?Inestabilidad econ¨®mica a escala planetaria?
Los Gobiernos y los especialistas de Occidente nos est¨¢n presentando la medida -aproximada- de las consecuencias que en las econom¨ªas de mercado tienen ya, y tendr¨¢n con ritmo creciente en el inmediato futuro, las tarifas del petr¨®leo crudo elaboradas en Ginebra por la reciente conferencia de los pa¨ªses miembros de la OPEP. Las vacilaciones, las incertidumbres de ¨ªndole electoral y, en proporci¨®n considerable, la incompetencia de muchos de los dirigentes del liberalismo econ¨®mico, ensombrecen las perspectivas. Inciden en el fen¨®meno las pasiones y los nacionalismos desencadenados por una inconcebible regresi¨®n al egocentrismo.No puede calificarse de psicosis catastrofista -como lo hacen ciertos d¨®mines inclinados a la pol¨ªtica de avestruz- la serena reflexi¨®n que reclama de los poderes p¨²blicos medidas previsoras y de los consumidores sobriedad reflexiva y disciplina voluntaria. Resulta innecesario insistir en la necesidad de que unos y otros -gobernantes y gobernados- den pruebas de mayor idoneidad y de m¨¢s exacta comprensi¨®n de las duras realidades.
De toda evidencia, el sistema de libre cambio exige transformaciones y rigores que se echan de menos en estos comienzos de per¨ªodo de vacas flacas. Las eventuales soluciones de los tremendos problemas que confronta la econom¨ªa liberal no parecen consistir en r¨ªgidas disposiciones anacr¨®nicamente proteccionistas. Y ciertamente menos a¨²n en procedimientos de dirigismo impropiamente denominado ?socialista?.
La econom¨ªa sovi¨¦tica, por ejemplo, ?sobrevivir¨¢ en su actual forma hasta 1980 No se trata de parafrasear t¨ªtulos de obras c¨¦lebres de Andrei Amalrik o de Georges Orwell. Observadores autorizados de las tendencias socioecon¨®micas del ¨²ltimo cuarto de nuestro siglo plantean la cuesti¨®n y emplazan la respuesta en los alrededores de esa fecha, seg¨²n s¨ªntomas que perciben y explican. Si en la primera potencia comunista de los tiempos presentes, concluyen, no se modifican los m¨¦todos de planificaci¨®n y de gesti¨®n, la tasa de crecimiento no podr¨¢ asegurar de manera simult¨¢nea la potencia castrense y las necesidades esenciales de la poblaci¨®n.
Como los grandes pa¨ªses occidentales u occidentalizados, la URSS conoce una aut¨¦ntica inflaci¨®n que las maniobras informativas de Mosc¨² no bastan para ocultar a la mirada penetrante de los expertos. Las tentativas de disimulo de la verdad acent¨²an en cambio la confusi¨®n en los pa¨ªses donde las informaciones no se limitan, aunque las de significado y signo diferentes contribuyan a desorientar a la opini¨®n p¨²blica.
Oficialmente, las autoridades sovi¨¦ticas acaban de proceder a un ?reajuste de precios?. Los aumentos, dicen, no resultan de un proceso inflacionista a la occidental, sino del ?incremento de la demanda?. En los diez ¨²ltimos a?os, a?aden, los costos de los transportes colectivos, de la electricidad, de los alquileres de las viviendas y de los productos alimenticios no han variado. Los ?reajustes? de precios (el 50% en m¨¢s) se han limitado a los art¨ªculos de lujo: joyas, metales preciosos, tapicer¨ªa, pieles de alta calidad, autom¨®viles y aparatos electrodom¨¦sticos. No se han decretado, sin embargo -como en ocasiones anteriores-, descensos de los costes de adquisici¨®n de productos anacr¨®nicos, comercialmente depreciados. Lo que acaso hubiera contribuido a mantener la ficci¨®n de la estabilidad del mercado y de la credibilidad de los ¨ªndices.
En la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los ¨ªndices son todav¨ªa m¨¢s falsos que en el resto del mundo. No se han rectificado, a pesar de que en 1978 se cuadruplic¨® el precio del caf¨¦, se dobl¨® el del petr¨®leo -como en las naciones occidentales industriafizadas y en el Tercer Mundo- y los del cacao y sus derivados, as¨ª como los de productos poco abundantes, los de perfumer¨ªa e higiene elemental se elevaron en flecha.
Equilibrio de los mercados a costa de la penuria
La inflaci¨®n, en suma, no es menor en la URSS que en el mundo capitalista. Los peritos europeos afirman que pretende ocultarse a base de manipulaciones: primitivismo de los embalajes y los envases, disminuci¨®n del peso y de la calidad de las mercanc¨ªas e ¨ªnexistencia de controles sanitarios y, desde luego, fiscales. La estabilidad del mercado es s¨®lo aparente. Las subvenciones para productos como el pan y la carne (muy escasa ¨¦sta) sobrepasan frecuentemente los precios de venta.
El equilibrio de los mercados se logra a costa de la penuria. El procedimiento se ha practicado en Occidente en per¨ªodos de guerra por medio de los racionamientos. Es, en definitiva, lo que virtualmente ocurre en Europa oriental. Aunque nada se limita de jure, la distribuci¨®n se reduce de facto. La escasez afecta en especial a productos como el az¨²car y el carb¨®n. En tres ocasiones, las penurias han provocado revueltas obreras memorables en Polonia.
Expuesto en t¨¦rminos generales (el detalle exigir¨ªa largo espacio), todo ello acusa el volumen de la inflaci¨®n en el mundo ?socialista?. Sesenta a?os despu¨¦s de la Revoluci¨®n de Octubre, el oro constituye, para los ciudadanos de los pa¨ªses del Comecon, un ?valor refugio?. Los que disponen de ahorros, porque les es imposible invertir sus ingresos en productos -inexistentes- de primera necesidad, forman largas filas ante las no muy frecuentes expendedur¨ªas de piedras preciosas, oro, platino y plata. Familias cuyo nivel de vida real raya en la miseria seg¨²n los criterios occidentales, disponen, por la acumulaci¨®n de los salarios de tres a?os de trabajo, de la equivalencia de los aproximadamente 9.000 d¨®lares que cuesta un coche Lada, afectado por el ?reajuste? con un recargo del 18 %.
Ni el tel¨®n de acero ni el muro de Berl¨ªn bastan para contener la inflaci¨®n ?que viene del Oeste?. Al igual que en el mundo capitalista, en el bloque sovietizado agoniza el crecimiento econ¨®mico consecuencia de la energ¨ªa barata. La imprescindible tecnolog¨ªa occidental se encarece. La deuda exterior de la URSS excede de los 25.000 millones de d¨®lares. En lo que va de 1979, Mosc¨² ha adquirido en Estados Unidos 15.000 millones de toneladas de cereales. Gran pa¨ªs productor de petr¨®leo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica vende actualmente ese producto seg¨²n las tarifas fijadas por la OPEP. Pero en los alrededores de 1984 (?siempre esa fecha fat¨ªdica!) tendr¨¢ que importarlo, igualmente, al precio mundial.
El economista franc¨¦s Charles Peguy ha dicho que lo m¨¢s grave de los Estados modernos no es que sus haciendas est¨¦n manchadas de inflaci¨®n, sino que las manos de sus ciudadanos resulten vac¨ªas de poder adquisitivo.
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