La guerra por el petr¨®leo: una eventualidad
LA DECISION de Estados Unidos de crear un cuerpo expedicionario de choque para intervenir en lugares del mundo -fuera del ¨¢rea de la OTAN- donde consideran que est¨¢n atacados sus intereses vitales es anterior a la reuni¨®n de la OPEP en Ginebra, donde se decidi¨® el brutal aumento de los precios del petr¨®leo. La anunci¨® el general Rogers en la conferencia de prensa con que abandon¨® su cargo de jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito estadounidense para ocupar el puesto de comandante supremo de la OTAN, que deja libre el general Haig, que pasa a la reserva y se dedicar¨¢ probablemente a la pol¨ªtica (se le supone futuro candidato del partido republicano, frente a Carter, para la presidencia).La indiscreci¨®n de Rogers al anunciar la creaci¨®n de este cuerpo de choque, compuesto b¨¢sicamente por la 82 brigada ae ro transportada (la misma que intervino en Santo Domingo contra la revuelta popular que trataba de destruir la Junta Militar) y de representaciones de la marina, infanter¨ªa de marina (los ?marines?) y aviaci¨®n, estaba perfectamente calculada. Dentro del patr¨®n de la ?escalada? cl¨¢sica, es uno de los pelda?os: la advertencia al enemigo de que se puede emprender una cierta acci¨®n b¨¦lica. El enemigo estaba claramente designado: los pa¨ªses productores de petr¨®leo de la regi¨®n ¨¢rabe, incluyendo Ir¨¢n. Hoy, despu¨¦s de las ¨²ltimas subidas de precio y de las tomas de posici¨®n de Arabia Saudita, parece que es concretamente este pa¨ªs el m¨¢s directamente amenazado. Es indudable que por menores razones se han desencadenado en el pasado acciones militares, pero las circunstancias actuales son algo distintas. Por una parte es preciso contar con la eventual respuesta de la Uni¨®n Sovi¨¦tica: se estima que una expedici¨®n militar de Estados Unidos sobre el oriente ¨¢rabe ser¨ªa el l¨ªmite de la tolerancia de la URSS, pero quiz¨¢ esa apreciaci¨®n sea excesiva,
En cualquier caso, la conversi¨®n de la zona ¨¢rabe del petr¨®leo en un Vietnam, y las posibles voladuras de los pozos petrol¨ªferos que ha anunciado la OPEP en caso de agresi¨®n podr¨ªan dramatizar la situaci¨®n hasta lo intolerable, sobre todo si se extiende el ejemplo de la revoluci¨®n iran¨ª. La forma militar en que Estados Unidos concibe este tipo de intervenci¨®n -un cuerpo especializado y limitado- est¨¢ encaminada a evitar los errores de Vietnam; es decir, para una guerra rel¨¢mpago y una ocupaci¨®n inmediata de las fuentes del petr¨®leo. Pero nada garantiza que fuera posible una guerra instant¨¢nea en esa zona.
Sin embargo, el elemento principal para una intervenci¨®n, el ambiente de guerra y represalia, est¨¢ creado. Sobre todo en Europa: no se ve el l¨ªmite a la insistencia ¨¢rabe en la elevaci¨®n de los precios de petr¨®leo, y se tiene la sensaci¨®n de que han llegado ya al grado de insoportabilidad. Algunos nuevos dirigentes del mundo han sido elegidos por su dureza frente al problema de la energ¨ªa y frente al problema adjunto, el de la URSS. Margaret Thatcher no ha cesado de unirlos en sus discursos electorales, corno Clark en Canad¨¢; la designaci¨®n de Strauss como candidato de la Democracia Cristiana a las elecciones de Alemania Federal incide en ese mismo aspecto. Y la decadencia de Carter en Estados Unidos es porque se le acusa de blando: de haber perdido la fuente de petr¨®leo de Ir¨¢n.
Quiere esto decir que la posibilidad de una intervenci¨®n militar en los puntos petrol¨ªferos parece descabellada y grave desde una objetividad exterior; pero no lo es tanto desde el punto de vista de los partidarios del uso de la fuerza que est¨¢n ya instalados en puestos de poder en el mundo.
La intervenci¨®n militar no tendr¨ªa m¨¢s que dos posibilidades: la de un triunfo r¨¢pido, con la ocupaci¨®n de los puntos clave -aunque continuase una guerra de guerrillas-, o la de una resistencia hasta ahora incalculada, incluyendo la voladura de los pozos de petr¨®leo. Esta ¨²ltima eventualidad es lo suficientemente grave como para que desde un punto de vista razonable aconsejase una disuasi¨®n. Desgraciadamente, no se puede contar en estos momentos con lo puramente razonable. Sobre todo cuando la situaci¨®n de los precios y las reservas de energ¨ªa dibujan un futuro realmente grave para esta forma de civilizaci¨®n, mal planteada, repleta de errores y de tensiones de crecimiento, pero tambi¨¦n irreversible.
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