Disminuye la asistencia de alumnos extranjeros a los cursos de verano
Poco m¨¢s de un millar de estudiantes extranjeros se han matriculado este a?o en los cursos de verano programados en Madrid, lo que supone algo m¨¢s de un 8% sobre el total aproximado de 12.000 estudiantes que se reparten por las universidades espa?olas.
Estas cifras suponen, en el caso de Madrid, un notable descenso sobre cursos anteriores. El se?or Jansen, director del Centro de Cultura Hispano-Franc¨¦s, instituci¨®n que organiza cursos de verano para extranjeros desde hace m¨¢s de treinta a?os, culpa de este retraimiento fundamentalmente a la crisis econ¨®mica que se deja sentir no s¨®lo en nuestro pa¨ªs, sino en toda el ¨¢rea occidental.Pero a?ade, acto seguido, que tambi¨¦n juega en contra el aumento de la delincuencia y, m¨¢s concretamente, de las violaciones, hecho ¨¦ste que retrae a muchos padres a la hora de enviar a sus hijas a Espa?a. Pese a todo, las mujeres siguen siendo mayor¨ªa entre estos estudiantes de verano, cuyas edades oscilan entre los dieciocho y los 35 a?os. Estados Unidos, Gran Breta?a, Francia y Alemania son los pa¨ªses que env¨ªan un mayor n¨²mero de alumnos.
La raz¨®n fundamental que mueve a estos estudiantes extranjeros a venir a Espa?a es, a juicio de la se?orita Afton, del Centro Iberoamericano de Cooperaci¨®n, la necesidad que tienen muchos de ellos de dominar el idioma castellano por los estudios que cada uno realiza en su pa¨ªs de origen. Se trata en bastantes casos de traductores o profesores de nuestro idioma que aprovechan sus vacaciones para mejorar su conocimiento.
Al margen de las motivaciones puramente culturales de estos cursos de verano, es bien cierto que se trata, por otra parte, de una forma m¨¢s de atraer turismo. Se calcula que cada uno de estos 12.000 estudiantes que este verano han llegado a Espa?a viene a dejar por t¨¦rmino medio unas 50.000 pesetas, lo que arroja un balance total de unos sesenta millones.
En el terreno estrictamente docente, este estudiante de verano es un estudiante muy sui generis, al que casi siempre le preocupa m¨¢s conocer el pa¨ªs y sus gentes que estudiar en sentido literal. No en balde los estudios que vienen a realizar son un simple complemento de los que llevan a cabo en su pa¨ªs.
Espa?a es una tierra rica en tradiciones culturales y folkl¨®ricas y atrae a esta masa de j¨®venes, que no s¨®lo pretenden absorber un lenguaje pr¨¢ctico, sino conocer lo m¨¢s a fondo posible las costumbres de los espa?oles.
Por otra parte, todos los estudiantes consultados coinciden al, manifestar que el tremendo calor en Madrid es un nuevo inconveniente. Marcos Slovin, joven estudiante norteamericano del estado de Nuevo M¨¦xico, no tiene inconveniente en reconocer que prefiere ir a la piscina o a los mesones que a clase, ?porque, adem¨¢s, en esos sitios se practica m¨¢s el castellano?.
La mayor¨ªa de esta poblaci¨®n universitaria se aloja en colegios mayores y residencias de estudiantes, aunque algunos, -como el propio Slovin, prefieren una simple pensi¨®n, que les permite vivir en un medio netamente espa?ol y ahorrarse de paso algunas divisas.
Los que han venido de sus pa¨ªses de origen con plaza reservada en alguna residencia universitaria se quejan precisamente de que terminan por relacionarse mucho m¨¢s con compatriotas suyos que con espa?oles.
Entre los estudiantes consultados predomina la opini¨®n de que el madrile?o es por lo general una persona amable y que el coste de la vida en esta ciudad sigue siendo, a pesar de todo, inferior al de sus pa¨ªses de origen. Al margen del calor, el r¨¦gimen alimenticio constituye al comienzo un choque importante, aunque la mayor¨ªa termina por aficionarse incluso a nuestros platos m¨¢s t¨®picos: el gazpacho y la inevitable tortilla de patatas.
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