Roger Vadim, el mito que nunca existi¨®
M¨¢ximo exponente de la rama comercial de la nouvelle vague -puesto del que pronto ser¨ªa relevado por Claude Lelouch-, Roger Vadim es un fabricante, cada vez m¨¢s torpe, de esc¨¢ndalos a corto plazo, cuya fama excede el campo de lo estrictamente cinematogr¨¢fico. M¨¢s habitual de la prensa del coraz¨®n que de las revistas especializadas, si el nombre de Vadim ha perdurado est¨¢ claro que se debe, sobre todo, a la imagen, creada por una cierta prensa, y apadrinada por ¨¦l mismo, de moderno Pigmalion. Imagen que, tambi¨¦n es cierto, a la vista de su envidiable cuadra de esposas, nadie puede poner en cuesti¨®n.Hubo un tiempo en el que Vadim fue considerado un estilista. Tambi¨¦n se dijo que con su ... et Dieu crea la femme ( ... y Dios cre¨® a la mujer) invent¨® el mito Bardot, pero hoy cualquiera adivina -adivinar a posteriori es f¨¢cil- que la bomba B.B. hubiera estallado de un modo u otro. Y que, en realidad fue BB quien invent¨® a Vadim. M¨¢s tarde Jane Fonda, que ya estaba inventada, le ayud¨®, sin demasiado ¨¦xito, a no caer en el total olvido. La incapacidad de Vadim, incluso para el esc¨¢ndalo, la prueba el que ni siquiera metiendo en la misma cama a Brigitte Bardot y Jane Birkin -Don Juan (1973)- consigui¨® reconquistar una parcela de su perdida actualidad.
La escandalosa historia de una joven libertina (La jeune fille assassin¨¦e)
Escrita y dirigida por Roger Vadim. Fotograf¨ªa: Pierre-Villiam Glenn. M¨²sica: Mike Olfield. Int¨¦rpretes: Sirpa Lane, Roger Vadim, Mathie Carri¨¦re, Michel Duchaussgyy, Alexandre Astruc. Francesa, 1974. Local de estreno: Juan de Austria.
La escandalosa historia de una joven libertina -cuyo verdadero t¨ªtulo es La joven asesinada- viene a demostrar que lo ¨²nico que s¨ª es Vadim es un discretamente eficaz artesano de series B -lo que traducido al europeo tampoco significa mucho- y que s¨®lo a ello se debe el que haya podido desarrollar con una cierta regularidad su trabajo durante los ¨²ltimos veinte a?os.
La jeune fille assassin¨¦e es un filme-encuesta en el que la historia de la protagonista, despu¨¦s de su muerte, va siendo reconstruida por las distintas versiones que sobre ella dan quienes la conocieron. Esquema nada nuevo y con el que se han construido algunas obras maestras -Laura y Ciudadano Kane- y cuyo mayor atractivo reside en la descripci¨®n de la extra?a relaci¨®n que existe entre un personaje presente -el encuestador- y otro ausente -el personaje cuya vida se reconstruye-, y relaci¨®n fantasmal, m¨¢gica, netamente rom¨¢ntica, luego cinematogr¨¢fica.
Lo primero que le falla a Vadim es la personalidad de la joven asesinada -Interpretada por Sirpa Lane, la verdadera bestia de La b¨ºte, de Borowczyk-, una atolondrada que muere est¨²pidamente por jugar a la muerte con un anormal. La pel¨ªcula posee una grave contradicci¨®n interna: Vadim, consciente del poco inter¨¦s de su protagonista, hace que el escritor-detective, que ¨¦l mismo interpreta, decida al final no escribir la novela proyectada sobre la joven asesinada, no por respeto, sino por indiferencia, confesi¨®n evidente del desinter¨¦s con que ha realizado la pel¨ªcula. Vadim sabe que su Charlotte Borelli no es Laura ni Kane, que no hay en ella magia ni enigma alguno, y as¨ª nos lo comunica. ?Por qu¨¦ pues tomarse el trabajo de rodar esta pel¨ªcula?.
El mejor actor de la pel¨ªcula es, sin duda, el propio Vadim. Tambi¨¦n realizan fugaces apariciones sus amigos Alexandre Astruc y Andr¨¦ Halimi, y Mathieu Carri¨¦re aparece ya esclavo de su propia imagen de f¨²nebre seductor arist¨®crata. Todo ello unido a que la pel¨ªcula est¨¦ dedicada a Marc Allegret o a que Vadim aproveche los di¨¢logos para largarrics sus opiniones sobre el Festival de Venecia, los cr¨ªticos de cine o mayo del 68 no consigue hacer que el filme parezca una empresa m¨¢s o menos personal. La despreocupaci¨®n del encargo aceptado y la soltura de no ser el primero est¨¢n demasiado presentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.