Resignaci¨®n forestal
Los INCENDIOS forestales se han convertido en sucesos anodinos y consustanciales al verano. A nadie parecen interesar verdaderamente, ning¨²n valor com¨²n parece verse lesionado por miles de hect¨¢reas devastadas anualmente y ni las campa?as publicitarias de Icona ni las tronantes declaraciones gubernamentales sobre la responsabilidad de los provocadores fortuitos o intencionados de estos incendios hacen mella en la opini¨®n p¨²blica. Hay que empezar por reconocer que un incendio forestal como el que acaba de reducir los bosques de Valencia a la mitad -una aut¨¦ntica cat¨¢strofe ecol¨®gica y econ¨®mica- no ha podido generar ni inter¨¦s, ni indignaci¨®n, ni adecuadas medidas precautorias. A lo que parece, hac¨ªan falta esa veintena de cad¨¢veres calcinados en Lloret para que todos comencemos a pensar seriamente en el horror de un bosque ardiendo.No pod¨ªa ser de otra forma en un pa¨ªs como ¨¦ste, en el que se ha hecho gala del m¨¢s absoluto desprecio por el ¨¢rbol. Poco inter¨¦s por el monte que se quema se puede despertar en el ciudadano acostumbrado a observar el trato que municipios y urbanizadoras dan a la precaria arboleda de nuestras ciudades. Las autoridades han de admitir el fracaso del entendimiento del bosque como algo propio de la comunidad, y la realidad, por dura que resulte, de que se provocan numerosos incendios forestales por motivaciones econ¨®micas: para abrir pastizales, para obtener madera a bajo precio, para propiciar terrenos urbanizables.
Y para evitar la sangr¨ªa anual de estos incendios y dramas como el de Lloret, ni hay conciencia p¨²blica, ni medios de prevenci¨®n y extinci¨®n, ni un arsenal punitivo que amedrente a los pir¨®manos. Pero al menos los medios para evitar la propagaci¨®n de los incendios pod¨ªan haberse recabado hace a?os, porque el esfuerzo meritorio de los hombres de Icona y de los soldados y voluntarios que extinguen incendios todos los veranos queda desmultiplicado por unos medios materiales y unos sistemas de detecci¨®n reducid¨ªsimos y artesanales. Ni tenemos sistemas de alarma a¨¦rea, ni suficientes hidroaviones, ni vig¨ªas o guardabosques (cuando miles de j¨®venes optar¨ªan por ese trabajo veraniego), ni cortafuegos, ni, por lo que dicta la experiencia, aut¨¦ntica voluntad administrativa de reducir a los l¨ªmites de lo estrictamente inevitable la plaga de los incendios forestales.
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