De la ignorancia al fracaso
Es COMENTARIO un¨¢nime que si la capacidad negociadora y la habilidad dial¨¦ctica del presidente Su¨¢rez para llegar a un acuerdo en el tema del Pa¨ªs Vasco le valieran para resolver tambi¨¦n los problemas econ¨®micos, este pa¨ªs tendr¨ªa sus cuestiones b¨¢sicas solucionadas. Pero por desgracia la econom¨ªa se somete a leyes diferentes, precisa de otras concepciones y otras aproximaciones, y, en definitiva, se ve necesitada tanto de t¨¦cnicos y expertos como de una voluntad pol¨ªtica para aplicar las soluciones que la situaci¨®n requiere.Siempre hubo un escepticismo grande entre la opini¨®n p¨²blica respecto a las capacidades del actual vicepresidente econ¨®mico y su equipo para afrontar una situaci¨®n compleja y grave como la que padece la econom¨ªa espa?ola. Este escepticismo se est¨¢ convirtiendo en clara unanimidad. Ahora Abril es un hombre contra la pared, pero una vez m¨¢s se hace bueno el dicho ?menuda patada en nuestro culo que le van a pegar?.
El Gobierno ha reconocido ya oficialmente la existencia de m¨¢s de un mill¨®n de parados -se llegar¨¢ al mill¨®n y medio en menos de un a?o- sobre una poblaci¨®n activa de apenas trece millones. La inflaci¨®n contin¨²a a un ritmo que nos acerca peligrosamente a cifras que hace un a?o pens¨¢bamos arrumbadas, y puede dar al traste con los pocos signos de optimismo de hace unos mieses. Los esfuerzos por contener el d¨¦ficit del sector p¨²blico han fracasado estruendosamente: no ha existido, parece, la voluntad pol¨ªtica, ni tampoco la capacidad para hacerlo. Hay que reconocer en este punto que la oposici¨®n tampoco ha brillado por su imaginaci¨®n y combatividad. Mientras tanto, la Administraci¨®n dilapida el Tesoro p¨²blico en gastos consuntivos y de personal, no suple la falta de iniciativa en la inversi¨®n privada -que tampoco anima-, financia la bancarrota de los sectores en dificultades y multiplica el n¨²mero de funcionarios inoperantes e improductivos, a los que, encima, promete cosas que no cumple, como ¨²nico sistema (f¨¢cil e irresponsable) de resolver las huelgas en los servicios. Por ¨²ltimo, aprovecha la subida del precio del petr¨®leo para fomentar la imposici¨®n indirecta, en una fiebre recaudatoria. De modo que los ciudadanos pagamos cada vez m¨¢s y m¨¢s para que los ministros derrochen m¨¢s tarde a su albedr¨ªo.
No hace ni tres meses que el ministro de Econom¨ªa declaraba ante las Cortes que esperaba que el crecimiento del producto nacional bruto alcanzara este a?o el 4% o el 5 %, los precios al consumo crecieran un 12,5 % y el paro se pudiera estabilizar. Ya sabemos que ninguno de estos tres objetivos va a ser cumplido, y se achacan en gran parte las correcciones en las cifras (ahora se habla de un 3% de crecimiento, un 16% 6 18% de inflaci¨®n, y el paro crece de continuo), se achacan estas correcciones, decimos, al precio del petr¨®leo. Pero a finales de abril ya se sab¨ªa que los pa¨ªses productores iban a subir ese precio. La falta de previsi¨®n de los responsables, el desprecio de otras medidas diferentes a las monetarias, insuficientes para atajar una situaci¨®n como la actual; el desconocimiento de los problemas reales de las empresas, la decisi¨®n probada de debilitar el sindicalismo poniendo trabas a su funci¨®n, necesaria en un modelo de sociedad como el que pretendemos.... son demasiadas las acusaciones que se pueden hacer al Gobierno en lo que es ya un completo caos, y en el que los ¨ªndices de inversi¨®n negativos, el desempleo creciente y la irritaci¨®n extendida de la opini¨®n p¨²blica aburren ya por lo conocido.
Somos conscientes de las dificultades que existen para encontrar la persona y el equipo capaz de hacer frente a los problemas que padecemos. Todos los l¨ªderes pol¨ªticos del mundo democr¨¢tico est¨¢n dando, por lo dem¨¢s, un ejemplo de realismo y seriedad, de compromiso con sus votantes, al anunciar un hecho desagradable y cierto: Occidente se debe acostumbrar a vivir peor en los pr¨®ximos a?os, porque el modelo de crecimiento de su econom¨ªa ya no sirve. Pero nosotros -por lo que se ve- seguiremos dando vueltas a la m¨¢quina de hacer dinero y contemplando c¨®mo desciende la productividad en las empresas, aumentan la corrupci¨®n y el desorden administrativos, y se pone al Estado en una situaci¨®n de bancarrota y descr¨¦dito.
Este pa¨ªs sigue, mientras tanto, sin una pol¨ªtica de materias primas, sin una pol¨ªtica energ¨¦tica y sin una definici¨®n sobre sus mercados internacionales. No es hacer catastrotismo el reconocimiento de lo que sucede, y es verdad que no es s¨®lo un fen¨®meno espa?ol. Lo que s¨ª es t¨ªpicamente nuestro es poner al frente de las decisiones de esta especie a una persona sin el bagaje te¨®rico ni la experiencia pr¨¢ctica que puedan infundir confianza y seguridad a los dem¨¢s.
Cualquier otro an¨¢lisis huelga por hoy.
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