La "bogartman¨ªa y la moda "retro" actualizan el cine negro
Unos doscientos t¨ªtulos policiacos se proyectar¨¢n en la Filmoteca
A primeros de mes han dado comienzo, en la Filmoteca Nacional, las proyecciones de un ciclo dedicado al cine negro. Dicho ciclo, probablemente el m¨¢s amplio de los realizados por la Filmoteca hasta la fecha, ocupar¨¢ gran parte de la programaci¨®n de ¨¦sta durante los meses de julio, agosto y septiembre, y constar¨¢, aproximadamente, de unos doscientos t¨ªtulos. Esto no hace sino responder al inter¨¦s, cada vez mayor, que la literatura y el cine policiacos despiertan en un amplio sector del p¨²blico espa?ol.
El boom de la literatura de serie negra en Espa?a es tal que se organizan congresos y mesas redondas sobre el tema, las editoriales reeditan a los cl¨¢sicos (Bruguera) o incluso inventan nuevos autores (Sedmay). Cualquiera que se precie de estar ¨¤ la page puede no haber le¨ªdo El Quijote, pero nunca se atrever¨¢ a admitir que no conoce al dedillo El largo adi¨®s, La llave de cristal o Cosecha roja. El car¨¢cter apresurado de esta operaci¨®n editorial hace que se cometan injustas desproporciones y que, mientras Chandler, Hainmett o MacDonald se editan ¨ªntegros -o casi-, autores de la talla de Goodis, Irish o Higlismith sean pr¨¢cticamente ignorados.Este renacimiento de la novela negra no pod¨ªa ignorar el cine. De hecho, sus vidas siempre fueron paralelas. El cine tom¨® de la novela sus mejores argumentos y muchos escritores del g¨¦nero escribieron guiones para los estudios de Hollywood. El resurgir del cine negro debe no poco al fen¨®meno de la bogartmania, entronizado por Woody Allen en su obra Play it again, Sam, donde Humphrey Bogart es presentado como el tipo que a todo horr¨ªbre le gustar¨ªa ser, corno el superego del infeliz ciudadano medio. La adoraci¨®n por Bogart, el ejemplar m¨¢s perfecto y complejo de los grandes duros rom¨¢nticos de la pantalla, conlleva cierta injusta ignorancia de algunos de sus colegas. Negar la importancia de Edward G. Robinson, Paul Muni, George Raft o James Cagney ser¨ªa rid¨ªculo, m¨¢xime cuando el personaje de Bogart se nutri¨® y construy¨® a base de perfeccionar y desarrollar el trabajo de todos ellos. En la actualidad el duro como personaje cinematogr¨¢fico ha degenerado totalmente hasta la inhumanidad inveros¨ªmil de Clint Eastwood o del pelele de hormia¨®n de Charles Bronson.
Or¨ªgenes del cine "negro"
Creo que no es exagerar decir que el cine negro lo invent¨® un c¨ªnico y h¨¢bil guionista -tal vez el m¨¢s grande de todos los tiempos- llamado Ben Hecht. S¨ª la novela negra hab¨ªa nacido en la d¨¦cada de los veinte en las p¨¢ginas de Black Mask, el cine negro naci¨® cuando Ben Hecht escribi¨® la historia de un rom¨¢ntico gangster llamado Bull Weed. Esta historia ser¨ªa dirigida por un poeta del cine llamado Josef von Stemberg, con el t¨ªtulo de Underworld, en 1927. Fue el primer filme negro y uno de los ¨²ltimos grandes del cine mudo. Cinco a?os m¨¢s tarde, Howard Hawks dirigi¨® Scarface, la historia del gangster Tony Camonte. Otra obra maestra. Una de las primeras del sonoro y, curiosamente, su gui¨®n era obra de la misma per sona: Ben Hecht. Entre medias, sin embargo, estaba Little Caesar (1930), biograf¨ªa de un gangster italiano, interpretado por Edward G. Robinson y que dirigi¨® Mervyn Le Roy. La pel¨ªcula estaba basada en una novela de William R. Burnett, un