Solo de trompeta
No te imagines, no, que acariciar podr¨ªas este contuso empapamiento, al fin, de desolada luz; ni el mosqueante ¨¦xtasis que proporcionar puede el calor persistente. Menos mal que no hay ramas. No, no hay ramas de olivo en el cielo, ni cielo por encima de Madrid, ni alg¨²n canto de rana en el Retiro, ni naranjos en flor por la Gran V¨ªa... Toca madera. Rudy Ventura toca. ?Escucha! Rudy Ventura toca la trompeta. Claridad del ovillo musical. Hilo de la pereza.Salgo por la ma?ana, me paseo, me siento a veces en un banco. Parque con misereres, globos y mocos p¨¢rvulos: Eva Per¨®n. Hoy me pregunto c¨®mo hacer columna, amores estivales, patria chica. Me pierdo en el vaiv¨¦n desordenado de las cosas que huyen. Entre el ruido del agua de una fuente tranquila, demasiado tranquila, me fijo en un pedazo de peri¨®dico que retoza entre el verde y la arena Leo lo que t¨² lees: ?La justicia chilena ... ? Remolino, ya cl¨¢sico, de lo contradictorio. Me acuerdo de mi asombro, all¨¢ en la infancia, al o¨ªr dos palabras juntitas y coleando, de mesa en mesa: ?Cruz Roja?. Claro que eso era antes, mucho antes de los graves di¨¢logos de carmelitas entre Manuel Azc¨¢rate y Gonz¨¢lez Ruiz. Despu¨¦s ya fue aprendiendo uno a saber que tan s¨®lo la vida es imposible. De ah¨ª que a menudo, titi, le sigamos rezando a santa Rita, patrona de las causas imposibles.
Primera alarma de la jornada junto a una fuente demasiado tranquila. Al lado de San Lorenzo del Escorial desfilaban muchachos tedescos con camisas grises, emblemas de la Divisi¨®n Azul, pantal¨®n negro corto cinchas, machete en la cintura y gorro paramilitar azul marino. ?Serpiente de verano? ?Se ruedan m¨¢s cap¨ªtulos para Holocausto? La Guardia Civil dice que no, que nada sabe, que no que nada de eso. Eso. Pero s¨ª ha recogido, con gran ¨¦xito, trescientos kilos de contante hach¨ªs all¨¢ por Almer¨ªa. Y tiene que ocuparse de esos travestidos que, como Carla, la canaria, quieren, pese a la nada con dos tetas, hacer la mili. Eso. Y hay que investigar, jefe, en torno a esa avioneta misteriosa que lanza llamas apunta de pala, ? hala!, sobre montes y valles valencianos. Eso, jefe, ya ve, mientras Adelpha pide faroles t¨ªpicos para Madrid y el doctor Barnard va y nos declara de cabeza al agua: ?El trasplante de cabezas humanas no es pr¨¢ctico ni moral.?
Moraleja: si fuera pr¨¢ctico, ser¨ªa moral. Por eso, Iberia es inmoral. Por eso mismo subir¨¢n el billete del Metro hasta la superficie. Por eso otro, me dice ahora el invisible Abel, Felipe Gonz¨¢lez y Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez debieran tener el sentido moral de practicar, unidos, un socialismo que aqu¨ª espera el ello, de bote en bote e impacientemente. Antes de que all¨¢ abajo el terremoto vaya en serio y Rudy se nos pase a lo social tocando aquello del que nunca, lo que se dice nunca, ir¨¢ a Granada. Ag¨¹eros.
Trompetas alambradas de Jeric¨®. Una moza, forofa de Fernando Fern¨¢ndez Savater, acaba de llamarme fascista. Coro: ??por qu¨¦?, ?por qu¨¦?? Porque ella sospecha, o cree sospechar, que no comulgo con las ruedas crudas de su joven maestro. La an¨¦cdota es sabrosa. Me acuerdo a este prop¨®sito, ruin y perecedero, de un hombre de color que sol¨ªa acudir a ciertas cafeter¨ªas del Quartier Latin, en Par¨ªs. Se acercaba a las mujeres con inflamado desparpajo y les propon¨ªa hamaca y lluvia m¨¢gica sin mayores rodeos. Si la solicitada, por azar o azahar, rechazaba la oferta, el solicitante le lanzaba, cual lapo de oprimido rebelde, la sagrada palabra condenatoria: ?i Racista! ?
As¨ª andamos aqu¨ª. Sin hamaca ni lluvia. Y, adem¨¢s, fascistas. A r¨ªo turbio, her¨¢clitos cardenales.
Rudy Ventura nos recuerda aquel Madrid con cielo, donde los m¨¦dicos no eran carniceros ni ejecutores de justicia (?chilena?), los perspectivos no contaban con luz (faroles t¨ªpicos) para sus tiendas, los l¨®gicos no eran corredores (Con perd¨®n) ni los juristas iban dando palos de ciego con la vara florida. Era un Madrid de saltimbancos, multicopistas, relinchos de principios, fragmentos de suicidios...
Dale, Rudy. Claridad del ovillo musical. Hilo de la pureza.
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