Historia de una misa
En los primeros d¨ªas de junio nos entrevistamos con monse?or Iniesta para rogarle que se encargara de oficiar, el 28 de ese mes, una eucarist¨ªa en sufragio del alma de Dionisio Ridruejo, ya que en torno a esa fecha se cumpl¨ªa el cuarto aniversario del fallecimiento del escritor. Monse?or, apoy¨¢ndose en argumentos del propio se?or cardenal, declin¨® aquella petici¨®n. La base de la argumentaci¨®n abarcaba dos aspectos:(Pasa a la p¨¢gina 10)
(Viene de la p¨¢gina 9)
1. Que la Iglesia espa?ola no estaba ya por las misas en memoria de hombres p¨²blicos, cualquiera que fuera su tendencia.
2. Que ser¨ªa ¨¦sta una celebraci¨®n inapropiada, pues se consideraba demasiado relevante el hecho de que un obispo vicario oficie fuera de su jurisdicci¨®n.
Honradamente, la argumentaci¨®n nos pareci¨® v¨¢lida, porque nada m¨¢s contrario a nuestro ¨¢nimo que fomentar el desacuerdo y dar pie con estos actos religiosos a la sublimaci¨®n de una cierta escatolog¨ªa en favor de Hitler o de cualquiera de los verdugos que han venido aplastando a la humanidad. Pero el hecho hubiera quedado en el mayor silencio si en el n¨²mero de EL PAIS, correspondiente al d¨ªa 26 de junio, no se incluyese una fotograf¨ªa en la que monse?or Iniesta, asistente a la presentaci¨®n de un libro de Alfonso Carlos-Com¨ªn, aparec¨ªa abrazado, en dulce placidez apost¨®lica, a don Santiago Carrillo. La contradicci¨®n es tan palpable, la argumentaci¨®n del obispo y de su jefe es tan endeble, tan peque?a, tan cargada de miseria, que nos sentimos escandalizados. Porque si el se?or Cardenal y su obispo no lo saben, tendremos que dec¨ªrselo: Dionisio Ridruejo fue un ejemplo de honestidad y de dignidad; un hombre dotado de gran inteligencia, que soportando las mayores crueldades de la dictadura pasada, supo dar a todos una pauta para la creaci¨®n de una sociedad democr¨¢tica, superadora de est¨¦riles bander¨ªas y de los dogmatismos de clase; en resumen, un hombre que dio testimonio de lo que debe ser el humanismo cristiano, cuando los correligionarios de monse?or Iniesta lo ten¨ªan completamente olvidado. Que el venerado obispo abrace a los dirigentes del PCE es cosa que nos trae sin cuidado; pero que se niegue a participar en un acto de fe en memoria de Dionisio Ridruejo, nos parece un contrasentido que pone en solfa la ecuanimidad de que hizo gala durante nuestra visita.
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