grande del g¨¦nero, procedente de las p¨¢ginas de Black Mask, al igual que Hammett, Chandler, McCoy, Irish, Whitfield, Latimer, etc¨¦tera, y que tambi¨¦n hab¨ªa colaborado en el gui¨®n de Scarface. Diez a?os m¨¢s tarde, John Huston adaptar¨¢ una novela de Burnett que se convertir¨¢ en otro cl¨¢sico del g¨¦nero, al ser filmada por Raoul Walsh: High Sierra (El ¨²ltimo refugio, 1941). En ella, Bogart, que cinco a?os antes hab¨ªa destacado al encarnar al gangster supermalo Duke Mantee de El bosque petrificado (1936), interpreta el papel de Roy Earle, gangster casi angelical, que no pierde por ello nada de su dureza. El ¨¦xito de El ¨²ltimo refugio permitir¨¢ a Huston, su guionista, realizar en ese mismo a?o la tercera versi¨®n de El halc¨®n malt¨¦s (The maltese falcon, 1941), que ya hab¨ªan llevado a la pantalla Roy del Ruth y William Dieterlee, en la que Humphrey Bogart har¨¢ la m¨¢s convincente creaci¨®n del detective Sam Spade. La ¨²ltima gran aportaci¨®n de Burnett al cinenegro tendr¨¢ lugar diez a?os m¨¢s tarde, de nuevo de la mano de John Huston, cuando ¨¦ste dirige otra de las obras maestras del g¨¦nero: Laj ungla de asfalto (Asphalt Jungle, 1950).A pesar de que se hayan filmado cuatro versiones de El halc¨®n malt¨¦s, dos de La llave de cristal, una de El hombre delgado, etc¨¦tera, Dashiell Hammett no ha tenido buena suerte en el cine. Raymond Chandler no ha sido m¨¢s afortunado, a pesar de que se hayan hecho tres versiones de Adi¨®s, mp?eca; dos de El sue?o eterno y La ventana siniestra, y una de La hermanapeque?a, La dama del lago y El largo adi¨®s. Entre todas ellas, s¨®lo la versi¨®n de El sue?o eterno dirigida por Howard Hawks (The big sleep, 1946) tiene la categor¨ªa del original. Playback, novela concebida por Chandler como gui¨®n es, curiosamente, la ¨²nica que a¨²n no ha sido llevada a la pantalla. En la labor como guionista de Chandler, junto al mediocre filme de George Marshall La dalia azul (1945), hay que destacar la adaptaci¨®n de Double Indemnity (1944), de James Ca¨ªn, que dirigi¨® Billy Wilder, y la de Strangers on a train (Extra?os en un tren, 1951), la primera novela de Patricia Highsmith, que diVigi¨® Alfred Hitchcock, dos obras claves del cine negro. Patricia Highsmith, gran autora: del g¨¦nero, subvalorada en Am¨¦rica y adorada en Francia, ser¨¢ adaptada por Clement (A plein soleil, 1960) y Autant-Lara (Le meurtrier, 1963), antes de ponerse de moda en los sesenta, al rodar Wim Wenders El amigo americano (1977), sobre Ripley's game, Claude Miller Dites-lui que je l'aime (1977), sobre, This sweet sickness, y Hans W. Geissendoerfer Die glasernezelle (1978), sobre The glass cell. Cornell Woolrich, conocido como George Hopley y, sobre todo, como William Irish, otro grande, ha sido llevado a la pantalla en treinta ocasiones -todo un r¨¦cord-, sin embargo, lo ¨²nico destacable ser¨¢n las versiones de Jacques Tourneur de The leopard man (1943) y de Alfred Hitchcock de Rear window (La ventana indiscreta, 1954). En los sesenta, Fran?ois Truffaut adaptar¨¢ dos novelas suyas: La novia vestida de negro (1967) y La sirena del Mississipi (1969). A?os antes, Truffaut hab¨ªa logrado su mejor pel¨ªcula al adaptar Tirez sur le pianiste (1960), de una novela de David Goodis, de quien Delmer Daves y Tourneur hab¨ªan adaptado con bastante fortuna Dark passage (Senda tenebrosa, 1947), con Bogart, y Night fall (1950), respectivamente.
