A la pintura
Llagas rojas y ricas de Feito en la negritud mental del cuadro, galernazos de Guerrero, de Mampaso (que renunci¨® a su prodigioso pulso de dibujante para explorar el abstracto), visiones de Manrique, momias recosidas y alquitranadas de Millares, mundos geomentales de Palazuelo, Rueda, Sempere, huellas del paso de la nada, que tiene pies de mujer, en la materia de T¨¤pies, haikais visuales de Zobel, todo el planetario populoso e invasor de la vanguardia abstracta espa?ola, que a los ni?os sensibles y ast¨¦nicos de hacia 1950 nos met¨ªa el coraz¨®n adolescente en un pu?o de luz.La Galer¨ªa Theo, de Madrid, presenta ahora una muestra colectiva bajo este r¨®tulo. Y recuerdo lo que dec¨ªamos los chicos de provincias, en nuestros caf¨¦s existencialistas, mirando por reproducciones el Greco explosionado de Viola o el vendaval cromado de Guinovart:
-A la pintura parece que no la censuran.
Era el ¨²nico arte sin censurar, por entonces, y por lo tanto doblemente m¨¢gico para nosotros, ni?os ausentes de todo porque Franco lo quiso, y sus ministros.
Malraux, inaugurando una colectiva en Par¨ªs, como ministro de De Gaulle, se detuvo ante un Viola:
-Esto es un pintor.
(Viola est¨¢ hoy en El Escorial, sin dientes, frustrado como pretenso alcalde socialista del Real Sitio.)
Y Dal¨ª, al ver un cuadro de Viola por primera vez:
-Este es un pintor religioso. La noche en que llegu¨¦ al Caf¨¦ Gij¨®n, mi primera ilusi¨®n, o una de las primeras, fue acudir, a la ma?ana siguiente, a las salas de pintura, a las galer¨ªas, a ese milagro del abstracto, entonces a¨²n floreciente, la gran vanguardia abstracta espa?ola, avanzada tan poderosa que a¨²n no se sabe si Luis Gonz¨¢lez-Robles la llev¨® adelante o la marea le llev¨® a ¨¦l. En todo caso, Luis lo hizo bien, incluidos los ramos de flores a do?a Carmen Polo de F.
Por la pintura nos salvamos, por la pintura abstracta, que no ten¨ªa tema, y por tanto no ten¨ªa pecado, por la pintura nos salvamos los de la pubertad siniestra, que dir¨ªa Camilo. Y aparte nuestra salvaci¨®n personal -¨²nico mundo libre de creaci¨®n y vida que encontramos en aquella Espa?a-, yo sigo pensando que la pintura abstracta (no nacida en Espa?a, pero tan altamente crecida aqu¨ª) es la pintura-l¨ªmite. El arco que se inicia en Altamira con un bisonte parecido al de los cigarrillos (as¨ª lo explicaba el gu¨ªa de Santillana), es arco que viene a cerrarse en una inspirada pared de T¨¢pies, quien, por cierto, muchos a?os antes de crear paredes l¨ªricas ya aparece fotografiado ante ellas, como para el fusilamiento fotogr¨¢fico de la inspiraci¨®n. (Anoche han homenajeado a la Gertrude Stein de nuestro arte, Juana Mord¨®.)
Yo era un religioso joven -a?os sesenta-, que iba a Santa Catalina, a las galer¨ªas abstractas de Madrid, a tocar las texturas de T¨¤pies y de otros, sabiendo que all¨ª no hab¨ªa enga?o, censura, componenda, concesi¨®n, mentira, pues si bien el abstracto incluso lo auspiciaba el Opus (falta de tema, ausencia de problem¨¢tica), est¨¦ticamente est¨¢bamos salvados, hab¨ªamos tocado el cielo con la mano, como quer¨ªa Novalis cuando tocaba un cuerpo de muier.
Franco segu¨ªa inaugurando ciervos de cafeter¨ªa que adivinaban ya la estilizaci¨®n dominical de Revello de Toro, pero la vanguardia abstracta espa?ola, r¨ªo crecido y poderoso, nos repart¨ªa por el mundo y uno quer¨ªa ba?ar dos veces su cuerpo delgado en ese mismo r¨ªo.
Luego, refrescado y calenturiento de creaci¨®n libre, me iba a cenar a El Comunista con Viola y con Sandra. Ahora, en Theo, han vuelto a abr¨ªrseme en el costado de la memoria involuntaria las llagas rojas de Feito, han vuelto a henchirme el pecho, como velas del mar de la muerte, los sacos de Millares, he vuelto a pisar la playa dura y negra de T¨¢pies, que nada sabe del mar. Por aquella pintura fuimos libres.
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