Los jueves taurinos dependen de Canorea
A los jueves taurinos o festejos entre semana quer¨ªamos ir a parar. Durante a?os nos hemos hecho eco de esta aspiraci¨®n de los aficionados, que compartimos. En Madrid hay p¨²blico y la fiesta tiene arraigo suficiente como para montar las temporadas en plenitud, tanto por el n¨²mero de corridas como por la calidad de las mismas.Este fue uno de los argumentos que utilizamos hasta la saciedad en EL PAIS, dentro de numerosos art¨ªculos, comentarios e informaciones, cuando a¨²n la anterior Diputaci¨®n no hab¨ªa redactado el pliego de condiciones para la subasta de Las Ventas, pues pens¨¢bamos que, dadas las circunstancias en que se desarrolla el espect¨¢culo taurino en Madrid, al nuevo empresario no se le pod¨ªa forzar excesivamente en las cl¨¢usulas econ¨®micas, ni siquiera en las que se refieren a la feria de San Isidro, y en cambio era necesaria la imposici¨®n de que organizara corridas o novilladas los jueves, desde abril a septiembre.
Lamentablemente, el famoso pliego no recogi¨® nada de esto y, sin embargo, permiti¨® que el mecanismo de la puja pusiera el canon de arrendamiento en una cifra desorbitada, de consecuencias negativas para el propio arrendatario, los espectadores y, en definitiva, todos los estamentos de la fiesta. El mayor da?o que ¨¦sta ha podido sufrir en Madrid se deriva, precisamente, de ese pliego nefasto.
Pero, sorprendentemente, sin que medie obligaci¨®n ninguna, el empresario, Diodoro Canorea (opinamos que con demasiado retraso) ha iniciado el ensayo de los jueves taurinos, con un balance, de entrada, que ser¨ªa descorazonador, si no prevaleciera la evidencia de que lo ha planteado mal. Una innovaci¨®n de este tipo, con perspectivas de continuidad, no puede acometerse, como se ha hecho, sin publicidad -la ¨²nica promoci¨®n la hicimos, en la medida de nuestras posibilidades, los informadores taurinos-, y sin un atractivo especial en la combinaci¨®n de toros-toreros, menos a¨²n con una novilladita pobr¨ªsima de tipo y cabeza.
Cano merece, en esta campa?a que ahora emprende, todo el apoyo, y lo va a tener -por descontado que el nuestro tambi¨¦n-, pero por su parte debe corregir casi en su totalidad los supuestos que tienen como dogma los taurinos -en general son simples t¨®picos, sin ning¨²n ingenio-, para sustituirlos por criterios verdaderamente empresariales y con el objetivo de contradecir nunca aquellos aspectos del espect¨¢culo para los que la afici¨®n se muestra intransigente.
No es exactamente del p¨²blico (que acude all¨ª donde le ofrece garant¨ªas de calidad o de autenticidad), sino del propio Canorea de quien depende el ¨¦xito de los jueves taurinos. En realidad, esperamos mucho de ¨¦l, pues tiene imaginaci¨®n y capacidad para conseguirlo. Pero -es preciso insistir- ha de ofrecer no la fiesta que a ¨¦l le gusta, sino la que quiere Madrid.
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