O sea que soy rojo
O sea que soy rojo, y adem¨¢s portavoz, que ya es un demasi¨¦, seg¨²n Ricardo de la Cierva en un art¨ªculo, que el tronco, se conoce, necesita difusi¨®n, que no le olviden, y ya me invita a que le conteste. Esto me lo han hecho otros: as¨ª que van entrando en un crep¨²sculo de semidioses burocr¨¢ticos sin Gloria Swanson, una patadita a Umbral, tirando al paladar, a ver si nos dedica una parida y el personal se acuerda, o sea de uno.Ricardo de la Cierva me llama portavoz, con lo que me siento una especie de hombre-anuncio. He visto ya el primero por la Gran V¨ªa, emparedado entre dos carteles: Franco los ten¨ªa prohibidos porque eso degradaba a la persona humana. (Redundancia ¨¦sta muy utilizada por Cierva cuando escribe discursos para otro.) Para degradar a la persona humana Franco se bastaba a s¨ª mismo, nada de hombres-anuncio, y no s¨¦ si su historiador/ hagi¨®grafo, Ricardo de la Cierva, habla del caso en sus fasciculables / coleccionables / recortables.
Tambi¨¦n me aplica La Cierva el viejo uso ret¨®rico del don peyorativo (don Francisco), que establec¨ªa una ir¨®nica distancia. El primero que lo us¨® fue un genio parlamentario. Los siguientes, hasta Ricardo de la Cierva, son tontos.
Parece que anda un documento episcoarzobispal quit¨¢ndonos a los espa?oles lo que nunca nos han dado. Yo no he le¨ªdo esa papela, que a lo mejor la leo y me convencen. Pero adem¨¢s dice don La Cierva que no existe. Este invento de aplicar el don al apellido s¨ª que es m¨ªo: medievaliza al personaje, le integra en el reparto de La venganza de Don Mendo: me lo han copiado muchos. A usted es que no se le ocurre nada, don Cierva, que dice usted que soy la monda, rancia expresi¨®n de mis t¨ªas, que eran traviesas-pero-sanas, hace medio siglo, como hemos comentado esta ma?ana, por tel¨¦fono, con las condesas que me han llamado para hablarme de usted y sus expectativas ministeriales, don Cierva.
En cambio yo, rojo portavoz rojo de los rojos, entre condesas desde que me levanto. Yo es que me lo monto, o sea el marxismo, tipo Visconti, casi en plan Gattopardo, ya ves, t¨ªo. No he dicho, don La Cierva, que Llerena sea una Inquisici¨®n, sino que otra m¨¢s inmediata, de ahora mismo y en papel de barba, quiere inquisitorializar y momificar a los espa?oles. ?Llerena est¨¢ entre nosotros?, dec¨ªa yo. A estas asociaciones r¨¢pidas de ideas se le llama plasticismo mental, en literatura, y es una cosa que sirve para ser escritor, aunque maldita la falta que hace para escribir fasc¨ªculos.
Lo de marxopasota que me aplica en Abc (peri¨®dico que siempre leo y en el que tanto he escrito) es un machihembrado de palabras plagiado de m¨ª respondonamente (invento varios a diario con mejor fortuna y o¨ªdo para el neologismo). Suena a marsopa, es euf¨®nicamente feo y -lo que ya me importa menos- es falso, porque yo no soy marxista ni pasota. No soy marxista de carnet, como don Cierva me denuncia, que en cuanto a lo dem¨¢s, como ha dicho Aranguren, qui¨¦n que es, hoy, no es un poco marxista. Don Ricardo de la Cierva, se?or profesor. A lo mejor, porque ni siquiera es. Siguiendo con el rollo y su defensa de la Inquisici¨®n, el preexpectante inministrable me inquisitorializa dando por supuesto que yo no s¨¦ de Llerena ni de nada, porque no hago fasc¨ªculos, como ¨¦l, que le pagaba a Paloma Avil¨¦s las fichas a precio de trata de blancas intelectuales.
Como se cree avezado en pol¨¦micas, mi deuteragonista inmotivado me concede grandes dones y doncelleces literarias, por dar autoridad /imparcialidad a sus mentiras: que soy del PCE. Falso/falsario. Que escribo al dictado. Jam¨¢s. Ni siquiera al dictado de m¨ª mismo, porque improviso. (El s¨ª ha escrito al dictado de Franco, de Fraga, de Su¨¢rez. S¨®lo al dictado escribe, o sea, no escribe. S¨®lo redacta.) Mi conexi¨®n con el PCE no existe. Si la informaci¨®n que Cierva ha dado al mundo sobre Francisco Franco es tan solvente como la que tiene de Francisco Umbral, Franco ten¨ªa que haberle fusilado.
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