Evitar la internacionalizaci¨®n del Sahara
Diputado del PSOE por Ciudad RealEspa?a debe desentenderse del problema saharaui, acaba de sugerir el rey de Marruecos, Hassan II, como conclusi¨®n del m¨¢s dif¨ªcil viaje de Estado de nuestra actual pol¨ªtica internacional. Y precisamente es lo que Espa?a no debe hacer. Al contrario, hoy m¨¢s que nunca, es necesario que nuestro pa¨ªs recupere su posici¨®n en el conjunto de la regi¨®n del Magreb.
La descolonizaci¨®n del Sahara ha estado presente de forma continuada, convirti¨¦ndose en el elemento distanciador entre el Gobierno y la oposici¨®n a la hora de aunar criterios en la b¨²squeda de una mejor defensa de nuestros intereses nacionales. Antes, y sobre todo ahora, la cuesti¨®n saharaui constituye el ¨²nico y primer escenario de conflicto real en nuestra pol¨ªtica exterior.
El viaje de Su¨¢rez a Argelia ha significado algo m¨¢s que la revisi¨®n de una pol¨ªtica equivocada. El presidente del Gobierno ha reconocido una realidad bien concreta: que en la descolonizaci¨®n del Sahara hay tres partes interesadas: Marruecos, Mauritania y el Frente Polisario, y al mismo tiempo dos partes afectadas por el conflicto: Argelia y Espa?a. Y es entre estas partes donde debe producirse la soluci¨®n al problema. Unica y exclusivamente entre estas partes.
El cambio de posici¨®n del Gobierno ha sido espectacular, pero el propio Adolfo Su¨¢rez sab¨ªa que era necesario realizarlo, y no me molesta aplaudir la adaptaci¨®n del presidente a las exigencias de la realidad pol¨ªtica de la zona. Conviene recordar que no hace mucho tiempo, para el titular de Asuntos Exteriores, el problema se reduc¨ªa a la actuaci¨®n de algunas bandas armadas y a la necesidad de defender ret¨®ricamente el acuerdo tripartito.
La cuesti¨®n saharaui est¨¢ dejando de ser un elemento distanciador entre el Gobierno y la oposici¨®n. La aproximaci¨®n entre las respectivas posiciones es un hecho cierto. Se impone, pues, la reflexi¨®n rigurosa sobre el estado actual del proceso, y en esta l¨ªnea surge ya como inevitable que el Gobierno termine de dar el paso definitivo: la convocatoria de una conferencia entre las partes interesadas y las partes afectadas por la descolonizaci¨®n del Sahara. Y esto por una raz¨®n fundamental: evitar la internacionalizaci¨®n del proceso, empresa a la que se dedica con todas sus fuerzas la diplomacia marroqu¨ª.
Internacionalizar el conflicto
Hassan Il se encuentra actualmente en una situaci¨®n harto delicada. El aislamiento pol¨ªtico de su r¨¦gimen es una realidad en la regi¨®n. A nivel interno, su pa¨ªs ya no soporta una econom¨ªa de guerra y en el plano militar el ¨ªndice de desmoralizaci¨®n de su ej¨¦rcito alcanza cotas alarmantes. Este cuadro ha decidido al rey de Marruecos a buscar una soluci¨®n que puede tener consecuencias imprevisibles para Espa?a: internacionalizar el conflicto es una operaci¨®n de autosalvaci¨®n.
La estrategia de Hassan II tiene un plazo ya se?alado: septiembre, fecha en que se celebrar¨¢ la Asamblea General de Naciones Unidas. El primer paso ya lo ha dado, convocando al Consejo de Seguridad. ?Por qu¨¦ esta convocatoria? Avanzo esta respuesta: el rey de Marruecos ha querido impedir que Espa?a lance a su vez la convocatoria de la conferencia de paz, que ser¨ªa de inmediato recibida favorablemente por el resto de las partes. Hassan II sabe muy bien que tendr¨ªa que asumir la responsabilidad ante el mundo de negarse a asistir, lo que le colocar¨ªa en una situaci¨®n insostenible a corto plazo. De aqu¨ª su iniciativa y de aqu¨ª la elecci¨®n del momento. Hassan II intentar¨¢ ahora una escalada de la tensi¨®n preparando la Asamblea General de septiembre.
