Un cartel para estoque y martillo

Era una corrida de prestigio pol¨ªtico m¨¢s hecha para el No-Do que para el tendido. Esta vez, con las diputaciones democr¨¢ticas, ha sido un comunista (Pepe Boloix, cr¨ªtico de Mundo Obrero) el comisionado por el vicepresidente de la Corporaci¨®n provincial madrile?a para buscar toros y toreros. Despu¨¦s de 3.000 kil¨®metros seleccionando ganado, las reses que lidiar¨¢n Palomo, Gall¨®so y Julio Robles ser¨¢n de Ram¨®n S¨¢nchez. Esta vez (y como deferencia a la familia real, de viaje en Suiza) la fecha tradicional, el jueves, ha sido aplazada dos d¨ªas. El hall del WeIlington (sede tradicional de los taurinos madrile?os) no se ha escandalizado por nada. ?Al fin y al cabo?, dice un experto aficionado, ?fue el franquismo, en la ¨¦poca de Manolete, el que empez¨® a mutilar y afeitar los toros?. ha escrito el siguiente reportaje.

El ganadero y ex rejoneador Ferm¨ªn Boh¨®rquez sufri¨®, quiz¨¢, un repentino escalofr¨ªo. Por primera vez en la historia de la casa (Rep¨²blicca aparte), los comunistas traspasaban las lindes de su finca de Jerez. Esta vez ven¨ªan en coche oficial (conducido por el veterano ch¨®fer de la Diputaci¨®n Provincial de Madrid, Manuel Escriche). Nada m¨¢s llegar a la casa, y cuando se preparaban para la ceremonia de ver el ganao, se escuch¨® una voz: ? ?Don Ferm¨ªn, que se queman los trigos! ?De ser una casualidad, habr¨ªa de ser una casualidad supersticiosa. Vereda arriba, el ganadero, el ch¨®fer, los jornaleros y el comunista Pepe Boloix, corr¨ªan para apagar el incendio. Pepe Boloix cumpl¨ªa as¨ª una etapa m¨¢s dentro de los 3.000 kil¨®metros hechos en busca de los toros que se han de lidiar ma?ana.

La historia hab¨ªa empezado pocas semanas atr¨¢s. La nueva diputaci¨®n democr¨¢tica acababa de tomar posesi¨®n y el vicepresidente comunista, Luis Larroque, hab¨ªa sido responsabilizado de los deportes, la cultura y los toros. Adem¨¢s, Larroque heredaba el cargo de visitador de la plaza de toros de Las Ventas, dependiente de la Corporaci¨®n provincial madrile?a.

El antecesor de Larroque hab¨ªa sido Leopoldo Matos, pol¨ªtico digital entre cuyas tareas se encontraba la de ir en busca, de a?o en a?o y de feria en feria, del cartel que habr¨ªa de cubrir la corrida de la Beneficencia de Madrid. Las Ventas hab¨ªan sido, hasta hace poco, un feudo del antiguo r¨¦gimen: s¨®lo Alianza Popular, Fuerza Nueva y la euroderecha hab¨ªan utilizado el coso para sus m¨ªtines.

Al margen de las cuestiones de prestigio taurino, la corrida anual de la Beneficencia hab¨ªa ido tomando un car¨¢cter netamente pol¨ªtico. El general Franco y su esposa ocupaban el palco real y era el director general de Seguridad en persona quien se sentaba en la presidencia. Hab¨ªa que tener precauci¨®n con cualquier germen contestatario. Lo mejor era repartir las entradas entre ciudadanos libres de toda sospecha. As¨ª, m¨¢s de la mitad (quiz¨¢ tres cuartos) de los boletos eran distribuidos a trav¨¦s de bancos y Ministerios, en busca de un p¨²blico, si no muy aficionado, s¨ª lo suficientemente aplaudidor y temeroso de la autoridad.

Es un s¨ªmbolo y hay aficionados que lo recuerdan bien: en la ¨²ltima corrida de la Beneficencia del antiguo r¨¦gimen (primavera de 1975), una parte del p¨²blico, descontenta con la lidia, se dirigi¨® indignada al presidente y director general de Seguridad: ?i ?Sinverg¨¹enzas!, ?sinverg¨¹enzas! ... ? Escasos metros a la izquierda de la presidencia Francisco Franco y Carmen Polo miraban en silencio: hasta el p¨²blico de la beneficencia, funcionario, sufridor o menestral, hab¨ªa comenzado a cambiar.

Joaqu¨ªn Vidal, cr¨ªtico taurino de EL PAIS, lo recuerda bien: ?Era un p¨²blico despistado. En la de Beneficencia, los aficionados de siempre ten¨ªamos que hacer de cicerones con un p¨²blico que nunca antes hab¨ªa pisado la plaza. ?

Esta vez, por primera vez en m¨¢s de cuarenta a?os,- una Diputaci¨®n elegida por sufragio universal saludar¨¢ al jefe del Estado en ese antepalco que tantas veces hemos visto en el No-Do. Las im¨¢genes sepias del coso, de pie y brazo en alto, con el sonido de fondo de la Marcha real, son ya s¨®lo un souvenir loco de los a?os cuarenta. Simult¨¢neamente (cuando el visitador de Las Ventas es un comunista), izquierda constitucional y derecha de siempre buscan lazos de uni¨®n. ??Conoce usted a Fulanito? S¨ª, el que fue fusilado por Queipo ... ?, comenta un taurino vinculado a la derecha de siempre a un cr¨ªtico progresista y contest¨®n. El toro disecado que anda subido al templete de la sala de baile del hotel WeIlington parece m¨¢s callado que nunca. ?S¨ª, hombre, Pulanito, insiste el taurino? ?Era primo m¨ªo?, confiesa por fin rompiendo el silencio que parec¨ªa tenso.

Los comunistas, por su parte, tratan de hacer olvidar un pasado que muchos consideran antitaurino: ?El padre de Ram¨®n Tamames salv¨® la vida a muchos diestros. Jes¨²s Izcaray se la jug¨® m¨¢s de una vez, en su ¨¦poca clandestina, por ir a los toros. Y (no se lo digas a nadie) Santiago Carrillo asisti¨® a una corrida en Valencia en los tiempos en que llevaba peluca. Por cierto que a su lado estaba Sara Montiel, que no se dio cuenta de nada ... ?

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