Rosenberg, ejecutado en 1953, dirigi¨® una red de esp¨ªas sovi¨¦ticos en EEUU
Veintis¨¦is a?os despu¨¦s de su ejecuci¨®n, los esposos Rosenberg contin¨²an turbando la conciencia de numerosos americanos. ?Eran esp¨ªas a sueldo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica? ?Transmitieron a Mosc¨² los secretos de la bomba at¨®mica? ?Merec¨ªan la pena de muerte? Todas estas preguntas reciben ahora nuevos elementos para la respuesta con el estudio que Sol Stern, antiguo redactor jefe de la revista Ramparts, y Ronald Radosh, profesor en Nueva York, acaban de consagrar a este asunto. Las conclusiones principales fueron publicadas por el semanario liberal New Republic.
Los autores utilizaron todos los documentos que el FBI puso a disposici¨®n del Comit¨¦ Rosenberg por demanda de los hijos de los ejecutados, en aplicaci¨®n de la ley de 1966 sobre libertad de informaci¨®n. Pero mientras el comit¨¦ s¨®lo public¨® lo que confirmaba la tesis de la inocencia total de los Rosenberg, Stern y Radosh estudiaron el conjunto de los documentos (200.000 p¨¢ginas). Entrevistaron adem¨¢s a los testigos a¨²n presentes, especialmente a los esposos Greenglass, principales acusadores de los Rosenberg, y a un ?nuevo testigo?, James Weinstein, que hoy dirige una revista de izquierda.Las conclusiones de los autores son las siguientes: Julius Rosenberg era un esp¨ªa. Dirig¨ªa una red de agentes reclutados por Mosc¨² en las filas del Partido Comunista americano. Los autores dan los nombres de varias personas que han podido, seg¨²n ellos, figurar en la red: Morton Sobell -que ha negado siempre su participaci¨®n-, Joel Barr, Alfred Sarant.
Algunos de ellos desaparecieron, sin dejar rastro, en el verano de 1950, en el momento del arresto de los Greenglass y los Rosenberg. La red transmiti¨® a Mosc¨² un esquema de la fabricaci¨®n de la bomba at¨®mica, pero esta investigaci¨®n era poco precisa y fue ¨²til despu¨¦s de la que el sabio Klaus Fush, mucho m¨¢s competente, envi¨® a la URSS.
Por otra parte, Stern y Radosh estiman que la culpabilidad de Ethel Rosenberg no se ha podido establecer: el FBI jam¨¢s cont¨® con elementos acusatorios contra ella, a excepci¨®n del testimonio de los esposos Greenglass, los cuales decidieron incriminar a su hermana y su cu?ada solamente diez d¨ªas antes del proceso. Lo hicieron, muy probablemente, por instigaci¨®n del Ministerio de Justicia y de Edgar Hoover, director del FBI, que deseaban obtener una confesi¨®n de Julius Rosenberg involucrando a su mujer.
Los autores precisan que los dos esposos eran comunistas fervorosos y ardientes partidarios de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El PC americano ha juzgado siempre preferible presentarlos como ?partidarios de la paz?, adictos a los valores de la democracia americana.
New Republic critica a los medios liberales y a todos aquellos que rehusaron entonces creer en la culpabilidad de Julius Rosenberg. El semanario revela los tres fracasos de la justicia americana en este asunto: la condena y, sobre todo, la ejecuci¨®n de Ethel Rosenberg, totalmente injustificada; la actitud del procurador y del juez estuvo entonces alejada de la neutralidad elemental a la que ten¨ªa derecho el acusado.
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