Tenemos, Gobierno y oposici¨®n, la obligaci¨®n pol¨ªtica de poner coto a la estrategia diab¨®lica de nuestro vecino, evitando la internacionalizaci¨®n del Sahara y cerrando filas en la defensa de nuestros intereses nacionales, y no s¨®lo frente a las pretensiones de Hassan II, sino tambi¨¦n frente a dos elementos, totalmente ajenos a la historia del problema, pero tambi¨¦n interesados en la internacionalizaci¨®n del conflicto: Francia y Estados Unidos.
Respecto a Francia, nuestra respuesta tiene que ser n¨ªtida: la estrategia francesa en la regi¨®n ha fracasado completamente, y ha hecho muy bien el Gobierno espa?ol en desconfiar de las promesas del Quai d'Orsay. Nadie dudar¨¢ ya que fue una torpeza admitir que Francia interviniera con sus bombarderos. El silencio espa?ol ten¨ªa, al parecer, su contrapartida en la posici¨®n favorable de la comunidad franc¨®fona francesa hacia las tesis espa?olas sobre Canarias. Lo cierto es que tal apoyo no existi¨® en Jartum, y el propio Gobierno espa?ol termin¨® d¨¢ndose cuenta de que Francia no garantizaba la seguridad de Canarias.
Frente a Estados Unidos, advertir muy seriamente al Departamento de Estado que ser¨ªa una aventura que por v¨ªa de la internacionalizaci¨®n del conflicto saharaui se pretenda lanzar a nuestra joven democracia, todav¨ªa muy fr¨¢gil, a una escalada de la tensi¨®n que podr¨ªa a?adirle un nuevo problema que repercutir¨ªa a no dudarlo en nuestra propia estabilidad interna.
Y estas advertencias, a unos y a otros, est¨¢n justificadas por lo que puede ser el punto culminante de la escalada: la guerra entre Marruecos y Argelia, hip¨®tesis que no se puede descartar en la actual estrategia de Hassan II. Frente a un pa¨ªs maltrecho y desgastado por la guerra como Marruecos, Argelia ha acrecentado su poder¨ªo militar y su potencial econ¨®mico. La balanza est¨¢ claramente desequilibrada en favor de los argelinos. Y esto Hassan II lo sabe y es su principal carta. En el supuesto de un conflicto con Argelia, los carros de combate argelinos pueden llegar hasta Rabat, y si esto se produce, Hassan II cuenta con Francia y EEUU, que no permitir¨¢n un desequilibrio general en la regi¨®n: as¨ª se habr¨¢ producido la internacionalizaci¨®n del conflicto, y el rey de Marruecos habr¨¢ conseguido la supervivencia de su trono a cambio de fosfatos y uranio, materiales estrat¨¦gicos y de importancia capital para paliar una crisis energ¨¦tica que no tiene, a corto plazo, soluci¨®n. En este cambio, EEUU lograr¨ªa afirmar todav¨ªa m¨¢s su control sobre la crisis energ¨¦tica y por ende sobre la crisis econ¨®mica que afecta al mundo occidental.
Espa?a, todos, Gobierno y oposici¨®n, tenemos que hacer un esfuerzo para encontrar una soluci¨®n definitiva a lo que sobre todo ahora constituye el ¨²nico y primer escenario de conflicto real en nuestra pol¨ªtica exterior. Debemos hacer decrecer la tensi¨®n a trav¨¦s del ¨²nico medio que disponemos: convocando la conferencia de paz sobre el Sahara.
El Gobierno, con el apoyo de la oposici¨®n, tiene la posibilidad de dar una lecci¨®n hist¨®rica de lo que significa la independencia y la soberan¨ªa nacional, y sobre todo, un ejemplo de firmeza en la defensa de nuestros intereses nacionales. Sin duda, la conferencia de paz aumentar¨ªa el prestigio de una Espa?a democr¨¢tica en el mundo. No se puede dejar correr el tiempo: tenemos que evitar la internacionalizaci¨®n del Sahara.
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