Kafka y el Opus
Corr¨ªa el a?o de gracia de 1962. Alberto Moncada, soci¨®logo y escritor, hab¨ªa abandonado el Opus Dei y hab¨ªa escrito un libro sobre-contra-la Obra. Un d¨ªa madrug¨® y se fue a ver a Ricardo de la Cierva, que por entonces llevaba la cosa de la cosa:-No te puedo autorizar este libro -le dijo Ricardo de la Cierva a Alberto Moncada-, pero hablar¨¦ con el almirante Carrero, a ver si le convencemos.
Actualmente, Alberto Moncada, soci¨®logo no convencional, escritor por libre, aspira a una c¨¢tedra. Alberto Moncada es un personaje de Kafka que se ha puesto a vivir El proceso (o quiz¨¢ El castillo, que ser¨ªa la c¨¢tedra) con esa manera suya de andar por la vida, distra¨ªdo y de buena fe, pase¨¢ndose por la tiniebla universal con la tranquilidad de quien cruza un apag¨®n moment¨¢neo.
-?Qui¨¦n te dificulta la c¨¢tedra?
- El Opus Dei.
-?Qui¨¦n est¨¢ a tu lado?
-Aranguren.
No es el ¨²nico caso. Ingenieros, profesores, hombres que abandonan la Obra por decepci¨®n o por natural evoluci¨®n, y que se van volviendo fantasmales en la vida espa?ola, toman caf¨¦ a nuestro lado, un momento, nos cuentan su novela Kafka/Melville y se van a seguir luchando en una dial¨¦ctica de niebla contra la nada. Uno de los m¨¢s herm¨¦ticos reductos del Opus Dei en Madrid es la Universidad. La han heredado de Franco.
Alberto Moncada, en los largos inviernos culturales, organiza reuniones y seminarios donde, a veces, nos hemos reunido a discutir el sexo de las feministas o los derechos de los ¨¢ngeles. Es un hombre que aporta a la casi inexistente sociolog¨ªa espa?ola su formaci¨®n en Estados Unidos, sus maneras liberales, su informaci¨®n tan al d¨ªa. Pero me lo dijo una vez Eugenio d'Ors, hablando quiz¨¢ de s¨ª mismo con el distanciamiento de la iron¨ªa, supremo dandismo del que sufre:
-Mire usted, lo malo del que padece man¨ªa persecutoria es que tiene raz¨®n.
Lo malo de quienes sufren hoy -tantos- man¨ªa persecutoria por parte del Opus Dei, y nos lo cuentan, es que tienen raz¨®n. Ahora que el terrorismo negro, con su heroica escalada del domingo, va dejando bien claro, explicando con v¨ªctimas que no lucha por ninguna causa entra?able, sino por volar los puentes de la Historia, ahora quiz¨¢ no sea el momento, digo, de hablar de este terrorismo blanco ejercido durante tantos a?os en Espa?a por una asociaci¨®n que, entre la vaguedad y la hipocres¨ªa, sigue impartiendo su poder y su amenaza en hect¨¢reas enteras de la vida espa?ola y -lo que es m¨¢s literario y novelable- sobre individuos concretos, sobre espa?oles peatonales que s¨®lo quieren hacer ciencia, arte, cultura o hacer carrera.
El libro oracular del Opus no debiera ser Camino, sino cualquier novela de Kafka, si este instituto secular, tan universitario, no fuera profundamente iletrado. Con Jos¨¦ Vidal Beneyto a un lado y Aranguren al otro, Alberto Moncada sigue adelante su proceso, su lucha contra nadie, confiando en la amistad y en sus propias fuerzas. Ahora se ha ido a tomar el sol a una playa mediterr¨¢nea, como queriendo poner un poco de luz en el cap¨ªtulo l¨®brego de su oposici¨®n a c¨¢tedra. Pero la tiniebla le espera en Madrid.
Cada vez que veo a Moncada, a Fisac, a Mara?¨®n Richi, a alguno de estos h¨¦roes de Kafka perdidos por Madrid, escribiendo art¨ªculos donde quieren gritar su verdad, asistiendo a cenas, jugando al tenis, comprendo que viven en un secreto claustro, en un alejamiento sin atm¨®sfera, porque una mano lenta y persistente les ha retirado de la vida real. En el franquismo, el Opus pudo representar una alternativa de la derecha cat¨®lica a s¨ª misma. En la Espa?a democr¨¢tica de Su¨¢rez s¨®lo representa una trabaz¨®n de intereses personales que funcionan, con la espantosa l¨®gica de los sue?os, contra ingenuos ciudadanos K. como Alberto Moncada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.