Gran verbena en El Gayo Vallecano para celebrar el ¨¦xito de su primera temporada
Con gran verbena y un balance positivo, El Gayo Vallecano celebr¨® el viernes su fiesta fin de temporada. En el recreo del colegio Raimundo de Pe?afort, donde se mont¨® el tinglado con la colaboraci¨®n del Ayuntamiento, hubo m¨²sica para todas las edades y gustos, puestos de informaci¨®n y abastecimiento, rifas, risas y al Gayo le sali¨® novia, una gallina hija del agobio, que empolla ya huevos, proyecto para el curso que viene.
Escribe Bel Carrasco.Al comp¨¢s de los schotis y pasodobles de los grandes maestros que interpret¨® la Agrupaci¨®n L¨ªrica Madrile?a, al final coreados por el p¨²blico, empez¨® a caldearse el ambiente. Ruptura r¨ªtmica y paso a El Suburbano, grupo de folk, rock y jazz habitual de la casa, que, entre otras, vacil¨® sobre un tema an¨®nimo del siglo XVI, que aseguraron se llama Bailando bajo la mesa.
En un intervalo, dos representantes del Comit¨¦ de Solidaridad de Nicaragua en Espa?a pidieron apoyo econ¨®mico y moral a la lucha que desarrollan sus compatriotas en el Frente Sandinista. El econ¨®mico, en pesetas, y el moral, con la participaci¨®n en una manifestaci¨®n autorizada que saldr¨¢ el martes, a las ocho de la tarde, de la calle de Men¨¦ndez Pelayo, esquina a O'Donnell.
?El es peque?o y bonito, / es como yo le quiero; / parece la campanita del carro del basurero?, recitaron a d¨²o la pareja de presentadores, y Luis Pastor salt¨® al escenario para cantar la Rosalinda ecol¨®gica de Fausto y m¨¢s. Despu¨¦s, Rafael Amor, con sus incansables letan¨ªas, que de amorosas nada, en plan de s¨¢tira social y mordiente cr¨ªtica, que la gente aplaudi¨® con ganas.
Un balance positivo
M¨¢s m¨²sica dentro y fuera de programa: Teresa Cano, Chicho S¨¢nchez Ferlosio, Clara... Mientras, se rifaban premios y se vend¨ªan a diez duros los primeros n¨²meros de la Gayo-revista, donde se cuenta la historia de este a?o: de c¨®mo El Gayo se puso a cacarear, lo que la prensa ha dicho, resumen y balance de actividades, cursillos y espect¨¢culos y buenos prop¨®sitos para el curso venidero.?No hemos podido llegar a todos los sectores que quer¨ªamos ni a toda la gente del barrio, tal vez porque el contenido de nuestros espect¨¢culos no ha reflejado en general sus problemas y su realidad?, dijo Inmaculada Margallo, uno de los portavoces de El Gayo. ?Pero eso no es motivo para desanimarse. Lo importante es que la experiencia ha tenido continuidad. Este verano vamos a hacer unas reformas en la sala, y el curso que viene empezaremos de nuevo. Pretendemos que El Gayo Vallecano no tenga s¨®lo actividades culturales, sino de todo tipo, llegar a todo el mundo y que exista una constante cr¨ªtica y superaci¨®n.?
?Aunque ha habido errores y contradicciones, hemos procurado no reproducir los esquemas capitalistas en la divisi¨®n de trabajo. Aqu¨ª todos hemos hecho de todo, desde clavar clavos hasta limpiar los retretes. Si se valoraran las horas que han invertido en El Gayo la gente que colabora con nosotros, ser¨ªa un dineral.?
El problema econ¨®mico, como suele ocurrir, est¨¢ en primer plano. Para mantener la independencia es necesario asegurar unos ingresos que permitan funcionar, pero a veces se producen quejas porque hay que pagar entrada en los espect¨¢culos: ?La cultura para el pueblo debe ser gratuita.? De las quince o veinte personas que trabajan en El Gayo, s¨®lo tres reciben un sueldo de 20.000 pesetas anuales.
"Estamos agobiados"
A todo esto la fiesta continuaba y, contra la negra leyenda vallecana sin navajazos ni conflictos, en una atm¨®sfera tranquila y familiar con ni?os, padres y ancianos, aunque la mayor¨ªa del p¨²blico era gente joven. Para mantener el orden estaban all¨ª los Hijos del Agobio, encargados del control de la entrada, aunque s¨®lo tuvieron que intervenir una vez para desanimar a alguien que pretend¨ªa pasarse en la barra del bar.Los Hijos del Agobio fueron uno de los grupos y asociaciones diversas premiados con el Gayo de barro. En total once se repartieron. Una veintena de chicos y chicas subieron al estrado a recogerlo, disparando petardos, y en detalle de cort¨¦s correspondencia, regalaron una gallina viva con todas sus plumas ?para que haga compa?¨ªa a El Gayo, que debe sentirse muy solitario?.
?Nos llaman Hijos del Agobio porque nos sentimos agobiados?, dijo Juanjo para satisfacer la curiosidad del p¨²blico. Luego, con los rizos escapando de la gorra de visera y mientras acariciaba a la gallina que ten¨ªa en sus brazos, nos dijo: ??Qu¨¦ somos los Hijos del Agobio? Pues un mogoll¨®n. Hay gente de todo tipo: delincuentes, drogadictos.... ?qu¨¦ s¨¦ yo! El ¨²nico requisito para ser de los nuestros es pagar una cuota de cien pesetas al a?o para el alquiler del local.?
?Ahora lo que m¨¢s nos preocupa es dar una alternativa al delincuente. No una alternativa pol¨ªtica o revolucionaria, sino muy pr¨¢ctica: ense?arle que tiene unos derechos y que debe usarlos. De la cosa cultural nos interesa, sobre todo, la m¨²sica, la expresi¨®n corporal y, en general, una forma de contracultura que se expresa en la manera de vestir, de hablar, en los gestos...?
Con un porro en la mano y la navaja en el bolsillo, seg¨²n dicen otros hijos del agobio, hablan alrededor con su jerga incomprensible.
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