposici¨®n al'fascismo y el odio a la viol¨¦ncia.
Holocausto fue visto en la Rep¨²blica Federal de Alemania por trece millones de telespectadores. Seg¨²n una encuesta realizada por Infratest para el semanario italiano TV Sorrisi e Canzoni, el 65 % de la audiencia alemana qued¨® impresionado por el telefilme, el 45% consider¨® que todos deber¨ªan ver la miniserie y el 42% sinti¨® verg¨¹enza al ver que los alemanes fueT ron capaces de cometer tales atrocidades. Por otra parte, el 62% de los telespectadores manifest¨® haber discutido Holocausto en familia y los sentimientos antinazis se incrementaron en un 19%. El car¨¢cter melodram¨¢tico, lacrim¨®geno, ?americanismo de mal gusto? y sentimentalismo fueron, de acuerdo con la citada encuesta, los principales defectos se?alados al telefilme por el 172%de los encuestados. El 56% apuntar¨ªa, como otros defectos, la mediocridad, vac¨ªo, superficialidad, monoton¨ªa, esquematismo y narraci¨®n prolija, Por el contrario, un 52% indic¨® como factores positivos la credibilidad, el valor documental, la informaci¨®n y objetividad, mientras que el 16% lo acusaba de propaganda sionista.
Televisi¨®n Espa?ola, al igual que en otras televisiones europeas, emitir¨¢ dos coloquios, al principio y t¨¦rmino del telefilme, si bien no participa m¨¢s que un superviviente de los hechos y ning¨²n jud¨ªo. Seg¨²n revelaron fuentes del programa Tribuna de la historia, encargado de la realizaci¨®n de los de bates, se tratar¨ªa de evitar la pol¨¦mica en torno a los hechos Tribuna de la historia tiene prohibidos desde hace meses dos pro gramas, uno sobre el Estado de Is rael y otro sobre los palestinos. Miguel Mart¨ªn manifest¨® en una con ferencia de prensa que hubo pre siones de algunas embajadas para que no se emitiese Holocausto. TVE no emitir¨¢, al contrario d otros pa¨ªses, como Gran Breta?a Francia, Rep¨²blica Federal de Alemania, Austria, Italia, etc¨¦tera documentales sobre el nazismo -en su d¨ªa se censur¨® y no se emiti¨® el episodio sobre campos de concentraci¨®n del telefilme El mundo en guerra.
Babelia
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