Pocos escritores de la serie negra tardar¨¢n tanto en ser descubiertos para el cine como Jim Thompson. Tras interpretar un peque?o papel en Adi¨®s, mu?eca (1975), de Dick Richards, Thompson ha muerto en 1977, ignorado. S¨®lo Peckimpah y Burt Kennedy hab¨ªan llevado dos novelas suyas al cine: La huida (The getaway, 1972) y The killer inside me (1976), respectivamente. Sin embargo, a?os antes, Thompson hab¨ªa sido el eficaz dialoguista de Atraco perfecto y Paths of glory, los mejores filmes de Kubrick. En el ¨²ltimo Festival de Cannes, uno de los m¨¢s recientes y esot¨¦ricos directores del cine. polic¨ªaco europeo, Alain Corneau, autor de Policia Pyth on 357 y La menace, presentaba Serie Noire, basada en A hell of a woman, de Thompson.
La decadencia, en los a?os cincuenta
Si entre 1930 y 1955, Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Fritz Lang, Jacques Tourneur, John Huston, Orson Welles, Nicholas Ray, Raoul Walsh, Michael Curtiz, Henry Hathaway, Robert Aldrich, Samuel Fuller, Don Siegel, Otto Preminger, Delmer Daves y tantos otros lograron muchas de sus mejores pel¨ªculas dentro del cine negro, los a?os cincuenta ver¨ªan una vertiginosa ca¨ªda que se manifestaba principalmente a trav¨¦s de la progresiva desaparici¨®n de los grandes maestros, la repitici¨®n de temas, la adopci¨®n de lZas, esquemas y estereotipos, en fin: la serializaci¨®n que caracteriza a todo el cine de Hollywood de finales de los cincuenta y los sesenta. En esta ¨¦poca son los europeos quienes toman el relevo. Jean-Pierre Melville crea un estilo propio en Francia con pel¨ªculas como Le deusieme souffle, Le samurai o Le doulos. E insistir en la importancia de la serie negra para la nouvelle vague francesa ser¨ªa in¨²til. Pel¨ªculas como Tirez sur le pianiste, de Truffaut; A bout de souffe, de Godard; Ascensor para el cadalso, de Malle; o Classe tous risques, de Sautet, constituyen lo mejor de esta generaci¨®n. Pero, pasada la militancia cin¨¦fila de los primeros tiempos, todos derivan hacia un cine m¨¢s personalista y alejado del g¨¦nero. S¨®lo en los ¨²ltimos tiempos el cine negro parece haber renacido. de la mano de la moda retro y de la operaci¨®n de revitalizaci¨®n de los g¨¦neros emprendida por Hollywood. Se ilustran los cl¨¢sicos al pie de la letra para bien (Adi¨®s, mu?eca, de Richards) y para mal (The big sleep, de Winner). Se desvirt¨²an para bien (El amigo americano, de Wenders) y para mal (Un largo adi¨®s, de Altman). Se observa el g¨¦nero con iron¨ªa para bien (The late show, de Benton) y para mal (The cheap detective, de Moore). Se juega al pastiche de calidad (Chinatown, de Polanski), al oscurantismo (La noche se mueve, de Penn) y, a veces, alguien hace cosas nuevas (The Nickel ride, de Mulligan). Los autores del momento se vuelven hacia el cine negro. Bertrand Tavernier ha terminado de rodar Mort en direct. Wini Weriders prepara Hammett y Jean-Luc Godard, Bugsy Siegel-The Story. Y desde hace mucho se sabe que el sue?o de Bertolucci es filmar Cosecha roja, y el de Chabrol hacer otro tanto con La maldici¨®n de los Dain, las dos ¨²nicas grandes obras de Dashiell Hammett a¨²n por filmar.
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