La zarzuela "La chulapona" en el Centro Cultural Villa de Madrid
El Madrid de los a?os treinta conoce un ¨²ltimo resurgir de la zarzuela, principalmente importante porque el p¨²blico la demandaba, asist¨ªa con entusiasmo y hasta pasi¨®n a los estrenos significativos y convert¨ªa en cuasi mitos a los int¨¦rpretes.El inicial impulso de la Rep¨²blica en busca de unapol¨ªtica musical cuaj¨® pronto en el denominado Teatro L¨ªrico Nacional, con sede en el Calder¨®n, y casi todos los compositores sinf¨®nicos, al igual que la mayor¨ªa de los intelectuales, ve¨ªan con buenos ojos cuanto por la zarzuela se hiciera, si bien es verdad que pensaban m¨¢s en la conservaci¨®n del legado hist¨®rico que en las posibilidades de una aut¨¦ntica resurrecci¨®n. En ¨¦sta hicieron pensar obras como Luisa Fernanda y La Chulapona, Katiuska y La del manojo de rosas, Me llaman la presumida y tantas otras de Torroba, Soroz¨¢bal, Alonso, Guridi, Guerrero. Incluso se intentaron estilizaciones intelectualizadas, alguna tan atractiva como la olvidada de Manuel Abril y Pittaluga titulada El Loro.
Compa?¨ªa Antonio Amengual
La Chulapona, de Romero, Fern¨¢ndez Shawy Moreno Torroba. Director: M. Torroba. Int¨¦rpretes: Fernanda Acebal, Dolores Travesedo, Lydia Valero, Ana Mar¨ªa Amengual, Tom¨¢s ?lvarez, Rafael Vargas y Jos¨¦ Luis Cancela. Escenarios de Pere Francesch-Mariano L¨®pez. Bailes: Pilar Manzano. Direcci¨®n esc¨¦nica: A. A mengual.
Entre las piezas zarzueleras de gran triunfo, unas trataban de retratar el tiempo presente y otras, acaso las m¨¢s, evocaban el pret¨¦rito. As¨ª, mientras en la calle hab¨ªa pronunciamientos reales, en la escena se recordaban alzamientos isabelinos, fuertemente te?idos de sentimentalismo. Es el caso de Luisa Fernanda, cuyos libretistas, Romero y Fern¨¢ndez Shaw, en uni¨®n del mismo compositor, Moreno Torroba, se acercan al Madrid castizo y finisecular en La Chulapona. Se dio la rara circunstancia de que, tras un ¨¦xito enorme, vino otro de mucha consideraci¨®n y por toda Espa?a se cant¨® miles de veces la habanera del ?pa?uelito?, tan popular como las m¨¢s populares canciones de la ¨¦poca, aquellas de Quiroga, Mostazo o Padilla que sonaban en las voces de Imperio Argentina, Estrellita Castro o Conchita Piquer en contrapunto con las importadas Melod¨ªas de Broadway, los tangos de Inesita Pena y Gardel, el ?claquear? de Reyes Castizo, la elegancia coreogr¨¢fica de la pareja Astaire-Rodgers y la estampa de Chevalier ataviado de husar para El desfile del amor. El cine espa?ol empezaba a sacar la cabeza y, con frecuencia, lo hac¨ªa convirtiendo en celuloide las m¨¢s c¨¦lebres zarzuelas.
Ahora, en el clima municipal -que no implica necesariamente espesura- del Centro Cultural de la Villa, ha vuelto La Chulapona, con el maestro Torroba al frente, ense?¨¢ndonos que 88 a?os pueden ser una edad casi juvenil y recordando, como lo hizo en breves palabras, a sus colaboradores ya desaparecidos, Guillermo Fern¨¢ndez Shaw y Federico Romero. De repente nos hemos enfrentado con ?aquel Madrid? que, a su vez, a?oraba otro ?aquel Madrid? de medio siglo atr¨¢s. Y una vez m¨¢s qued¨® clara la frescura mel¨®dica, la gracia y el buen hacer de don Federico a lo largo de una representaci¨®n modesta y garbosa en la que destacaron la bella voz -y bella estampa- de la Travesedo, el dominio del g¨¦nero de Tom¨¢s Alvarez, la ?raza? de la Acebal y los acentos caracter¨ªsticos de otros int¨¦rpretes, tipos y personajes. El auditorio sigui¨® la obra con gusto y hasta con regusto y rode¨® a todos cuantos forman la Compa?¨ªa de Amengual de largos aplausos, y de modo especial al maestro Torroba.
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